sábado, octubre 5

Feminismos y transfeminismos latinoamericanos: “Estamos acá”


Los feminismos y transfeminismos latinoamericanos se caracterizan por ser heterogéneos, ya que han sido moldeados por las distintas realidades políticas, económicas, sociales y culturales de cada país. Aunque hay ciertos elementos comunes en la mayoría de nuestros países, como la lucha contra la violencia de género, la defensa del derecho al aborto y la igualdad salarial, cada uno ha tenido su propia trayectoria en el desarrollo del movimiento feminista.

Latinoamérica y el Caribe es una región que asiste a profundas transformaciones en el marco de una crisis de características globales y el ingreso a la fase digital del sistema capitalista. Es también un territorio donde se multiplican las formas de lucha que encabezan los movimientos populares en defensa de sus derechos.

Las mujeres y disidencias son, entre todos los sectores sociales, sobre quienes recae el mayor peso de la desigualdad. Según un informe publicado por el Banco Mundial este año, “en América Latina y el Caribe hay 655 millones de personas, de las cuales 332 millones son mujeres. Si consideramos a las mujeres en edad de trabajar (entre 15 y 64 años) un 58% son económicamente activas, lo que significa que alrededor del 29% del total de la población de México hasta Argentina son mujeres con un empleo remunerado. En contraste, los hombres de la región suman más de 322 millones (49,3% de la población). Un 82% de ellos son económicamente activos desde los 15 hasta los 64 años, lo que representa el 40,4% del total”.

Es decir, la diferencia en la tasa de ocupación de las mujeres y la de los hombres, 29% y 40,4% respectivamente, “es un claro ejemplo de la brecha de género y es un patrón que se reproduce en diferentes países de Latinoamérica y el mundo”. Dentro de la propia clase trabajadora son las mujeres y disidencias las que, además de los diferentes tipos de violencias, sufren las consecuencias de la brecha salarial, propia del sistema capitalista, atada a la división sexual del trabajo.

Además la violencia física a la que son sometidas las mujeres y disidencias en América Latina y el Caribe son alarmantes, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) diagnosticó en su último reporte la persistencia del problema en 26 países y territorios: una mujer es asesinada por razones de género cada dos horas.

Al menos 1.945 mujeres, adolescentes y niñas fueron víctimas de femicidios en Latinoamérica y el Caribe en el primer semestre del 2023, cuando se registró un aumento del 12,5% en relación al mismo periodo del año anterior, según el último Mapa Latinoamericano de Feminicidios (MLF). Los 1945 crímenes contra mujeres del primer semestre corresponden a 15 países de América Latina, lo que da un promedio diario de al menos 10 en la región, según el MLF, basado en un análisis regional de los datos provenientes de 17 organizaciones de la sociedad civil -la mayoría pertenecientes a la Red Latinoamericana contra la Violencia de Género- y sistematizado por la Asociación MundoSur.

Si se compara con el mismo periodo del año 2022, considerando los 14 países en análisis (se exceptuó Brasil, ya que no se tiene la información para ese periodo), se observa un crecimiento del 12,5% en la cantidad de feminicidios.

Por su parte la violencia hacia el colectivo LGTTBINB+ es una herramienta para la reproducción del sistema que sostiene mecanismos de coerción que sirven para mantener a las sociedades ordenadas en un esquema de producción de plusvalor que se apropia una elite. Bajo ciertos esquemas de valores, impuestos por los poderosos, es que se “normativiza” todo aquello que no está acorde a los estándares sociales, el binarismo ‘’varón-mujer’’, por poner un ejemplo, valor que encasilla a la persona sólo en dos caracterizaciones dentro del sexo, o femenino o masculino, o mujer o varón, dejando afuera a quienes así no lo viven, a quien no se siente identificado con el género asignado.

Según datos del proyecto de investigación Monitoreo de Asesinatos Trans 2023, de TGEU (Transgender Europe), entre el 1 de octubre de 2022 y el 30 de septiembre de 2023 se reportó el asesinato de 320 personas trans y de género diverso en todo el mundo. Desde el proyecto advierten que es “sólo una pequeña muestra de la realidad”, ya que corresponde solo a los casos reportados, en su mayoría en países con sólidas redes de organizaciones trans y LGBTI que llevan a cabo el monitoreo.



América Latina y el Caribe volvió a reportar un año más el mayor número de asesinatos docu- mentados de todas las regiones. Brasil es, con diferencia, el país que ha registrado el mayor número de asesinatos de personas trans y género-diversas en todo el mundo, con 100 casos documentados entre octubre de 2022 y septiembre de 2023 casi un tercio (31%) del total mundial. México y Estados Unidos registraron las siguientes cifras más elevadas, con 52 y 31 casos, respectivamente. Junto a ello, en México, de enero a mayo de 2023 se registraron 19 asesinatos de personas de la comunidad LGBTIQ+ y 13 de estos casos fueron mujeres trans en el país. Las disidencias trabajadoras, entre todos los sectores sociales, no sólo sufren la explotación como clase trabajadora por parte de los grupos económicos que concentran las riquezas, sino que soportan un peso extra de desigualdad por su orientación sexual.

Una política institucional: el acceso al aborto en tensión

El acceso al aborto en Latinoamérica es desigual, en parte por las condenas sociales que hay a su alrededor, pero también por cómo es abordado institucionalmente en cada territorio. Argentina, Colombia, México y Uruguay son los países de América Latina que contemplan en su legislación el aborto como un derecho al cual las mujeres pueden acceder de forma voluntaria, segura y gratuita, dentro de las semanas de gestación reguladas por su sistema (Uruguay y México hasta la semana 12, Argentina semana 14 y Colombia semana 24).

