Se habla fuerte
La Cotorra era bajita y muy, muy delgada, pero por su fuerte forma de caminar, siempre se le reconocía desde lejos. Nos contaba que muchas veces compraba su ropa en la sección de niños de Ciudad Traki, y que allí le costaba todo mucho más barato. Era común encontrarla, como al resto, en el centro comercial al final de la tarde, cuando todas acabábamos nuestros horarios laborales o nuestras rutinas. El día que la conocí, venía de uniforme, con una camisa de salir, unos jeans muy ceñidos y una carpeta de cuero imitado apretada con ambos brazos contra el pecho. La Héctor y yo hacíamos planes para el fin de semana y la invitamos. La Cotorra, de quien nunca supe su verdadero nombre, o simplemente no lo recuerdo, respondió simplemente diciendo: Acuérdate.
No me quedó claro si había aceptado l...