En la sucesión de los textos, el libro se vuelve inacabable.
José Manuel Suaréz, Raíz, prefacio a Tebrae, p. 8.
A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes…
Julio Cortázar, Rayuela, Casa de las Américas, La Habana Cuba, 1969, p. v.
I
Tebrae del poeta, filósofo e historiador maliense exiliado en España, Ismaël Diadié Haïdara[1] acaba de ser publicado por la Editorial Libros del Aire (Junio, 2021), con un profundo prefacio del poeta y periodista José Manuel Suarez[2]. Tebrae contiene 1203 poemas, además del prefacio cuenta con un preludio del poeta, seguidos al final del libro por un glosario, un índice temático y una cronología, necesaria para conocer la vida y la obra del autor. Con esta obra, Ismaël D. Haïdara nos expresa su filosofía de la vida y su poética como en los casos del japonés Ikkyu[3] cuya obra cuenta con unos 1056 poemas o la poeta E. Dickinson[4] cuya poesía completa está formada por 1789 poemas. Tebrae representa no la obra de toda una vida sino, la de diez años de escritura en el exilio, de 2011 a 2021.
II
Si los tanka[5] de cinco versos tienen en Takuboku[6] su poeta, los cuartetos[7] de cuatro versos en Khayyam[8] su gran creador y los haikus[9] de tres versos en Bashô[10] su más representativo poeta, podemos decir sin exagerar que las tebrae, poemas de dos versos, los más breves hasta ahora, tienen en Ismael su renovador, pues nos da un género nuevo en la poesía breve cuyas raíces son los cantos de las mujeres africanas del Sáhara.
El antepasado materno de Ismael, Es-Sahili al-Gharnati, es el creador de la llamada sahiliyya en la poesía árabe. Según Basanta, en una pieza de 118 versos compuesto por el procedimiento del admin o intercalación a partir del poema al-Tugramiyya o Lamiyyat al-`ajam del secretario de los selyuqíes de Mosul, alquimista y poeta, Mu’ ayuda al-Din al-Isfahani al-Tugra’ i (m. 1121). Dice Basanta[11]: “Esta afamada composición, pues, glosado por nuestro maestro, se extiende a lo largo de 59 versos, y el método seguido por Abu Ishaq para comentarla consistió en añadir un segundo hemistiquio a cada uno de los primeros versos de al-Tugrâ´î (ta`yiz), y un primer hemistiquio a cada uno de los segundos (tasdir), convirtiendo cada verso de dos hemistiquios en un cuarteto y, por ende, doblando el número total de versos del poema original”. Siguiendo los pasos de su antepasado, Ismael revoluciona la tebria dándonos la tebria ismaeliana.
Las tebrae (singular tebria) son composiciones poéticas de dos versos que riman juntos y tienen los mismos metros, según el erudito mauritano Ahmed Bâba Miské en su obra Al Wasît[12]. En Poesía amorosa hassaâni exclusiva de las mujeres: ət-təbṛāˁ, Ahmed Salim Ould Mohamed Baba[13] indica que: “Desde el punto de vista formal, ət-təbṛāˁ se compone de un solo gāf (de dos hemistiquios), en el que se expresan los sentimientos amorosos muy “condensados” usándose un estilo tropológico, con abundantes metáforas, símiles, metonimias”[14]
Las tebrae son poemas amorosos hechos y cantados por mujeres. Por la noche, sobre las dunas o alrededor del té, las mujeres africanas se encuentran y cantan estas tebrae. Una compone una tebria y la otra contesta con otra. En general cogen el primer verso de un poema clásico y componen un segundo verso, haciendo que entre los dos versos se cree un pequeño universo, como dice Aline Tauzin[15]. Son un género de poesía exclusivamente femenino, aunque a veces, como ha señalado A. B. Miske, los amantes han podido dialogar, componiendo tebrae, obligados a dar el máximo sentido en solo dos versos. La tebria lleva siempre a expresar lo máximo con el mínimo de recursos. Existe cierto paralelismo entre estas composiciones breves y unas ciertas piezas mínimas (algunas de ellas del grosor y el tamaño de un alfiler) realizadas por el escultor Alberto Giacometti en los decenios de 1940 y 1950. Interrogado un día el escultor por el sentido de medidas tan reducidas, contestó: “Lo hago para agrandar el espacio[16]”. Esta manera de ver el universo desde lo pequeño es la misma, desde mi punto de vista que lo que ocurre con la composición de la tebria. Se puede poner como ejemplo, esta que cita A. B. Miske[17]:
Man-darti kân, man-darti kân:
Ragg-elmahshar, vîh assebyân
¿Quien me dirá, quien me dirá
si nos amaremos en el paraíso?
