La pequeña cisne va callada al lado de su madre y ella la mira un poco preocupada, porque no es normal que estuviera tan callada. De normal era un torbellino de emociones y acciones que no paraba de girar y girar en casa, pero ahora mientras nadan por el agua del lago estaba muy callada.
Cuándo llegan a su destino, la madre se despide de ella con un abrazo y un beso y la pequeña cisne avanza hacia el resto de los otros pequeños cisnes.
Nada más empezar a moverse en sintonía con ellos, ya se encuentra mal, siente las miradas de otros, mirándola con recelo y burla. Y ella de repente se siente más pequeñita de lo que es.
Y es que resulta que la pequeña cisne no es como sus compañeros, sus plumas no son blancas como la nieve, sino más bien oscuras como el azabache y las plumas de la cabeza no son tan lisas, sino que son más bien curvadas, ella siempre intenta mantener sus plumas rizadas bajo control y que se parezcan más que a las de sus compañeras pero es imposible, siempre se vuelven a rizar.
Y ahí, es cuando la pequeña se siente cada vez peor, más pequeñita, porque en su cabeza, ya no son sólo unas pocas las que la miran con recelo, sino toda la bandada. Porque no es como ellas, porque nunca va a encajar tan bien y porque ve cómo otros cisnes mayores ven al grupo moviéndose en sincronía unos con otros y se quedan mirándola a ella, porque sobresale entre el resto y “no queda bien sino son todas iguales”. Así que la pequeña cisne espera con lágrimas en los ojos en una esquina del estanque a que venga su madre, no quiere a volver a juntarse con las demás y sentirse tan diferente.
Al día siguiente, su madre se acerca a ella y le pone un documental en su portátil, y la niña se queda de piedra, resulta que antes que ella, hubo otra mujer de piel más oscura que el resto de sus compañeros que intentó ser un cisne. Misty Copeland, al igual que ella pensó que no lo conseguiría de pequeña, pero no se rindió y siguió bailando sobre el escenario hasta conseguir que otros como ella, también bailaran en un teatro. Y siguieron más después de ella, Aesha Ash, Michaela Deprince, Marie-Astrid Mence. Y muchas otras que dieron esquinazo a las opiniones de los demás o a las caras de inconformidad, siguieron poniéndose en puntillas, con sus zapatillas nude o de tono bronce demostrando al mundo que ellas también sabían volar. La niña mira agradecida a su madre y ella le devuelve la sonrisa con un último abrazo.
Dos meses después la madre de la pequeña la mira orgullosa desde el escenario y se maravilla al ver a la pequeña niña convertida de nuevo en cisne, bailando junto a sus compañeras, debajo del escenario, su maestra las mira atentamente a todas, orgullosa de su pequeño grupo, mientras que la madre está segura de que su pequeña cisne volará tan lejos como le sean posibles sus alas.
Nota: En Economía, la “teoría del cisne negro” es una métafora que trata de dar una explicación razonable a un acontecimiento impredecible e inesperado y que tendrá un gran impacto a posteriori en la sociedad. El nombre se lo díó un economista en el siglo XVIII, que al viajar a Australia, encontró un acontecimiento de gran impacto en la sociedad europea: la existencia de cisnes negros.
Chawnny De la Cruz
Joven afrodominicana, volcada en el turismo y la escritura.
Descubre más desde Afroféminas
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
[…] Teoría del cisne negro […]