viernes, noviembre 1

Machismo, el amigo que mata

contra el machismo_Afroféminas

(Estudio de caso)

Recientemente en Cartagena, Colombia un hombre asesinó a su ex–novia motivado por  celos que, según los periódicos que publicitaron la noticia, se incrementaron a causa de que un amigo del asesino le envió una fotografía de su ex–pareja en la que supuestamente ella aparecía al lado de “otro hombre”.

En la narración de la noticia también aparecen otras situaciones que dejan entre ver hechos de violencia sistémica que sufría  Samaris Cassiani Berrío. Algunos de esos fenómenos hablan de violencia económica, de acuerdo al informe noticioso, el agresor era quien le cobraba el sueldo a la víctima, ella trabajaba y él cobraba. La violencia económica es una constante contra las mujeres en el país, a pesar de las luchas que las mujeres han adelantado por la equidad en los pagos y el respeto por el derecho a la subsistencia, aún hay mujeres que reciben menos salarios que los hombres cuando realizan el mismo trabajo que ellos.

A través del monopolio económico los hombres también se aseguran el control sobre sus parejas y socialmente se justifica el maltrato doméstico de una mujer que no trabaje. Las propias mujeres asumen que el no trabajar o recibir salario es una causante de aceptación y validación de los maltratos que lleguen a sufrir por parte de sus parejas; y es que la violencia económica no es inofensiva, ni surge del azar, la violencia económica es el resultado de la consolidación de estigmas machistas que sobre las mujeres las instituciones sociales han construido a lo largo de la historia. La principal razón para agredir económicamente a las mujeres es el hecho de que el dinero o el capital está asociado a una idea de libertad en cuya práctica no caben las mujeres, inicialmente porque la libertad permite hacer lo que se desea, y dentro de esos deseos está inmersa la intensión de no pertenencia; situación que agudiza la represión hacia las mujeres, porque la intensión de no pertenencia implica la no sujeción a la pareja, a la iglesia, a los padres, a la sociedad y demás medios de dominación femenino. Socialmente se rechaza y estigmatiza a una “mujer libertina”, se considera que es mujer de mundo y podemos pensar que ser una mujer de mundo es ser una mujer auto-determinada.  La violencia económica es una forma de maltrato doméstico, el maltratador controla todos los ingresos que lleguen a la casa, sin importarle quién haya trabajado ese dinero, en el caso de Samaris su novio sentía que tenía el derecho de administrar el dinero que ella trabajaba, se consideraba dueño absoluto de ella y de todo cuanto ella tuviera, por ejemplo de su cuerpo, de su vida.

El hecho de que Nilson cobrara el sueldo del trabajo de su novia habla también de un deseo desmedido de control sobre ella, con su conducta se evidencian los impulsos de dominación sobre Samaris, él necesitaba pruebas que le hicieran pensar que Samaris sin el control de él en la vida de ella no podría estar, controlarle el dinero era una forma también de supervisar que ella no hiciese nada sin el consentimiento de su novio, es decir, él se convirtió en una especie de tutor.

La violencia doméstica es tan compleja, primero porque tiene miles de formas y micro-formas de manifestarse, y segundo porque casi todas sus formas han sido naturalizadas por la sociedad en general, y bajo el sofisma de las relaciones amorosas se violenta la integridad física, emocional, sexual y económica de las mujeres argumentado en el amor como justificación para todas las aberraciones de que llegue a ser objeto la mujer.

Expresiones como “el que no cela no quiere”, “si ella te quiere te perdona” así lo revelan, estas concepciones son tan comunes y constantes en la vida amorosa que se llega a creer que el amor y la violencia necesariamente tienen que ir de la mano; y socialmente se juzga a la mujer que decide poner punto final al “amor” por las violencias que este le causa. Es habitual escuchar declaraciones como; “si te dejó es porque no te quería”, “si se fue es porque tiene otro”. Esta creencia del amor con dolor o violencia se la debemos a la doctrina judeo-cristiana quienes profesan que “el amor todo lo soporta”, y desde la religión se le ha encomendado a las mujeres estar sujetas a sus maridos, inconscientemente se les dice que deben amar a sus maridos sin ningún reproche y sin ninguna queja, sin importar lo que éste haga porque él es el marido.