III
Como lo señalo en la introducción de la antología que dirigí: Mujer, mundo y muerte, la poesía femenina existió en diversos lugares y en tiempos diferentes. En la era Heian (S.X) en Japón algunas clases de la nobleza, en lugar de escribir cartas, escribían wakas, que significa poema en japonés. Había toda una tipología de poemas que se englobaban en lo que eran los llamados wakas; uno de ellos es el tanka, o poema corto. Es una composición poética parecida al haiku, pero un poco más larga. Si dos amigos se echaban de menos, se escribían un tanka siempre con figuras de la naturaleza como metáfora de la emoción o el sentimiento que estuvieran atravesando. No solo los amantes, podían ser dos amigas, o dos amigos, aunque también cuando un hombre pasaba la noche con una mujer al día siguiente desde su casa de soltero o desde su lugar de trabajo tenía que escribirle un tanka; si ella contestaba era signo de que la relación podía continuar. Los wakas debían estar escritos en kana, literalmente la escritura de las emociones, las mujeres desterradas por su sexo y formación del estudio de los kanji (vehículo literario propio de un estatus académico exclusivo de los hombres) utilizaban el kana como santuario y medio literario de expresión de las emociones del corazón. Tan asociado estaba este tipo de escritura a las mujeres que un literato Ki no Tsurayuki fingió ser mujer en el año 935 para escribir en kana su Tosa nikki, en el que expresaba el dolor por su hija muerta[18]. Esta anécdota recuerda a Ismael y a su uso de las tebrae como forma de escritura.
En un primer libro de poesía, Las lamentaciones del viejo Tombo[19], publicado en Málaga por Aurora Luque y Jesús Aguado, Ismael incluía ya seis tebrae[20] en los capítulos llamados “Tebrae de un cirenaico” con una cita de Omar Khayyam que dice “Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Toma un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque inútilmente” y en “Tebria de un comedor de mijo”. Los poemas son muy similares en contenido al libro que aquí se presenta. En 2001, con la muerte de su madre, escribe Tebrae para mi madre, publicado más tarde en Málaga[21]. Está compuesto por 151 poemas de dos versos y utiliza este género de mujeres para cantar el dolor por la muerte de su madre[22]. ¿Por qué adoptar el género femenino para llorar? Ya en el año 935, como he señalado, el literato Ki no Tsurayuki lo hizo. Dos escritores de dos épocas y culturas diferentes han adoptado este género para lamentar, amar y cantar el dolor de sus mujeres muertas, uno, su hija, el otro, su madre.
Hoy en Tebrae publicado por Libros del aire, se nos ofrece un copioso volumen de 1203 poemas de dos versos[23].
Sin dejar de cantar el amor como en las tebrae de las mujeres de Walata, Shinguetti, Wadan, Arawan o Tombuctú, Ismael reinventa un género literario y lo universaliza.
IV
Ismaël en Tebrae, desde el punto de vista formal, cambia el poema de un verso de dos hemistiquios, en uno de dos versos complementarios o independientes, y lo hace en verso libre. Hay que recordar aquí que, como lo señaló Ahmed Salem: “Desde el punto de vista de la métrica, cada təbṛīˁa tiene cinco mutaḥarrik “pies” en el primer hemistiquio (a veces 6) y 8 mutaḥarrik “pies”, en el segundo, pero por lo general no está sujeto a ninguna norma métrica[24]”. Ismaël libera las tebrae de las limitaciones métricas y, sin salir de la composición en dos versos, abre los poemas a múltiples sujetos, sacándolos a menudo del único tema amoroso de las tebrae clásicas de la literatura hassaniya.
