Negra, negra, negra
Hace unos sábados, me desperté emocionada y enérgica. Era un día soleado de enero y la temperatura era más alta de lo que inicialmente se pronosticaba. Ya sabes, fue uno de esos días de invierno raros y "cálidos" que te recuerdan que la primavera está cerca. O en palabras de mi madre, hace tiempo de "enfermarse".
De inmediato, pensé en todas las posibilidades del día. Quizás podría visitar uno de los museos locales. Pero no, mejor el museo no, voy con mis hijos y son muy ruidosos, probablemente nos llamen la atención. O podría pedirle a una de mis amigas que tomara un café. Pero debe ser en un sitio donde haya el suficiente ruido como para ahogar nuestra conversación. Odio las miradas cuando escuchan nuestras discusiones sobre de racismo, política, ya sabes...
En medio...