Por la forma como los familiares de los novios narran la relación de éstos, es claro la complacencia que los familiares tenían con el control que Nilson ejercía sobre ella, al decir “donde estaba él, estaba ella. Él era el que le cobraba el sueldo y estaba pendiente a sus cosas”, es indudable que para ellos los comportamientos de Nilson con Samaris eran normales, por ello no tienen reproches frente al hecho del acoso que éste ejercía con la víctima; pues en nuestra “cultura” acoso y amor son sinónimos.

Nuestra “cultura” ha naturalizado tan escabrosamente la violencia de género que los “amigos” asumen el derecho de incitar a que una mujer sea maltratada, en el caso de Nilson podemos decir que algo así fue lo que ocurrió, porque un amigo de él le envió una fotografía de Samaris en donde supuestamente ella estaba con otro hombre; acaso Samaris por ser novia de Nilson no podía relacionarse con otros hombres? Acaso ella no podía tener amigos? Acaso ella no tenía derecho a sacarse fotografías con las personas que ella considerase?, o será entonces que Samaris debía contar con la aprobación y el permiso de su ex–novio Nilson para iniciar una nueva relación amorosa?, pues el amigo de Nilson así lo consideraba ya que le envió dicha fotografía, convirtiéndose en incitador del odio; situación que se originó por el enceguecimiento que les generó a ambos, a Nilson y a su amigo el machismo, el amigo consideraba que Samaris era propiedad de Nilson por haber sido novios, y Nilson consideraba que ella era su propiedad; y por ello su acto seguido fue asesinarla; de acuerdo a los análisis psiquiátricos de los criminales utilizar armas blancas en los mal llamados crímenes pasionales, hace alusión a la esfera sexual de los cónyuges, y Nilson agredió con un cuchillo a su ex–novia, posteriormente le disparó, acto que puede interpretarse como una garantía de que si no era para él entonces no sería para ningún otro hombre, aludiendo a su idea de propiedad sobre Samaris.

En la lógica predominante las mujeres siguen siendo consideradas objetos de propiedad de los hombres con quienes tienen relaciones sexuales, la vida de ellas debe resumirse a la satisfacción de los deseos e intereses de sus parejas, y aunque suena absurdo y arcaico las mujeres que deciden vivir para ellas mismas son objeto de señalamientos.

Otro flagelo con el que deben cargar las mujeres, además de los señalamientos, es el hecho de que hasta hace muy poco estos crímenes fueron considerados feminicidios en el país, el alto índice de impunidad que rodea los feminicidios y los crímenes que contra las mujeres y su integridad se cometen; en Colombia “entre 2014 y 2015 van mil trescientos cincuentaiún (1.351) feminicidios” Medicina Legal 2015. “Colombia, en general, no tiene los mejores índices de feminicidio. El informe de Carga Global de Violencia Armada, elaborado por la Declaración de Ginebra, encontró que los países con tasas altas de feminicidio (al menos 3 por cada 100.000 mujeres) se encuentran en América: 4 países del Caribe, 4 del Centro y 6 de Suramérica, entre ellos Colombia. El informe de Medicina Legal también revela los datos de 2015. Hasta el 31 de mayo de este año la entidad reportó 344 casos de muertes violentas de mujeres. Valle del Cauca sigue presentando la cifra más alta (75 casos), seguido por Bogotá (54), Antioquia (35) y Santander (17). El informe señala entre el 1 de enero de 2014 y el 31 de mayo de 2015 hubo 167 muertes violentas de mujeres menores de edad, lo que corresponde al 12,36% del total de los casos.”[1]

Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, Colombia es el país con más feminicidios en el continente de Hispanoamérica, por encima de México.[2]

