Les quiero contar mi historia, mejor dicho la historia de mis churros, y pese a la discriminación vivida tiene hermosos acontecimientos que cambiaron la manera de amar mi cabello y vida para siempre.
Nací en el seno de una familia humilde y de escasos recursos económicos aunque con mucho amor y generosidad para con sus siete hijos y todos sus allegados. A pesar de la situación económica a mis hermanos y a mí no nos hizo falta nada y tuvimos la oportunidad de estudiar aunque solo yo haya querido hacerlo, de los siete hermanos fui la única en graduarme.
En mi familia solo faltaba una cosa: amor a nuestras raíces afro y apreciación de nuestro color de piel. Mi madre una hermosa muchacha blanca, ojos claros, cabello rubio oscuro rizado de tan solo 18 años, sus padres blancos y ojos azules eran el gran impedimento para que mi padre un hombre negro, tanto como la noche misma, “pelo malo”, maduro de 42 años, con un corazón tan noble y hermosos sentimientos, tuviera amores con ella. Sin embargo y pese a toda oposición de mis abuelos maternos, su amor se alzo ante las normas y prejuicios, decidieron unir sus vidas e irse a vivir juntos a una pequeña casa de bahareque de la hacienda donde mi padre trabajaba como capataz.
Desde ese día los padres de ella no le dirigieron más la palabra y los menospreciaban e insultaban. Mi abuela le decía a mi madre que solo tendría hijos negros, “Carbones” “Peroles” y que no los iba aceptar como nietos. Mis padres tuvieron siete hijos y todos de color. Son muchas las palabras hirientes que se pueden decir en momentos de rabia, dolor y tristeza y años más tarde así lo reconocería mi abuela quien nos quiso tanto o más que a sus otros nietos blancos. Es así como nacimos mis seis hermanos y yo que soy la tercera de ese hermoso matrimonio que hoy en día 30 años después siguen juntos y con mucho amor.
De este modo fue mi origen ahora el desarrollo de mis churros y su drástica evolución fue más dolorosa. Durante mi niñez fui feliz, sin juguetes caros ni ropa de marca, con muchas privaciones pero con amor y calor familiar, mi cabello crecía a ritmo acelerado y como era de esperarse cada día más churro, afro, enredado y voluminoso a mi madre esto no le gustaba y por ello se dedico ella misma a cortarnos el cabello lo más pequeño posible para ahorrarse el gran trabajo de peinar y desenredar. Al cumplir mis doce años siempre tuve el cabello bien corto tipo hombrecito, no me gustaba sin embargo durante la primaria no sufrí discriminación por parte de mis compañeros y toleraba mi cabello de esa manera.
Comienza la Discriminación
Cuando inicié el primer año de bachillerato a los 12 años, quise dejar mi cabello crecer natural y sin cortarlo tanto mi madre accedió siempre y cuando lo peinara todos los días. Al comenzar el año escolar con mucha tristeza comprendí que se había acabado la niñez feliz, en los primeros días pasaba frente a un grupo de chicos sentado en las plaza y me gritaban cosas, no entendía por qué lo hacían, por que se burlaban hasta que escuche claramente “cabeza de micrófono” “pelo esponjado” entre muchas otras palabras discriminatorias. Opte por ignorar aquellas burlas, aunque en mi corazón se albergaban para convertirme en una niña aislada, apartada de todos.
Me dedique a estudiar, no tenía amigos al menos no sinceros, quería ser la mejor y así lo hice siempre estuve en el cuadro de honor de mi colegio y eso atrajo hacia mí a los chicos para que los ayudara con sus tareas y evaluaciones, poco a poco fui conformando un buen grupo es estudio y me sentía mejor, hasta contenta de que se juntaran conmigo aunque en el fondo sabia que solo era por interés educativo. Las burlas cesaron y hasta era popular por ser una de las mejores estudiantes. Sin embargo una vez más me golpearía la discriminación y esta vez de quien menos lo esperaba, la máxima autoridad de la institución, si! El director, una mañana pasando por la entrada principal del liceo el director se planta frente a mí y me dice con su tono de autoridad “Para mañana vienes con el pelo corto, lo tienes muy feo y esponjado. Así no podrás entrar a clases”. Me sentí muy mal y lloré de rabia y tristeza.
Fue allí donde tome la mala decisión de alisarme el cabello, hoy digo mala decisión pero para ese entonces sentía era mi salvación. Entonces a los 16 años me alise por primera vez, la estilista con sus comentarios burlones decía que nunca le había tocado un cabello tan malo, que haría milagros si podía y aunque no quedo del todo perfecto y definido se veía bien y era agradable a la vista de los demás. Mis compañeros decían que estaba bonito y me veía muy bien, como si mi cabello fuera la clave para ser aprobada en la sociedad mediocre donde me encontraba, donde no elegí nacer, donde solo había unos cuantos negros y por ello éramos feos o poca cosa.
