Malcolm X: 60 años después, el fuego no se apaga
Sesenta años después de que las balas volaran dentro del Audubon Ballroom, los ecos de la voz de Malcolm X se niegan a apagarse. Sus palabras —afiladas como navajas, firmes y empapadas del fuego justo de la furia de un pueblo— todavía laten en el torrente sanguíneo de la lucha. Su muerte fue un asesinato, sí, pero también un intento de borrar a un hombre que se había vuelto demasiado poderoso, demasiado elocuente, demasiado peligroso para los Estados Unidos que preferían a sus hombres negros doblegados o quebrados. Sin embargo, incluso cuando su cuerpo cayó al suelo, su legado se mantuvo más en lo alto.
Ossie Davis lo llamó príncipe. No un príncipe de cuentos de hadas, no un príncipe que esperaba la coronación, sino un príncipe negro forjado en el calor de la traición de una nación, un ...