En un primer verso, expresa sus pensamientos, sentimientos y emociones del momento. En el segundo, el poema toma su materia de fenómenos de la naturaleza. En algunos casos, los dos versos del poema son complementarios, en otros, hay una disyunción. En un verso expresa sus estados de ánimo, en otro, los estados de la naturaleza. El primer verso deja ver el yo y las circunstancias en que el poeta se encuentra totalmente sumergido. El segundo verso, abre el poema a una visión sobre los fenómenos naturales, llevando así a cierto relativismo las vivencias del poeta. Así, al verso sobre los desasosiegos del yo se opone otro sobre la quietud de la naturaleza, dando pie a una forma irónica de tomar los asuntos humanos. Nada de lo humano es absoluto. Mientras el poeta sufre, llora, goza, el cielo y la tierra siguen su curso. Ese relativismo reduce el poder de los sentimientos del poeta, les quita su carácter universal. El segundo verso, o a veces el primero, cuando es este el que habla de la naturaleza no solo relativiza el yo y su circunstancia, también muestra una insoportable insignificancia del hombre en el mundo y hace referencia también a su soledad intrínseca. Es esta contradicción la que da pie a una amarga ironía que atraviesa todo el libro.
La ironía se hace más patente en los poemas en los que se opone una circunstancia trágica del primer verso a otra de una vida privada distante, indiferente. Esa forma de ironía se encuentra también en el Diario de Kafka, ver: “2 de agosto. Alemania ha declarado la guerra a Rusia. – Tarde, escuela de natación[25]”. Se mezcla lo grave y lo casi frívolo. Tebrae es un libro cuyos poemas muestran cierta indiferencia ante la historia y el mundo, poemas en los que la risa se atraganta frente a lo trágico o, al contrario, lo trágico se disuelve en la risa.
La poesía de Ismael ha sido hasta ahora, una poesía del testimonio. Une cabane au bord de l’eau[26], es un libro de 215 poemas en prosa inspirados por el género poético de los lelewel [27]en que habla como testigo de las hambrunas, las guerras, las epidemias que conoció desde su niñez y, al final, de la guerra y de su exilio. En el prólogo, dice que escribe para testificar. En Sahel[28], cita como epígrafe a Primo Levi que dice en una carta a Jean Samuel de abril de 1946: “Que nous le voulions ou non, nous sommes des témoins et nous en portons le poids[29]”. Ese compromiso que tiene consigo mismo como lo tuvieron Primo Levi o Celan, lo sigue guardando en Tebrae pero, en este último libro, toma una distancia irónica frente al drama de su existencia y a la tragedia que conoce desde décadas su tierra de nacimiento. Antepone a los acontecimientos que turban el corazón, la calma del universo, reduciendo todo lo que hace su insoportable cotidianidad hecha de pueblos quemados, manos cortadas, exilios, a acontecimientos relativos en un mundo en que hay también un sol que se levanta, un grillo que canta, garzas que vuelan u olas del mar que van y vienen. El testimonio, motor de Une cabane au bord de l’eau y de Sahel se desplaza a un segundo plano. Sin desaparecer del todo, la ironía intrínseca a algunas tebrae atenúa su dramatismo tan patente en estos últimos libros.
Frente a esos poemas están los que son de amor y siguen la estela de las tebrae tradicionales. Hay menos humor en estos poemas de orden clásico, no tan frecuente en la literatura africana del último siglo y de éste.
De hecho, Tebrae es una rara avis en la literatura de expresión española como lo señaló en su prefacio José Manuel Suárez y también, hay que añadirlo, en la poesía africana.