La inoperancia del Estado para atender eficientemente las violencias de género, promover la prevención de los feminicidios y desarrollar normas judiciales eficientes para estas conductas está ligado con la “cultura” popular que considera que las mujeres que sufren violencia es porque se lo buscaron, tanto los hombres como las mujeres asumen comportamientos de tolerancia y complacencia con la violencia que sufren las mujeres, pues dentro del sistema machista patriarcal las mujeres son educadas para someterse y los hombres son educados para someter; nuestra “cultura” machista no sólo acaba con la vida de las mujeres, sino que también violenta cualquier otra forma que no sea considerada masculina, o que no se someta a la dominación masculina, como por ejemplo la homosexualidad, ser gay o lesbiana es un crimen atroz dentro de la concepción masculina del amor y la sexualidad.  Estas formas de machismo también hacen que las mujeres lesbianas quieran asumir una actitud violenta y de dominación con la otra mujer en la relación. Pues de alguna manera no es posible concebir el amor sin la figura masculina que domine.

La “cultura” popular es el arma más impetuosa que se debe derrumbar para poder ofrecer a las mujeres una sociedad que no las violente; pero todo parece apuntar a que nuestra “cultura” seguirá matando y violentando a las mujeres porque todo está diseñado para que así sea. El Estudio de Tolerancia Social e Institucional sobre idearios machistas en Colombia realizado por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer demostró queel 37% de los colombianos considera que las mujeres que se visten de manera provocativa se exponen a que las violen; el 24% que las mujeres que se relacionan con hombres violentos no deben quejarse de que las golpeen y el 19% piensa que una buena esposa tiene que obedecer a su esposo aunque no esté de acuerdo.”[3]  Aunque estas afirmaciones son aberrantes, hacen parte del imaginario social de los colombianos, donde hombres y mujeres justifican el maltrato hacia las mujeres; estas creencias facilitan el trabajo de los agresores y de alguna manera les posibilita que sus conductas no sean castigadas jurídicamente, ya que la primera sanción, la moral no se manifiesta, entonces no sienten culpa ni remordimiento, por ello aunque paguen alguna sanción jurídica no dejan de creer que lo que ellos hicieron estaba bien, y lo vuelven a hacer.

Esos mismos imaginarios son los que poseen gran parte de los funcionarios encargados de velar para que las mujeres tengan una vida libre de violencias, por eso los “avances” en materia de garantía de derechos para las mujeres son tan mínimos, “el 78% de la población opina que “la ropa sucia” se lava en casa, deslegalizando la posibilidad de que las mujeres maltratadas acudan a las instancias policiales o jurídicas a denunciar su caso. Con esta última afirmación coincidió el 54% de los funcionarios públicos.”[4]

Estas prácticas sociales de violencia machista se fundamentan en la crianza, etapa en la cual a las mujeres y a los hombres se les delimitan los roles que deben desempeñar en la sociedad, y mayoritariamente los roles de las mujeres están asociados a la obediencia, mientras que los roles masculinos se asemejan al uso de la fuerza o la violencia como medio para lograr sus deseos, el último informe de jóvenes y genero realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud (España), que saca a relucir la vigencia de estereotipos sexistas para justificar el maltrato de género, arrojó que existe la fuerte creencia de que “los hombres no deben llorar”; “aquellos que parecen agresivos son más atractivos” y “a veces es correcto amenazar a los demás para que sepan quién manda»[5].

Esa clasificación de obediencia en las mujeres también está relacionada con la concepción de debilidad que sobre ellas se construye, se les educa para que busquen a un hombre que las proteja, que las defienda, y en muchos casos que las mantenga, situaciones que crean conflicto entre el ejercicio de los roles que socialmente se consideran aptos para las mujeres, y los roles que ella desee realizar para su propia satisfacción, por ejemplo trabajar, crear empresas, no tener hijos, entre otras.

En el caso de los hombres el éxito profesional que éstos alcancen se asume con mayor naturalidad que cuando es una mujer la exitosa, casi siempre se termina asociando el crecimiento profesional de ésta con “favores sexuales”, en el imaginario popular es increíble que sea jefa y no se haya acostado con el dueño de la empresa, o con un “político importante” para tener la empresa.

Estas concepciones aunque parece descabellado que a estas alturas de la existencia humana todavía se piense así, están muy presentes en la vida de los colombianos y de los hombres en general.

