Vida
Foto de Helen King
Conocí a Lisha limpiando habitaciones de piso en Barcelona. << ¿Quién me iba a decir que sería una Kelly cuando aterricé?>>, me dijo una vez sonriente y agotada mientras intentábamos alizar las sábanas blancas de algún turista perdido por la ciudad condal. Lisha tenía los ojos más grandes que había visto jamás. Grandes, vivarachos, y tristes. Los ojos más tristes que no he vuelto a ver. Lisha me contó que eligió ese nombre en honor a su madre. <<Mi mamá siempre decía que yo venía a hacer grandes cambios, que debía estar atenta a todo y nunca separarme de ella, era una mujer hermosa, aún conservo en la memoria el olor a tierra mojada y a quraac para desayunar>>.
Quien le iba a decir que unos años después sus manos se soltarían para siempre. Con el tiemp...