Sin embargo, pese a que el aborto no está completamente despenalizado en otras naciones de la región, existen 9 países en latinoamérica que contemplan el aborto legal por lo menos por una causal, siendo las más recurrentes la causales que valoran la salud de la persona gestante, salud fetal, violencia sexual e inseminación no consentida.

La despenalización del aborto en México es la más antigua en la región, que se proclamó en el año 2007 con 46 votos a favor, 19 en contra y una abstención. Aunque existe la ley, no se ha garantizado el acceso libre e informado de las mujeres mexicanas que buscan practicarse un aborto, débase a la poca difusión de la existencia de la Ley como así también a la voluntad de financiamiento y legitimación de la misma por parte de los gobiernos e instituciones para que se lleve a cabo.

Las naciones consideradas restrictivas son Bolivia, Brasil y Chile, que únicamente reconocen las causales de salud y violación sexual, y a su vez, Bolivia y Chile las condiciones fetales incompatibles con la vida extrauterina. Cabe señalar que tan solo hace unos días, Brasil se había sumado al debate para la despenalización de la interrupción voluntaria del aborto hasta la semana 12 de gestación, sin embargo, la votación se suspendió sin fecha de reinicio.

Por otro lado, frente a la posibilidad de un retroceso que alarmó a los feminismos chilenos en materia de los derechos de las mujeres, luego de que voceros del Consejo Constitucional ratificaran su intención de derogar el aborto, cientos de mujeres se concentraron en el centro de Santiago de Chile en un “pañuelazo” que enfatizó la defensa de la ley de interrupción del embarazo previo al plebiscito de salida que se celebró el 17 de diciembre.

Argentina no es la excepción, ya que preocupan las propuestas del presidente Javier Milei, donde se vislumbra un retroceso en el derecho al aborto, conquistado hace dos años después de un complejo proceso, donde la “marea verde” fue vanguardia y conquistó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, eliminado por decreto el 11 de diciembre, a 24 horas de asunción del nuevo gobierno.

El feminismo como sujeto social que disputa las calles

El Día Internacional de la Mujer Trabajadora, las mujeres y disidencias trabajadoras de Latinoamérica y el mundo, volvieron a ocupar las calles, a parar en sus lugares de trabajo en el marco del Paro Internacional Feminista y a inundar las redes sociales para visibilizar las desigualdades históricas a las que son sometidas, reconociendose como clase trabajadora, y oponiendo el proyecto de los feminismos populares a la ofensiva neoliberal que recae con toda su violencia contra quienes “mue- ven y tienen la capacidad de parar el mundo”.

Las trabajadoras marcharon con demandas específicas según la realidad política de cada país.

En Argentina, este año el foco estuvo puesto sobre todo en el rechazo a la justicia patriarcal y el acuerdo con el FMI, señalando que tanto la violencia política como “las consecuencias del pago de la deuda” contraída por el gobierno de Mauricio Macri, afectan particularmente a mujeres, niñas y disidencias.

En Perú, a su vez, las mujeres se movilizaron pidiendo “solidaridad internacional con las peruanas en lucha”. Actualmente señalan que Dina Boluarte reprime “con especial ensañamiento” a las campesinas e indígenas, al tiempo que denuncian detenciones arbitrarias de decenas de dirigentas sociales que se oponen al gobierno ilegítimo, tras el golpe a Pedro Castillo.

En Brasil, los movimientos feministas recordaron a la concejala asesinada durante el gobierno de Jair Bolsonaro, Marielle Franco, quien además fue homenajeada por el presidente Lula da Silva, con la creación del “Día Nacional Marielle Franco contra la Violencia Política por Raza y Género” que se celebrará cada 14 de marzo.

El 3 de Junio, Día de “Ni Una Menos” comenzó en Argentina pero hoy es una bandera en Lati- noamérica y el mundo. Además de suceder en el país de origen, este año también fue protagonista Uruguay de las protestas, donde se realizó una marcha en repudio a la violencia hacia las mujeres, con movilizaciones en más de 15 departamentos. En Chile, la manifestación principal se hizo en plaza Italia de la ciudad de Santiago.

La agenda de los feminismos y transfeminismos contiene también el 25 de noviembre como un día de lucha en todo el mundo. El Día Internacional de Lucha Contra la Violencia Hacia la Mujer, es utilizado para reclamar políticas públicas en todos los países para erradicar la violencia que se ejerce sobre las mujeres, mientras se agudiza la precarización de la vida, se recrudece la violencia machista que atraviesa las relaciones familiares y extrafamiliares. A las habituales consignas se sumó este año el repudio del genocidio perpetuado por el Estado de Israel en Gaza, que se está cobrando, principalmente, la vida de miles de niñas, niños y mujeres, mientras la comunidad internacional no hace nada efectivo para detener el conflicto.



En este escenario cabe preguntarnos ¿Por qué las derechas y ultraderechas violentas, que ahora se multiplican por el mundo, ponen entre sus enemigos privilegiados al movimiento feminista y diverso? ¿Cuál va ser la tarea del movimiento feminista ante la avanzada de gobiernos con tintes facistas? Algunas respuestas van apareciendo en la praxis política cotidiana. En cada acto de desobediencia política al sistema, con el tiempo, la fuerza productiva y reproductiva puesta a disposición de la organización popular, para la construcción de otras relaciones sociales y para las batallas políticas necesarias que posibiliten permanecer en la ofensiva, en un mundo patriarcal, capitalista y racializado, que cruje en todas las direcciones y que urge transformar de raíz.

*Artículo publicado en el Anuario 2023 de América Latina y el Caribe de NODAL Y CLAE



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