El exatleta Isaac Viciosa, ha declarado recientemente que le hubiese gustado el record que acaba de batir el atleta Mo Katir, lo hubiede conseguido «alguien con apellidos castellanos» ha sacado a la luz, una vez más, el racismo oculto y silencioso que muchas personas aún tienen interiorizado de una manera importante.
La multiuculturalidad ha entrado en España, sin embargo, las declaraciones de Viciosa me hicieron reflexionar sobre si hemos logrado tanto progreso en torno a la diversidad como a los españoles en general nos gustaría creer. Recuerdo que en la escuela hace años, mientras pasaban lista, solía haber tropezones y pausas mientras los maestros intentaban leer mi nombre y luego decían algo así como «la niña con el nombre que no puedo pronunciar».
Viciosa ha pedido perdón. En una larga carta ha utilizado el recurso de «Tengo amigos y familiares extranjeros» así que no puedo ser racista. Pero la realidad es que el primer impulso, cuando no había críticas, y hablaba seguramente en confianza con otra persona blanca, lo que le salió, lo que de verdad pensaba era, resumiendo, que Mo Katir no puede ser español, no es un español de verdad.
¿Cuál es el detonante del malestar, esta resistencia a los nombres extranjeros? LLevo lidiando con lo del nombre toda mi vida, y se que se siente. Las declaraciones de Vicisosa, son una expresión más de lo que yo he vivido durante toda esta vida de la que hablo, y que Mo Katir también ha experimentado en Murcia durante su infancia y adolescendia, y sigue viviendo, como acaba de demostrar Vicisosa en una frase.
Viciosa no es el Gran Cícople del Ku Klux Klan natural de un pueblito de Alabama. Es una persona de una población rural española, educado en lo que se han educado todas las personas de su generación: la ausencia total de la otredad, la ivisibilización de cualquier otra identidad, idioma o nombre y el monolitismo cultural castellano de lo que ahora llaman la España vaciada.
Mo Katir ha sido víctima de ese racismo tan español que llaman de baja intensidad. Ese de siempre hacerte sentir de fuera, que no perteneces, que no eres una parte de este lugar. Estoy segura que Mo Katir está más que acostumbrado, y quizás ha remomorado, como a mi me pasó, esos días en que los profesores se trababan al pronunciar su nombre.
Seguramente nunca imaginó que de aquello, que parecía inocente, incluso ridículo, tuviese la consecuencia de lo que ha vivido hoy.
Mo Katir me representa, así que espero que gane la medalla de Oro para este país, que es el mío, y no el mismo que el de Viciosa.
Ashanti Acheampong
Mujer, negra y afofeminista.
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