Se cumple esta semana un siglo de la gran matanza racista ocurrida en Tulsa, Oklahoma, a raíz de una falsa acusación de violación a una joven blanca por un muchacho negro, que plasmó un periódico local y desató una serie de disturbios violentos, que causaron la muerte al menos a 300 personas y la destrucción de más de 1200 viviendas por ciudadanos blancos, unos gravísimos hechos que permanecieron silenciados durante décadas y que aún hoy no han sido juzgados ni reparados.
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