Cuando la poesía africana abanderada por Léopold Sédar Senghor en el siglo XX se caracteriza por la lucha por la libertad de los pueblos, su independencia y su dignidad, la poesía de Ismael traslada esa lucha a la de un “yo” que guarda celosamente su libertad y lucha sin dramatismo por su independencia hacia todo y todos. No lucha ni por una patria, ni por una verdad, no tiene causa fuera de sí mismo. Decía S. Zweig hablando de Montaigne: “Montaigne habría sonreído ante la idea de pretender transferir a otros, y menos a las masas, algo tan personal como la libertad interior, y desde lo más profundo de su alma odiaba a los reformadores profesionales del mundo, a los teóricos y expendedores de ideologías. De sobra sabía que ya es una tarea colosal por sí sola conservar la propia independencia interior. De modo que restringe su lucha exclusivamente a la acción defensiva, a la defensa de aquel fortín más recóndito al que Goethe llama la “ciudadela” y el acceso a la cual nadie permite a nadie. Su técnica y su táctica consisten en mantenerse exteriormente lo más discreto y lo menos llamativo posible, en ir por el mundo con una especie de caperuza para encontrar el camino hacia sí mismo”. Ismael desplaza la lucha por las independencias de lo exterior a lo interior. Libre de toda patria en la que encerrarse, se revela errante, sin causa en este mundo. Donde se habla de patria, Ismael habla del cuerpo como único territorio; donde se habla de pueblo, de color, habla de sí mismo frente a todos, y donde los poetas se sacrifican por causas nobles, él se presta, sonríe y se aleja sin darse jamás, como Montaigne.
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En todas las épocas de fanatismos y de locuras humanas como la nuestra, tan parecida a la de Montaigne, de Khayyam o de Zhuang-zi, lecturas recurrentes en Ismael, las preguntas del hombre que no quiere perder su humanidad es la misma, como decía Stefan Zweig quien la formula así: “¿Cómo mantenerme libre? ¿Cómo preservar, a pesar de todas las amenazas y todos los peligros, en medio de las bandas en lucha, la insobornable claridad del espíritu, y cómo conservar ilesa la humanidad del corazón en medio de la bestialidad? ¿Cómo sustraerme a las exigencias que el Estado y la Iglesia o la política me quieren imponer contra mi voluntad? ¿Cómo defenderme para no ir en mis palabras y acciones más allá de donde mi yo más íntimo quieren llegar? ¿Cómo preservar esa parcela única y particular de mi yo, que en un rincón único me refleja el universo contra la sumisión a la mesura reglamentada y decretada desde fuera? ¿Cómo preservar mi alma propia e individual, y su materia, que solo a mí me pertenece, cómo sustraer mi cuerpo, mi salud, mis nervios, mis pensamientos, mis sentimientos, al peligro de caer víctima de una locura y de unos intereses ajenos?”
Tebrae, un libro escrito en tiempos de incertidumbre, de locura fanática y de ceguera de toda suerte responde a estas preguntas que son la de Zweig y la de Montaigne. Poeta de una risa desencantada, de un vagar de errante, de un placer que no ignora que las campanas doblarán para todos, Ismael en Tebrae nos da una efímera paz en la naturaleza donde vemos nuestra humana fragilidad. Tebrae nos deja al final más frágiles y desamparados, pero más libres, más humanos.
V
Tebrae no es un libro lineal. La poética de Tebrae nos acerca, de algún modo, a la del cineasta ruso Tarkovsky en su corta obra cinematográfica. No hay un argumento lineal, sólo se siguen secuencias del tiempo que acaban formando ante la mirada del lector, un conjunto relativo, necesariamente distinto de la de otro lector. El libro no empieza, puede terminarse en cualquiera tebria, en cualquier momento, como la vida misma. Lo mismo que en Rayuela de Julio Cortázar, el lector tiene diferentes maneras de leer el libro. Julio Cortázar en su “Tablero de dirección” dice que Rayuela es muchos libros, pero sobre todo dos. En el caso de Tebrae, el lector puede leer el libro del primer poema al último siguiendo la costumbre. Fuera de esta lectura del principio al final, tiene múltiples formas de leerlo por temas. Se puede coger en el índice del libro[30], términos como el amor, el exilio, la guerra, o las libélulas, y leyendo, componer un libro diferente tratando solo de estos temas elegidos. El lector puede también combinar temas como amor y guerra, exilio y patria. Cada combinación crea un libro nuevo dentro del libro, forma una cartografía según sus propias inquietudes. La formación de mapas nuevos según los temas hace de Tebrae un libro infinito como lo dijo el poeta José Manuel Suaréz en su introducción. Es el caso de los Ensayos de Montaigne que en el fondo es un libro compuesto por múltiples libros, según la temática elegida[31].
