Con el tiempo, nuestros deseos colectivos de desmontar estos organismos se transformaron a la posibilidad de pertenecer. Abolir el sistema carcelario y la policía, parecía demasiado lejano, resultó mucho más simple exigir que no se nos discriminara para poder entrar a estos espacios. Así mismo, el matrimonio se convirtió en la pieza que nos permitía escapar de todas las desigualdades a las que estábamos expuestes, claro está, si el único motivo de nuestra vulneración era el no ser heterosexuales.
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