La tribu quiere entregarme en matrimonio
Mi madre quiere que me case. Mi padre exige recibir la dote pero no ha decidido la cantidad. Ayer, en la Casa de la Palabra, escuché a los hombres de la tribu discutiendo mi probable precio. «Tres mil quinientos euros no estarían mal», insinuó Obama, el hombre más viejo del linaje tribal. Sus opiniones son decisivas y casi inamovibles. Las mujeres de la tribu exigen que produzca dinero. «Ya ha menstruado, ¿qué más espera para traer riquezas a casa?», me echan en cara cada vez que nos encontramos. Los varones no dicen nada abiertamente: las hembras son el canal de información que me llega puntualmente.
Del matrimonio, ni hablar. Así manda mi infante corazón. No quiero ser esclava. En mi país las esposas reciben el billete de la represión desde el «sí quiero». Desde entonces, se recluyen en...