Una lectura seria del libro a partir de los porcentajes de las palabras usadas nos muestra las preocupaciones reales del poeta, su concepción de la vida y los temas centrales alrededor de los cuales se expresa esta concepción de la vida. A simple vista, el lector puede ver estas principales entradas en el índice que sigue.
A modo de ejemplo lo que sigue:
Azul:
52
Olvidé mi cuenco y mi manta de lana en Tombuctú.
La libélula solo tiene sus alas azules.
247
Esos días azules comienzan en tus ojos.
Son como las huellas de los gansos blancos sobre la nieve.
297
Por todas partes me siento en casa.
Nací entre los pájaros, el trigo que crece y el azul del cielo.
304
Al principio fue el silencio.
El verbo vino después con tus ojos de cielo azul.
1077
Azul noche azul.
Extiéndeme tu mano.
Risa:
1163
Aún me quedan sueños que no he soñado.
Por eso, amada, duermo a pesar del mundo para reír contigo.
1187
En mí ha muerto la Verdad, el Bien y el Mal.
Solo me queda mi risa.
1191
No tengo más tiempo de vida que éste.
No puedo dejar un día pasar sin reírme y amarte.
1193
Sólo puede reír quien tiene la fuerza de olvidar.
Amada, en tus brazos te sigo extrañando.
1203
Un día la hierba crecerá sobre mi tumba, pero no lloréis.
Nube flotante, me he reído de todo[32].
Guerra:
15
Pertenecí a un país que no conoce la primavera.
Solo había estaciones de hambrunas, guerras y epidemias.
21
Tenía una biblioteca, un jardín, una tortuga.
Ha llegado la guerra y deambulo entre la memoria y los caminos.
36
He conocido la paz y luego la guerra.
Todo pasa como un relámpago.
37
En la guerra estuve luchando por vivir.
Ahora estoy luchando por no matarme.
73
Llegó la guerra, cerró las puertas.
Salí al exilio.
Exilio:
131
Mi país es el exilio.
Limpio el polvo de los caminos con mis sandalias.
148
Pasan los años y el exilio no acaba.
Entre las ruinas de nuestra casa hay telas de araña.
191
El gran exilio comienza en la contemplación,
sus noches, sus grietas e iluminaciones.
192
El exilio salva.
Quiero ser una mariposa entre los epitafios de los héroes.
213
Desde que nací nunca he tenido lugar propio.
La garza vuela en silencio y nadie dice que se va al exilio.
VI
No me gustaría terminar sin agradecer a Ismaël Diadié Haïdara las inestimables aclaraciones y ayuda que me brindó, en las diferentes entrevistas y encuentros en los que pudimos abordar todos los temas aquí planteados.
Virginia Fernández Collado
(Almería, 1977) es profesora de Administración de Empresas en Educación Secundaria. Ha realizado los cursos de doctorado en Economía Aplicada, tiene una master en “Asesoría Fiscal” de la escuela de negocios GADE en Madrid. Ha publicado en “El periódico urbano” en Santiago de Chile y en Quillota (Chile). Ha colaborado en la revista “Axarquía”. Algunos de sus poemas aparecen en libros conjuntos. Ha publicado los libros Depredador, ed. La oficina, 2015, Poemas 2006-2016, ediciones del Genal y Fundación Fondo Kati, 2017, Bosque/forest, Fondo Kati, 2020, Forest, Fondo Kati, 2020, Lluvia, poemas 2006-2016, Fondo Kati, 2020, Los cantos de Layla, Fondo Kati, 2020, Guía para preparar la programación didáctica del cuerpo de profesores de enseñanza secundaria, Fondo Kati, 2020. Ha coordinado varias antologías poéticas. Ha recibido el 1er Premio (modalidad poesía) en el XIII Concurso de Creación Joven, Ciudad de Almería en 2011.
NOTAS:
[1] Tombuctú, 1957.
