Hablemos de etnias, no de “razas”
Si algo tengo claro son dos cosas: la primera, que el lenguaje confirma realidades; y la segunda, que como mismo las confirma, también las destruye y las reconstruye. Por eso, veo necesario hacer hincapié en la manera de comunicarnos, pues curiosamente, somos las personas que pertenecemos a grupos oprimidos, las que peor terminamos paradas. Y es que, aunque no lo parezca, los términos, las expresiones y la tonalidad con la que nos dirigimos al mundo, pueden llegar a convertirse en un arma de fuego que daña directamente a ciertas comunidades.
Fotografía de Jacob Lund
Asimismo, es evidente que todas hemos nacido con las reglas del juego ya establecidas, y que a medida que crecemos, vamos interiorizando determinadas creencias, muchas de ellas basadas en la subjetividad de una sociedad...