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viernes, abril 19

La Influencia de los parámetros de la belleza promovidos por la publicidad, como arma de segregación social a la mujer afrodescendiente

En todas las etapas de nuestra vida, el concepto instalado sobre lo bello y lo feo vive rodeando nuestro desarrollo y afectando nuestra construcción.

Cuando somos niños, nos sentimos muy seguros de nosotros porque no nos importa tanto nuestra imagen. Será porque nuestros padres siempre nos hacen sentir que somos la  persona más bella que han visto en su vida, pero a raíz que vamos creciendo y avanzando en la escala social y educativa vamos tomando noción de las cosas, incluso podemos observar que en la mayoría de los casos las chicas o chicos que se adaptan mejor físicamente al estereotipo predominante tienen mejor vida social, es decir todos quieren ser amigo de la bella e ignorar a la fea.

Vivimos bombardeados de mensajes e imágenes que resaltan esta cualidad, incluso las redes sociales promueven una vida superficial, donde la inclusión está en recesión; puesto que gracias a la Barbie la diversidad étnica queda solo para las clases de etnografía, en cada etapa de la evolución humana hubo diferentes estilos de belleza, en la prehistoria lo primero que hizo el hombre fue adornarse a sí mismo, en la civilización egipcia siempre sobresale la belleza mística de Cleopatra. El arte clásico cultivó la exaltación de la belleza y plasmó los cánones ideales en una de sus obras más perfectas. En Roma el culto por la belleza dejó de ser exclusivo de la mujer participando en ella también el hombre, entre otros ejemplos. Entonces podemos decir que el concepto de belleza ha sido creado e instalado no para sobresaltar la característica de una cosa que a través de una experiencia sensorial (percepción) procura una sensación de placer o un sentimiento de satisfacción. En este sentido, la belleza proviene de manifestaciones tales como la forma, el aspecto visual, el movimiento y el sonido, aunque también se la asocia, en menor medida, a los sabores y olores, sino que se ha establecido como un negocio más, como una forma de comercializar, por ende, hay muchos que hoy viven de su imagen.

¿Pero cómo afecta la publicidad en nuestra aceptación, en nuestra construcción de lo feo y de lo bello, según nuestro género u etnia?

El cerebro de los hombres y las mujeres se desarrolla de forma diferente. Esto hace que respondamos a determinados estímulos de forma distinta, y estas diferencias, son tomadas en cuenta en la comunicación y publicidad según el género, la clase social, cultura o subcultura, a la que pertenezcamos, para manipular nuestro concepto de identidad.

Biológicamente, la mujer desarrolla más algunas áreas del cerebro, lo que resulta en comportamientos y reacciones específicas, En la corteza prefrontal se desarrollan varios procesos, entre ellos las emociones.

Las mujeres se enganchan más con contenido emocional. Esto no es nuevo, pero ahora sabes que tiene un fundamento científico. Esto no necesariamente quiere decir que toda la comunicación deba tener un tinte cursi o romántico, más bien, la comunicación hacia las mujeres debe tocar temas que le preocupan a ella como mujer, como su aceptación personal, donde la constante promoción de la belleza y la constante exhibición del cuerpo, creando en el inconsciente la idea de cómo debe ser nuestro cuerpo, estableciendo como medidas perfectas el típico 90-60-90.

¿Pero qué sucede cuando no logramos encajar en esta construcción social de la belleza?

Empieza la inseguridad a abrazar nuestra psiquis, creando en algunos casos dismorfia corporal, (La dismorfia corporal se caracteriza por una sobredimensión de las preocupaciones normales por la apariencia física).

Asimismo, se imponen patrones blancos de belleza —y, por ende, el descrédito de la belleza negra— ha sido uno de los fuertes de la cultura patriarcal sexista/racista/etnocentrista. La belleza occidental pasa, necesariamente, por el rostro del individuo.

