¿Qué le pasa al activismo antirracista cubano que no se moviliza contra la violencia machista?
Foto de Mateus Souza
A los 14 años, mi vecino, 20 años mayor que yo, tocó mis genitales mientras yo lo que esperaba de él era que me ayudara con mi tarea de inglés. Salí corriendo y hasta hace unos pocos años me sentí culpable.
A mis 20, luego de haber parido a mi hija, el padre de esta me obligaba cada noche a tener sexo. En ese entonces no sabía que me violaba.
Una tarde habanera, ya en los 2000 y tanto, mi amiga S. y yo íbamos en un bus. Nos trasladábamos de Barrio obrero al Vedado. Íbamos sentadas una al lado de la otra conversando, cuando un tipo metió la mano por la ventanilla y le tocó una teta. Nos quedamos atónitas. No pude articular palabra alguna. Me he preguntado desde entonces si pude haber reaccionado de otra manera.
Un día del 2011 me desperté “cruzá”...