[2] José Manuel Suárez, Piedresnegres, aldea de la parroquia de Villoria (Laviana, Asturias), 1949. Poeta, periodista y profesor de filosofía, ha publicado doce libros de poemas desde 1994. Su obra, Tras la huella de un ala, Salamanca, 2019, ha recibido el XII Premio “Ciudad de Salamanca” de poesía.
[3] Ver Zen hilo rojo, Iluminación, amor y muerte del maestro zen Ikkiyû Sôjun, Mariguana Ediciones, Madrid, 2001.
[4] Ver Poesía completa, traducción Enrique Goicolea, Amargor Ediciones, Madrid 2012, 1031 páginas.
[5]Poema de origen japonés que consta de cinco versos, pentasílabos el primero y el tercero, y heptasílabos los restantes.
[6]Takobuku Ishikawa (1886-1912) fue un poeta japonés, conocido por haber modernizado los tankas.
[7] Como indica Clara Janés en Omar Khayyam Rubayat, Alianza Editorial, página 15 de la introducción: “El rubaí (singular de rubaiyat) es una forma métrica breve de gran gran eficacia que consiste en dos versos partidos por la mitad, es decir, en cuatro hemistiquios, rimando el primero, segundo y cuarto, quedando libre el tercero”
[8] Omar Khayyam (1048-1131) fue un matemático, astrónomo y poeta persa.
[9] El haiku es un género poético de origen japonés. Los haikus se escriben, según la tradición, en tres versos sin rima, de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente. Suelen hacer referencia a escenas de la naturaleza.
[10] Matsuo Bashô (1644-1694) fue el poeta más famoso del período Edo de Japón. Está considerado como uno de los cuatro grandes maestros del haiku, junto a Buson, Issa y Shiki.
[11] Fernando Basanta, Un Mutanabbi andaluz
[12] Al Wasît, Tableau de la Mauritanie au début du XXe siècle, Librairie C. Klincksieck, Paris 1970, pp. 60-61.
[13] AAM, 21 (2014) 79-95.
[14] “gāf (pl. givān), poema de cuatro hemistiquios que riman generalmente: AB AB, pero puede ser también de dos hemistiquios como este caso”. Op. cit. p. 81, nota 9.
[15] “A haute voix. Poésie féminine contemporaine en Mauritanie”, Revue du monde musulman et de la Méditerranée. Nº 54. 1989; Mauritanie, entre arabité et africanité. pp. 178-187.
[16] Ver en el prefacio de Andrés Sánchez Robayna al libro de Masaoka Shiki, Haikus y kakis, versiones de Andrés Sánchez Robayna y Masafumi Yamamoto, ed. Bilingüe, Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2021, p. 12.
[17] Op. cit: p. 61.
[18] Mujer, mundo y muerte, Genal, Málaga, 2017. p. 17.
[19] Diputación de Málaga, 2006.
[20] Ídem. p. 107-115. 1“Beber vino es desnudar el alma/
Sólo sé desnudarme ante un alma amiga.”
2 “Los dioses de nuestro templo, la patria y todos los sueños del hombre/
Mejor una copa de vino”.
3 “Ante una muchacha en flor, levantad la copa y bendecid la vida/
Así rezan los hedonistas.”
4“Todos los días el mundo y la historia me matan/
Todas las noches resucito entre la mujer y el vino”.
5 “Ni sinagogas ni iglesias ni mezquitas frecuento/
Una copa de vino: el camino más corto al cielo”.
Y en p. 121 el sexto de este libro:
“Los hombres buscan la Verdad, la Belleza, el Bien/
A mí me basta este mijo molido”.
[21] Ediciones del Genal / Fondo Kati, 2017, con prefacio de la novelista senegalesa, Aminata Sow Fall. Se trata de una edición en francés. En el libro Mujer, mundo y muerte doy una traducción al español de una tebria de este libro en p. 19. El original en francés aparece en op. cit. p. 17:
No habrá nadie en la casa para llamarme Lele
El pájaro ha dejado su nido vacío.
Personne ne sera à la maison pour m´appeler Lele
L´oiseau a laissé son nid vide.
