¿Lo que no se nombra no existe? Llamemos lo negro por su nombre: negro
«¡Esta chica se ha quedado anclada en el tema de lo negro!», seguro dirá algún amigo o amiga. Ya lo ha hecho mi padre, conocidos, en fin. Pero sucede que lo negro, por decirlo de una forma, no se advierte como norma, no se contempla como posibilidad primera, es una opción apenas conveniente, no es algo que pueda ser, que ocurra, no se piensa que alguien lo sea, no es el primer pensamiento.
Es mucho lo que hay que decir sobre lo negro. Cuando es visibilizado, suele ser por dos circunstancias: o es explícitamente nombrado, lo cual suele poner a la defensiva a unos y generar ofensiva desde otros; o viene a colación como adjetivo peyorativo asociado a cualquier idea concebida en su peor parte: «negra suerte», «humor negro», «trabajar como un negro», y un ofensivo etcétera. De manera que la ide...