Está bueno ya
No se puede tener al pueblo atemorizado eternamente. El miedo es un método de control eficaz a corto, medio plazo, pero no dura para siempre. Sobre todo, no dura cuando no hay comida ni medicamentos, y volvemos a los apagones de los años ‘90 y los bistecs de frazada de piso.
Manifestantes en el Malecón de La Habana durante las protestas.
Es la medianoche de lo que para mí sigue siendo el 11 de julio. Ajena al revuelo que sacude la isla desde hace unas horas, llamo a mi madre para chismear un rato. Somos así. Hablamos todos los días ahora que podemos, aunque me dejo más presupuesto en sus datos móviles que en todos los servicios juntos de mi compañía telefónica. Supongo que se me ha quedado el trauma de los años en los que hacía un recorrido de una hora para ir a aquel locutorio...