Esta construcción occidental de los parámetros de la belleza, no se dio por casualidad, fue la esclavitud la que engendró el racismo en occidente y no a la inversa. Siguiéndole la construcción de todo un andamiaje social, político, ideológico y cultural, dentro del cual, finalmente, el esclavo terminó siéndolo, también por ser negro.

Por tanto, labios, nariz, y cabello son los centros de atención, ya que «un supuesto esencial ha sido que los negros —con nuestro pelo pasudo, nariz chata, labios gruesos, piel oscura, prognatismo y esteatopigia— son feos», creencia que se ha traducido regularmente en que: la belleza y la deformidad corporales varían en correlación con la belleza y la deformidad morales, así como con la capacidad cultural e intelectual general. las condiciones sociales actuales hacen que la apariencia física sea central para la construcción de la condición de mujer y la feminidad; y completamente periférica para la construcción de la condición de hombre y la masculinidad, la conversación sobre la belleza física se reduce más o menos a una conversación sobre la condición de mujer, la feminidad y las mujeres.

De manera similar, se ha reforzado por mucho tiempo la creencia de que el pelo lacio es un componente de la belleza física. Para las mujeres negras o afrodescendientes, el tratamiento y peinado del cabello es una actividad que demanda tiempo, recursos, creatividad, y en cierta medida va unida a parte de la historia familiar de estas mujeres.

En relación con la producción cinematográfica, la publicidad y los medios de comunicación, ha remarcado la ausencia de la mujer afrodescendiente real en los filmes, los comerciales, dándole paso a papeles creados basados en estereotipos adjudicados a las mujeres negras.

En la actualidad, el tratamiento en la música, la literatura y en el audiovisual de los cuerpos negros ya no adjudica a las mujeres tal disponibilidad pasiva —relacionada con la subordinación de la esclavitud. En su lugar aparecen como figuras del deseo y son representadas como destino ineludible para hombres (negros y blancos) con vida sexual activa, que al mismo tiempo construye el mito de que la mujer negra es sexualmente más angosta de vagina, más caliente y más resistente a la hora de las relaciones sexuales.

En conclusión la cultura popular, las películas, la televisión, la música, llevan mensajes sobre cómo funciona la sociedad y de cómo deberían comportarse las personas y de qué manera el entretenimiento no es carente de valores, tiene un contenido ideológico que presenta una visión del mundo que influencia a las personas que miran la programación, e imponen tendencia por ende aumenta cada vez más el narcisismo  que es la enfermedad de fines del siglo 21 resultando muy preocupante ver hasta donde llegamos las mujeres para alcanzar el ideal de belleza establecido para atraer al sexo opuesto, competir con nuestro mismo sexo y lograr así la aceptación de la sociedad individualista y comercial en la que vivimos.

Al conocer todos estos antecedentes y construir en base de nuestra aceptación personal, barreras de filtrado donde seleccionemos lo que sea positivo y no atente contra nuestra esencia natural, podremos convivir en este sistema, aunque al principio seamos encasillados en algún adjetivo calificativo, como, raro o fuera de tendencia, marcando de cierta manera una nueva tendencia donde no perdemos el eje de quiénes somos.

Fuentes:

Paul C. Taylor: «El derriz de Malcom y los colores de Danto; o cuatro peticiones lógicas concernientes a la raza, la belleza y…», Criterios, La Habana, no. 34, 2003, p 51.

Ibíd., p. 53.

http://neuromarketing.la/2016/08/neuromarketing-para-ellos-y-para-ellas/ José Melgar.


Melina Schweizer

Domicana y Argentina. Estudiante de Periodismo en la Universidad Argentina John F. KENNEDY , ACTRIZ


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3 comentarios

  • todo esto pasa, gracias a los amos de este mundo, RACISTAS Y CLASISTAS.. en donde la raza negra ha sido ODIADA por estos, e incluso, haciendose ver «amigos» de negros, solo nos usan para queitarnos ntra propia identidad.