El pelo afro como refugio emocional
Hay un lugar donde el tiempo se detiene. Donde las manos se mueven con una sabiduría heredada, donde el aceite tibio penetra la fibra y el cuero cabelludo respira. Ese lugar no siempre es físico. A veces es una tarde de domingo, un rincón de la casa, una conversación entre madre e hija mientras los dedos trenzan. Para las mujeres afrodescendientes, el cuidado del cabello afro es un refugio donde habita la calma, la identidad y la pertenencia. Donde, por unas horas, el mundo exterior y sus violencias quedan suspendidos.
Este refugio existe porque afuera hay guerra. La discriminación capilar ha convertido algo tan íntimo como el pelo en campo de batalla. Emma Dabiri, académica irlandesa de padre nigeriano, lo documenta en su libro No me toques el pelo. A los 13 años, después de una fiesta...







