El Paraíso en diáspora
“Antes de que saliera el primer rayo de sol, a mediados de agosto, quince familias se marcharon de Haven, pero no se dirigieron, como otros, hacia Muskogee o California, Saint Louis, Houston, Langston o Chicago, sino que se adentraron en Oklahoma, para huir lo más lejos posible de la degradación que contaminaba el pueblo que habían levantado sus abuelos.”
(Morrison; 1998, 28)
“En el límite norte había una señal que rezaba: «Negros no.» En el extremo sur, había una cruz.”
(Morrison; 1998, 173)
Se asoma el amanecer a un convento perdido en Oklahoma, duermen allí un grupo de mujeres: Consolata, Mavis, Grace, Seneca, mujeres que encontraron allí el lugar para lidiar con la pena. Todo parece dormido, unos hombres entran sigilosos, es el final de la larga tensión gestada entre las mujeres del ...