Poco a poco
El chico impulsivo y enamorado por el que me había envalentonado a dejar mi vida en mi país y a creer en nuestra relación, simplemente ya no era él mismo, y yo no podía entender lo que pasaba.
La verdad es que, así que pusimos los pies en España, sentía que algo estaba distinto, a pesar de no saber decir cuándo exactamente todo había empezado. Quizás bien antes de que mirase mi Facebook a escondidas por la mañana mientras yo seguía en la cama durmiendo. Quizás mucho antes de que empezasen las quejas sobre mis escotes y mi manera de vestir. Estas cosas son sutiles y funcionan como la olla calentando poco a poco a la rana, tan despacio que cuando se entera, la rana ya está en el infierno.
No sabría decir cuándo exactamente había empezado, pero si algún hombre me miraba por la calle mientras...





