Día 07/10/2018, primer turno de las elecciones presidenciales de Brasil. Por las calles se oyen comentarios asustados de personas incrédulas con la reciente descubierta: 46,03% de los brasileños validaban el gobierno de Jair Bolsonaro, el candidato polémico y famoso por haber dicho cosas como:
“No hacen nada (las comunidades negras quilombolas). Más de mil millones de dólares al año estamos gastando en ellos. No sirven ni para procrear.”
“Los homosexuales lo son por consumo de drogas, solo una pequeña parte lo es por defecto de fábrica.”
“Tengo cinco hijos: fueron cuatro hombres, ahí en el quinto me dio una debilidad y vino una mujer.”
“Hay que dar seis horas para que los delincuentes se entreguen. Si no, se ametralla el barrio pobre desde el aire.”
“El error de la dictadura fue torturar y no matar.”
Temerosa, la izquierda sale a las calles para conversar cara a cara con los electores indecisos. El consenso general era: conquistar el máximo de votos posibles para el candidato de izquierda Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores o sería el fin. Era tarde demás. En el día 28/10/2018, en el segundo turno de las elecciones, Bolsonaro es electo presidente de Brasil con el 55,13% de los votos.
Para algunos quedó la sensación de choque, de espanto. Para muchos la pregunta: ¿en que Brasil vivía esa gente que nunca notó en sus parientes, entre sus amigos, sus compañeros de trabajo y hasta en si mismos, potenciales electores de Bolsonaro?
Una cosa es cierta, el espacio de tiempo de una campaña presidencial no es suficiente para moldear mentes que estén abiertas a defender discursos tan violentos o aceptarlos sin contestación.
El monstruo del fascismo fue alimentado por generaciones. Cuando no le dieron comida de sobra tampoco impidieron que le dieran de comer. Tu familia alimentó a Bolsonaro (¿te acuerdas de aquella “broma racista” “inofensiva”?), tus amigos (¿te acuerdas de aquella “broma” homofóbica ?), tu vecino (te acuerdas cuando habló con rechazo de los pobres o fue xenófobo?), vos (no te choca el hecho que hayan pocos o ningún negro en los espacios que frecuentas?) – cada uno que en algún momento evitó decir basta a cualquier tipo de violencia de cualquier intensidad contra minorías sociales, eligió de forma directa o indirecta a Bolsonaro.
No hablo aquí solamente de de los electores declarados, que apretaron el 17 en las urnas. Tampoco exclusivamente de los que votaron nulo. Hablo también de los electores inconscientes, aquellos que hasta votaron en el partido de izquierda y sin embargo nutrieron pensamientos y actitudes segregatorios, preconceptuosos, violentos, sin darse cuenta. O de los pasivos, que se abstuvieron de posicionarse contra tales conductas muchas veces demostradas delante de sus ojos, entre los suyos. El no combatir cualquier violencia de cualquier intensidad contra minorias sociales es la base necesaria para la aceptación social de gobiernos como el del actual presidente de Brasil y contribuye activa o pasivamente para el ascenso de la extrema derecha en todo el mundo. Al proseguir históricamente sin encontrar resistencia la violencia encontró terreno fértil para prosperar y oficializarse, pero muchos ya preveían este resultado.
Para la población negra, para la LGBTQ+, la indígena, los pobres, portadores de deficiencia, los gordos, el mito del Brasil democrático era tan fake cuanto las fake news y se comprueba por los datos.
Para los que siempre vivieron el fascismo diario de la LGBTQ+-fobia, del racismo cotidiano y institucional, del genocidio indígena, del genocidio de la población negra -nada más Brasil que un Brasil gobernado por la extrema derecha, no obstante su fama internacional de país de la alegría.
Los movimientos organizados de minorias sociales alertaban sobre el peligro del fascismo, pero eran apartados por una izquierda blanca que insistía en catalogarlos en el grupo de las¨problemáticas identitarias¨ sin jamás proponerse a analizar que la extrema derecha también tiene bien demarcada su identidad: blanca, hetero, cis.
Si en el día 28/10/2018 muchas personas blancas se preguntaban ¨dónde estaba tanta gente bolsonarista todo este tiempo que nunca había visto?¨queda la contrapregunta sobretodo para la blanquitud padrón que se considera de izquierda: ¿Dónde guardas tu Bolsonaro?
Es pertinente cuestionarse si pretendemos buscar la construcción de un futuro donde sea inadmisible socialmente la postura y discurso de personas como Jair Bolsonaro. Para la creación de un espacio social equitativo no basta solamente no votar en la extrema derecha. Como dice el refrán de la canción “Da ponte pra cá”, del compositor Mano Brown, integrante del grupo Racionais Mc´s:
¨No sirve querer, tiene que ser, tiene que hacerse
El mundo es diferente de este lado del puente
No sirve querer ser, hay que tener para cambiar”
Naíma Silva
Afro-brasileña, artista multidiciplinar (actriz,fotógrafa, cantante, productora musical, directora y poeta), bisexual, mujer cisgenero, latino-americana.
*Fotografía de Naíma de Giuliana Campos
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Agora mais do que nunca é hora de sufocar a possibilidade de bolsonarismo que existe em nós !