jueves, noviembre 7

Etiqueta: magrebí

Pagando la esclavitud de mi género
Testimonio, Voces Afroféminas

Pagando la esclavitud de mi género

Una ilustración de @stephanie.chavess Hola eima Naima, hoy me encuentro como tú, durmiendo en un banco. Me imagino que tus motivos y los míos han sido bastante parecidos. Ambas lo hemos hecho por valor. Por no seguir con una dinámica que nos asfixiaba, que nos coartaba, que nos exigía renunciar a quien realmente éramos. Quizá yo haya llegado al punto de no saber quién soy. Quizá nunca lo haya sabido. Pero ahora siento que nada está bien. He crecido intelectualmente pero no puedo desarrollarme. Alguien me coarta con su carácter, me acalla con su temperamento, me convierte en nadie con sus planes. Siempre tendría que haber sido algo diferente a lo que soy. Y nunca hay tiempo para ser, solo para "deberías ser". Yo no soy nada y no debería ser nada. ¿Por qué me predispongo a...
Nuestra arrebatada libertad de existir
AfroReflexión, Testimonio

Nuestra arrebatada libertad de existir

Safia Elhillo's arabe-estadounidense premiada en 2018 La verdad es que muchas de nosotras nos levantamos cada mañana sin pertenecer. Nacimos en un lugar o provenimos de otro, (según la conveniencia de nuestra sociedad oportunista), y yacemos en un umbral de miedos que nos abanica inseguridades y nos arropa de estigmas en su más máxima esplendor. La lucha que tiene una mujer migrada o racializada, no debería marcarnos de guerreras, si no más bien como supervivientes de una guerra que no debería correspondernos. La dualidad de las culturas, que nos mantiene en unos márgenes entre si ser de aquí, de allá, si ser mujer o ser marioneta, se repite en nuestras mentes hasta la saciedad, y nos crea ese límite de creencias en el cual nos obligan a creer toda la vida, y eso, amigxs míxs, no es ...
Una mañana más
Testimonio, Voces Afroféminas

Una mañana más

La alarma del despertador irrumpía en mis oídos como una ametralladora, con la ilusión de que fuese una simple pesadilla abrí un poco el ojo derecho. -¡Dios mío, las siete y media!- me decía mientras hundía la cabeza en mi almohada. Alargué la mano y la apagué. Me di la vuelta colocándome boca arriba y empecé a mirar el techo perdiéndome en cada una de las gotas de ese gotelé tan anticuado. No había solución, por más que quisiese encontrarla, era lunes y tenía que levantarme para ir a la universidad. Al levantarme suspiré de forma profunda y me dije: -Tranquila Mariam, cuando vuelvas te echas una siesta- una frase que me repito cada mañana, como la gran mayoría de la humanidad, para consolarme y hacer que la separación de mi cama sea más amena. Después de hacer ejercicio con el nórdico par...
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