La migración es un fenómeno social y una práctica cotidiana. La sociedad española se desplazó a finales del siglo XIX y principios del XX hacia Abya Yala con el objetivo de ‘hacer las Américas’. Actualmente, el país recibe población inmigrante y la regularización administrativa genera la preocupación del `efecto llamada´.
Este 18 de diciembre se celebra el Día Internacional del Migrante, proclamado en el año 2000 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, invitando «a los Estados Miembros, así como a las organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, a que, para conmemorar el Día Internacional del Migrante, entre otras cosas, difundan información sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales de los migrantes, intercambien experiencias y formulen medidas para protegerlos». Por tanto, es el momento preciso para recordar que hace ya más de un año, en junio de 2020, la plataforma #RegularizacionYa! presentó en la Cámara de los diputados un Proyecto No de Ley para la regularización administrativa de 600.000 personas que viven en situación irregular en el Estado español. En su exposición de motivos denuncian que la población migrante y particularmente, las personas en situación administrativa irregular se encuentran en una situación de desprotección, negación y vulneración de derechos. La política migratoria europea y en concreto, del Estado español, restringe y condiciona la posibilidad de una vida y trabajo digno, dejando a las personas migrantes trabajadoras expuestas a mayores índices de desempleo e inestabilidad laboral, la precarización y en muchas ocasiones, la explotación.
La PNL no se aprobó. La enmienda de supresión (proposición de eliminación de la PNL), que presentó el grupo parlamentario VOX, se justificaba en el ‘efecto llamada’ que provocaría la regularización. Con esta expresión, lo que se quiere decir es que, si las personas que migran encuentran fácil la regularización, entonces vendrían más personas. Para no hablar de pronósticos y ceñirnos a los hechos, podemos echar la vista atrás para saber si antes ya ha pasado algo parecido. La verdad es que el ‘efecto llamada’ no es un fenómeno novedoso entre nosotras. A finales del siglo XIX y principios del XX, se produjo una emigración masiva de población española a Abya Yala (América), con el objetivo de ‘hacer las Américas’. ¿Y cuál era la situación administrativa de aquellas personas migrantes?
En palabras del historiador Carlos Marichal, “el trato recibido por los emigrantes españoles que llegaban a diversos países de Latinoamérica fue diverso, pero en términos generales no existieron barreras a su entrada y los recién llegados pudieron obtener la nacionalidad con notable facilidad” (El País, 2002). Las personas españolas emigraban en algunos casos reclamadas por otros familiares ya establecidos en esos lugares, formando negocios de notable éxito. ¿No es esto el ‘efecto llamada’? Imagina que te enteras de que tu hermana, tu tío, o quien sea, ha mejorado su situación económica en otro lugar y, además, te dicen que vayas porque vas a estar mejor, ¿qué harías? Pues en aquel momento, muchas personas españolas decidieron irse, porque habían escuchado que en América había posibilidades.
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Parece entonces, que nada nos distingue de las personas que vienen al Estado español actualmente, excepto que nosotras, cuando emigramos, nos dirigíamos a un lugar donde hacía unos siglos, habíamos instaurado el sistema colonial, con la explotación, el saqueo, la esclavitud, y otros mecanismos de opresión (Parra, 2010). ¿estos procesos habrían favorecido la posesión de la nacionalidad con notable facilidad? Podríamos suponer que influenciaron considerablemente, y que continúan haciéndolo, si analizamos la intencionalidad del discurso, de aquello que se dice con las expresiones que se utilizan.
Por ejemplo, la expresión ‘hacer las Américas’, ¿qué connotación tiene?, ¿qué imagen evoca?, ¿personas que migran para hacerse ricas? Es importante analizar las palabras que se usan y lo que transmiten. Otro ejemplo, la palabra ‘indiano’, que se utiliza para nombrar al emigrante español que emigró a Abya Yala y retornó a España enriquecido. Por tanto, aquel viaje a ‘las Américas’ implicaba facilidad para obtener la nacionalidad y también había posibilidad de enriquecerse. Otro asunto que más adelante se podría estudiar (aunque siempre se dice que son sucesos históricos que han quedado en el pasado, que nada tienen que ver con lo que pasa en la actualidad), es que muchas de aquellas familias se mantienen hoy en su opulencia y disfrutan del capital heredado.
Como la población española también fue emigrante (especialmente de regiones con fácil salida al mar, como Galicia, Asturias, Cantabria, el País Vasco, Cataluña y Canarias), hay quienes piensan que lo mínimo que podemos hacer es acoger a aquellas personas que buscan un futuro mejor en nuestro territorio. Sin embargo, no es comparable, porque quienes fuimos emigrantes representábamos (y representamos) la opresión del sistema colonial, y precisamente, esa diferencia hace que un viaje se llame coloquialmente ‘hacer las Américas’ y el otro se llame equivocadamente, ‘inmigración ilegal’.
Si pensamos un poco más profundamente en lo que se escuchó en la cámara de los diputados sobre la regularización de las personas en situación administrativa irregular, nos daremos cuenta de la intención de los discursos. Cuando tratan de generar una imagen mental negativa de las personas migrantes, tratan de meter miedo y odio en el cuerpo. Sin embargo, si queremos vivir conscientes, tenemos que estar bien atentas a los discursos, reflexionar y hacernos responsables, de lo contrario, podríamos sostener este tipo de discursos sin fundamento y caer en el cinismo y la incongruencia. Este 18 de diciembre nos toca reflexionar sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas migrantes.
Begoña Velasco Vieites
Activista de SOS Racismo Bizkaia – Bizkaiko SOS Arrazakeria
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