La violencia doméstica es tan imperceptible que la propia víctima no llega a ser consciente de que es maltratada y su victimario llega a estar convencido que la violencia que ejerce hacia su mujer no es violencia, pues todo el mundo lo hace y la sociedad lo justifica, se normaliza. Pero aun así es importante que las mujeres estemos alertas frente a comportamientos violentos que nuestra pareja pueda llegar a desarrollar.

Tener una pareja no significa dejar de vivir; no es para nada sano que una persona deje de vivir su propia vida, de realizar sus propios sueños por vivir la vida de su pareja y realizar los sueños que su pareja tiene, cuando un cónyuge inicia a controlar a su pareja es una señal de alerta.

Casi siempre el hombre que maltrata físicamente a una mujer termina asesinándola, y antes de maltratarla ejerció acciones de control y dominación contra ella. Suena horrible, pero esa es la terrible realidad de la violencia machista, las cifras de los últimos estudios sobre mujeres asesinadas en el mundo han demostrado que más del 89% de esas mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex–parejas.  La violencia machista es una enfermedad que la padecen los hombres y las mujeres, y como la sociedad la ha normalizado no se emprenden acciones para curarla.

Situaciones de alerta (algunas):

  1. Que te revise el teléfono celular.
  2. Pedirte que le suministres tus claves de acceso a tus redes sociales, e-mails, y demás. Si es tu deseo compartirlas puedes hacerlo, pero no puedes sentirte obligada o presionada a ello.
  3. Querer saber todo lo que haces en detalle.
  4. Que llame a corroborar que si estas donde dijiste que estarías.
  5. Que te diga cómo vestir.
  6. Que no te permita salir sola, con tus amigos y/o amigas.
  7. Que se enoje si decides no tener relaciones sexuales con él. El que sean pareja no significa que tu eres su objeto del cual él puede disponer a su antojo incluso en contra de tu voluntad.
  8. Que te grite.
  9. Que use palabras soeces para referirse a ti.
  10. Que te amague.
  11. Que te amenace.
  12. Que te obligue a hacer cosas que tú no quieres.
  13. Que te manipule en la toma de tus decisiones.
  14. Que sea celoso. Una persona celosa puede llegar a ser controladora excesiva.

Para combatir eficientemente las violencias de género que padecen las mujeres debemos iniciar por construir nuevos imaginarios de lo masculino y lo femenino, donde lo uno no sea sinónimo de fuerza y lo otro no represente debilidad.

Leidys Emilsen MenaPor: Leidys Emilsen Mena Valderrama

Más de Leidys

 

 

 

Fuente de la noticia:

http://www.eluniversal.com.co/sucesos/el-se-volvio-loco-cuando-la-vio-con-otro-hombre-en-una-foto-216634

[1] http://www.elcolombiano.com/entre-2014-y-2015-van-1-351-feminicidios-medicina-legal-1-IC2352039

[2] Informe 2013-2014, El enfrentamiento de la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe elaborado por el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe: http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37185/S1500499_es.pdf?sequence=4 – See more at: http://www.feminicidio.net/articulo/la-impunidad-transmite-mensaje-se-puede-matar-las-mujeres#_ftn4

[3] http://www.fucsia.co/personajes/nacionales/articulo/conclusiones-estudio-de-tolerancia-social-institucional/61262#.VRRfAuGj_zs

[4] http://www.fucsia.co/personajes/nacionales/articulo/conclusiones-estudio-de-tolerancia-social-institucional/61262#.VRRfAuGj_zs

[5] http://www.fucsia.co/sexo-y-relaciones/vida-en-pareja/articulo/estereotipos-machistas-violencia-domestica/60513


Descubre más desde Afroféminas

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

2 comentarios

  • Lina

    Eso pasa a diario en todas partes a cada hora se esta abusando de una mujer esta es una sociedad que el hombre tiene derecho a violate y ser perdonado con la excusa que fuiste tu que lo provocaste , pero la mujer es repudiada y excluida y humillada por que fue violada

Deja un comentario

Descubre más desde Afroféminas

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo

Verificado por MonsterInsights