Cinco minutos antes de la cuenta atrás había nervios, inquietud y todavía quedaba algo de esperanza. Sin embargo, esta se desvaneció desde la primera campanada. La pasada madrugada del nueve de mayo, Madrid se vistió de gala y salió a celebrar como si les fuera la vida en ello, –y sin ser realmente conscientes de lo mucho que les va–.
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