Resulta impactante que la minoría de edad de quienes forman parte de este grupo no sea un límite para el ensañamiento del que son víctimas, pero con su criminalización y despersonalización, unido a una teórica escasez de recursos y derechos, que ha permitido arrebatarles el carné de personas, les ha convertido en el enemigo perfecto de la derecha y sus defensores.
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