Me gradué siendo una de las mejores estudiantes y con mi título también obtuve mi plancha para alisar mi cabello cada 5 o 6 días y eso era todo, la chica feliz había regresado. Antes de comenzar la universidad opté por las extensiones de cabello natural y fue genial, me veía mejor que nunca y no había rastros de la chica pelo malo, todo había quedado en el pasado.
Al culminar mis estudios de la universidad y teniendo que esperar un año para recibir mi titulo de Comunicadora Social y Educadora decidí incursionar en la vida militar, algo que todos los de mi alrededor pensaban era rudo y descabellado para mí, no les hice caso y me inscribí en el servicio militar por un año. Aunque muchas personas lo veían con extrañeza a mí me gustaba, los primeros meses fueron difíciles en el periodo de adaptación y las difíciles pruebas que había que realizar, sin embargo y con la mejor disposición que siempre me ha caracterizado lo hice. Jamás pensé que el servicio militar cambiaria mi estilo de vida de una manera drástica, pues allí deje de alisarme el cabello y aunque no lo podía llevar suelto, si lo tenía bien churro pero no era definitivo aun, unos meses lo alisaba y otros no.
Llegó el Churrito
Finalizando el Servicio militar donde aprendí mucho, conocimientos valiosos para la vida, adquirí carácter, disciplina, fuerza, pero lo mejor aprendí a valorarme cada día como ser humano a entender los sacrificios que se deben hacer, a crear una conciencia pura de lo que me rodeaba y apreciar todo lo poco o mucho que tenia. En los últimos meses que me restaban allí conocí a un hombre, no era el típico, no era ni parecido al perfil del hombre que siempre quise, que soñé. El Churrito llego a mi vida para enseñarme a amar, a amarme y aceptarme a mi misma tal cual soy, como Dios me creo, sin complejos y con mi cabello natural. Anderson como es su nombre me enseño a ser libre y amarme libre. Estás sus palabras textuales me hicieron amarlos a él mucho mas.
“Esa transición hacia un cabello natural, a verte como realmente eres, una negrita hermosa, llevará su tiempo. Supongo que al principio no te sentirás del todo cómoda y te verás tentada a planchar tu cabello de nuevo cuando empiece a crecer. Pero creo que todo pasa por la aceptación. Por quererte y creer que lo que Dios te dio es maravilloso. Si así lo crees, así como yo lo creo, que tu cabello es realmente maravilloso, y además de tu color de piel y tu eterna sonrisa, tu cabello enrolladito es tu rasgo más característico, lo que te hace única, te hace bella, lo que te hará ser más tu”
Díganme como no amar a un hombre que puede ver todo eso y más detrás de un cabello alisado, que con su mirada me transporta y me hace soñar. Hoy en día tengo 5 meses sin alisar, planchar o utilizar químicos en mi cabello, lo llevo natural, afro, rebelde, libre, tomada de la mano del hombre que me ayuda en todo el proceso y me ama al natural y en libertad, un Churrito que contradictoramente es blanco y pelón. La vida y sus formas de hacernos entender que no obtendremos todo lo que buscamos pero si lo que necesitamos y nos hace bien. Ya estoy lista para el corte, para el gran paso, el Big Chop
Gracia a él conocí Afroféminas, él es seguidor de esta página y me incentivo a seguirlas y ahora estoy encantada con todo y a diario reviso las publicaciones, así como muchas otras páginas de mujeres afro y cabello natural, por ello hoy me ánimo hoy a contarles mi historia. La historia de una Afrofémina que ama sus churros en libertad.
Autora: Yuleidy Peralta
Comunicadora social y educadora
Nueva colaboradora
Venezuela
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Hola. Realmente esto que haces es grandioso, no sabes cuanto te agradezco. Tengo 18 años recien entre a la universidad dejandome la transicion recaí y volve a tomarla a los 4 meses me hice el big shop porque no soportaba esas dos textura, el cabello quebradizo , yo misma me lo corte y realmente no sabia como me iba a peinar si el ya de por si eran dificil , fue duro llevo 2 meses adaptandome duré una semana encerrada en mi casa. Realmente siento que era necesario cortarlo porque tenia un problema de aceptacion brutal , me duele por que a mi edad la relaciones de parejas en fin. Ahora me siento mas valiente que nunca salgo como me da la gana y le he demostrado a todo el mundo y sobre todo a mi misma que me amo y no me importa. Los comentarios ya no me afectan . Son simples opiniones. Esto es un sacrificio de solo un año y se que lo voy a lograr . Gracias un beso desde colombia.. si alguna madre ve este comentario no alisen a sus hijas no les hagan ese daño ni así ellas lo deseen porque realmente uno de niño no entiende y se deja llevar por esteriotipos.