El beauty de Jenny
Si hay un lugar que recuerdo desde mi niñez, es ir al beauty. Las mujeres visiblemente afrodescendientes suelen ir a beautys desde muy pequeñas. O estoy casi segura que debieron haberse alisao el pelo en, al menos, alguna sala de alguna casa matriarca. “La belleza cuesta” como me decía mi tía cuando me tocaba meterme dentro de la secadora de pelo.
Jenny era una gran vecina de mi abuela. Pentecostal, fiel creyente de la venida de Cristo; por cierto muy amorosa. Jenny me vio desde que tenía dos años para un corte de puntitas. Mami decía que no tenía pelo y que después de Jenny, me creció demasiado, un tanto exagerado; casi un milagro. Desde ese entonces, no salí de su beauty. Casi como un compromiso con Dios, como yo lo tenía antes de los 10 años de edad. Asistía a todos los cultos evangé...