[22] La poeta y traductora rumana, Elisabeta Botan ha traducido al rumano y publicado varias tebrae de Ismael en “Orizonturi poetice” / Horizontes poéticos, Colectia Rotonda valaha / La colección Rotonda vallada, 2, Editura Antim Ivireanul, Râmnicu Vâlcea, 2019, pp. 166. En las páginas 38 y 39 da las siguientes tebrae con su traducción:
8
He dejado de pronto de tener una infancia
Toda mi vida se reduce a tu ausencia.
Dintr-odată am încetat să mai am copilărie
Toată viața mea se rezumă la absența ta.
9
Siento ofenderte con mi vida después de tu vida
Pero una vida después de tu vida ¿Puede ser una vida?
Îmi pare rău că îți aduc ofensă cu viața mea după a ta
Dar mai poate fi viață, o altă viață după viața ta?
18
Ya no soy más que un día crucificado entre dos noches
Oh madre que no estarás cuando me bajen de la cruz.
Acum nu mai sunt decât o zi răstignită între două nopți
Of mamă tu nu vei fi de față când mă vor coborî de pe cruce.
150
Que nadie pregunte por qué hemos nacido
¡La muerte existe!
Nimeni să nu întrebe de ce ne-am născut
Moartea există!
[23] Elisabeta, Op. cit. pp. 38 – 39 nos da unas primeras versiones de estas Tebrae que también tradujo al rumano. Entre estos el número 958 y el 977 que siguen:
958
No soy más que un verso libre en el poema del mundo
fue extraño ver mi cuerpo y tu cuerpo rimar.
Nu sunt decât un vers liber din poemul lumii
a fost ciudat să îmi văd trupul rimând cu al tău.
versión final
Soy un verso libre en el poema del mundo.
Fue extraño ver tu cuerpo y el mío rimar.
Horizontes poéticos, p. 39
Después de la siesta
por doquier escucho el murmullo del río y de mi soledad.
977
După siestă
ascult peste tot murmurul râului și al singurătății mele.
versión final
Después de la siesta
por todas partes el murmullo del río y mi soledad.
Horizontes, p. 38-39.
[24] Ídem, p. 81.
[25] Franz Kafka, Diarios (1910 – 1923), Fabula Editorial Lumen, Tusquets Editores, 1995, p. 262.
[26] Ediciones del Genal/Fondo Kati, Málaga, 2015, 590 p. Sobre este libro ver: Raymond Ateba, Les lieux incertains de l’épistémê. “Pour une épistémogéocritique du cercle, de la citadelle et de la cabane”, in Épistémographies, les fabriques de l’espace et du savoir dans la fiction, Ed. L’Harmattan, 2017, pp. 27-39. En este estudio, R. Ateba estudia el problema de la construcción del espacio y de su desconstrucción y destrucción a través de Le Cercle des initiés de Tom Coraghessan Boyl (USA, 2004), Les Citadelles interdites de Henri Emmanuelli (Francia, 2007) y Une cabane au bord de l’eau (Málaga, 2015). El carácter testimonial del libro ha sido en Radio Suiza tratado por Pfeiffer Frédéric, en una emisión de una hora en Histoire vivante, del 09/04/2018.
[27] Género poético de la etnia Peul. Los estudiosos no llegan a un acuerdo sobre la etimología de la palabra. Cantos hedonistas en los que el poeta evoca los lugares, la gesta de los héroes y el placer vivido.
[28] Ed. Genal, 2017.
[29] “Nos guste o no somos testigos y llevamos el peso”
[30] Tebrae, 2021, Índice, pp. 227-238.
[31] Esto se puede ver en Eva Marcu, Répertoire des Idées de Montaigne, Genève, Librairie Droz, 1965. 1429 p. y también, Concordance des idées de Montaigne, préparée par Roy E. Leake, Indian University, David Leake et Alice Elder Leake, Genève, Droz, 1981, 2 tomos de 1442.
[32] Antes de su publicación, aparece esta versión más sencilla de este último poema, en una servilleta suelta que utiliza el poeta para escribir en los cafés:
Un día la hierba crecerá sobre mi tumba
pero no lloréis, me he reído de todo.
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