Una serie de fotografías ha dado la vuelta al mundo por mostrar a una amazona negra, que ha despertado la curiosidad de muchos, pero, ¿quién es esta desconocida mujer?
La Black Female Equestrian ha respondido que se trata de Selika Ladevski, una amazona del siglo XIX, retratada por Paul Nadar, hijo del famoso fotógrafo parisino Feliz Nadar, en 1891 en París, en pleno periodo de la Belle Époque. Aunque una de las personas que más ha estudiado la biografía de Selika, Susanna Forrest, autora de obras como The age of the horse: an equine journey through human history o If wishes were horses, ha rechazado esta hipótesis y cree que, en realidad, la fotografía es obra de un artista anónimo que trabajaba en el Studio Nadar. Por este salón pasaron numerosas celebridades durante la época como Edouard Manet, Sarah Bernhardt y Jules Vernes.
Aunque poco o nada sabemos realmente sobre la vida de Selika, se conoce que montó en el Nouveau Cirque (1886-1926) en la rue Saint-Honoré de la capital francesa. Es posible que este no fuera su verdadero nombre y que su apellido lo tomara del jinete de circo polaco Valli de Laszewski o de su esposa francesa, Lara, que trabajaba también en el Nouveau Cirque.
El nombre de Selika, por su parte, era conocido en su tiempo por denominar a la princesa hindú esclavizada que protagoniza la ópera del compositor alemán Giacomo Meyerbeer, L’Africaine, de 1864. Y también es el nombre de la primera persona negra que actuó en la Casa Blanca, la soprano de coloratura Marie Selika Williams.
Sus fotografías, que se hallan actualmente en la colección del Ministerio de Cultura francés, han llamado tanto la atención porque la mayoría de las imágenes de mujeres negras que tenemos de la Francia del siglo XIX muestran esclavas, desnudos sexualizados u otras curiosidades etnográficas con el pecho descubierto. Por lo tanto, el retrato de Selika supone una anomalía al canon establecido y una ruptura con respecto a los moldes impuestos por su tiempo.
En sus retratos, la muchacha se muestra desafiante hacia la cámara. Lleva un tenue traje de montar propio de la época, con sombrero de copa de color claro y chaqueta de jinete oscura, al mismo tiempo que sostiene una especie de fusta entre sus manos. En la que mostramos a continuación se reclina sobre el pelaje de un oso cómodamente. De hecho, su forma de captar la atención de la cámara ha sido destacada por Forrest, que no descarta que se tratara de una modelo y no de una amazona. De hecho, algunos investigadores han especulado que Nadar fotografió a una modelo desconocida y confeccionó la biografía para mejorar las ventas de su propio trabajo. Sin embargo, los retratos de Selika aparecen en los archivos franceses, lo que da credibilidad al relato, y tampoco se ha encontrado ninguna información relevante que justifique esta segunda teoría.
“Esta foto le habla al alma de toda mujer fuerte y orgullosa de ascendencia africana. Encarna nuestro espíritu atemporal y todo lo que somos y podemos ser en un retrato glorioso. Me encantaba cuando no tenía nombre; despertó mi curiosidad sin fin. Estoy muy contenta de que el nombre de Selika Ladevski y sus logros no se hayan perdido”, confesaba sobre las fotografías Sarah Jackson Browne, antropóloga y socióloga afroestadounidense.
El Nouveau Cirque, inaugurado en 1886 fue uno de los más elegantes y célebres circos de París. En él trabajó el matrimonio Laszewski durante más de una década y, aunque hay retratos del marido a lomos de su caballo, poco o nada sabemos respecto a las jóvenes que entrenaba para montar haute école, entre las que podría encontrarse Selika. De hecho, con relación a la actuación de las mujeres en el espectáculo, ellas hacían trucos y acrobacias con faldas extremadamente cortas, ya que no únicamente se exhibía a los caballos y se medía y pesaba su carne, sino también la de las mujeres, que eran valoradas por sus bustos, sus cinturas y la cola de admiradores que eran capaces de despegar.
En cuanto al tratamiento hacia las personas negras, aunque la esclavitud había sido abolida en las colonias francesas tras la Revolución de 1848, sus opciones de trabajo eran limitadas en el París de este periodo y muchas mujeres racializadas se ganaban la vida a duras penas como criadas, vendedoras ambulantes o trabajadoras sexuales. En el circo solo destaca la figura de Rafael Padilla, alias Chocolat, un payaso negro, nacido como esclavo en Cuba, que fue liberado y acabó en el Nouveau Cirque, donde se asoció con el payaso inglés George Foottit. Más adelante, sí encontraremos otros nombres como el de Miss Lala, la mujer forzuda, Pablo Fanque, también jinete, o la acróbata Sarah L’africaine, pero no hay ni rastro de ningún escrito en prensa sobre Selika. Esto puede deberse a que la mayoría de jinetes actuaban en cuadrillas de doce o más y permanecían siempre en el anonimato.
“Quizás los dueños del circo perdieron los nervios: una cosa era tener un payaso negro, una mujer fuerte acróbata o un domador de animales, pero otra era tener una mujer negra vestida con el traje de montar ultra respetable, realizando el arte ecuestre más alto y usando un jinete. El sombrero de copa del club no, como Chocolat, como una broma, sino con dignidad y aplomo”, señala Forrest para explicar por qué su historia pudo no trascender.
Muy cerca del Nouveau Cirque, en el barrio del Bois de Boulogne, en 1891 John H. Hood había trasladado treinta y ocho personas desde el Reino de Dahoney en África Occidental a un recinto de animales en los jardines zoológicos, para hacer una exhibición bajo el auspicio del gobierno francés y despertar así el interés del público en la expansión coloquial del país galo, con lo cual podemos hacernos una idea del papel que podían desempeñar los individuos afrodescendientes en él.
Pero de forma similar se trataron las fotografías de Selika, que se convirtieron en una especie de postales de intercambio entre familiares y amigos para exponerlas en álbumes y portarretratos. Algunas de ellas quedaron para la posteridad en un libro llamado La France Noire, repleto de imágenes que representan los tres siglos de historia negra en Francia. Hoy, si no fuera por estas fotografías, que se hicieron virales en 2012 y que Forrest ha analizado con tanto detenimiento, no conoceríamos la historia de esta joven, cuya fuerza y orgullo sobresale en las imágenes pues son señas de un incipiente feminismo en medio de una sociedad represiva.
Además, en 2017, se estrenó el cortometraje Las aventuras de Selika, basado en la vida de Ladevski y protagonizada por Karidja Touré. Su director, Sybil Mair, narra la historia sobre la mayoría de edad de una joven princesa africana, que, a raíz de la guerra, es enviada a trabajar como sirvienta para una familia noble en Francia a mediados del siglo XIX. Más adelante, la muchacha abandona la comodidad y la seguridad que pudiera ofrecerle esta familia, para embarcarse en el París de la segunda mitad del siglo XIX y forjar así su propio destino.
Natalia Ruiz-González
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