Cuando hablamos del Pacífico colombiano, se desencadenan una serie de recuerdos los cuales en cierta medida nos permiten tener una pequeña visión de lo que ocurre en estas tierras, con la gran inquietud que a sabiendas de ser un territorio rico tanto en su fauna y flora, como en sus tradiciones culturales, actualmente está polarizado por la violencia que se extiende como una ráfaga de luz.
Para hacer un análisis certero de la situación que vivencian estas comunidades, debemos realizar un recorrido por nuestros antecedentes y cómo a partir de la segregación realizada por el Estado se encuentran cada vez más encarecidos nuestros derechos fundamentales, un caso particular es el evidenciado en Buenaventura, puerto que se caracteriza como el más importante dentro Colombia y aun así la inversión realizada es poca; pero no hablo de inversión en infraestructura, dado a que desde hace varios años se viene con una construcción eterna, pero construcción al fin y al cabo, que “avanza” sin tener en cuenta que frente a la “majestuosidad” de sus obras se haya una realidad crítica, llena de vacíos, que es imposible no percibir, que mientras el Gobierno hace todo para ocultar la problemática vivida, se sabe que la punta del iceberg no tiene nada que ver con su fondo, porqué mientras dicen que la militarización realizada para disminuir la violencia y hacerle frente a las casas de pique fue efectiva, la realidad es que muchos niños y niñas se encuentran sin educación y en situación de extrema pobreza, lo que indica muy posiblemente es que sus oportunidades de ser unas personas de bien se ven claramente minimizadas por su entorno, por el hambre, la falta de agua y la abundancia de violencia.
A partir de esto nace la pregunta del porqué las comunidades negras en su gran mayoría somos las más vulnerables, respuesta que trae a colación varios vejámenes a los cuales hemos sido sometidos, tales como la esclavitud y el considerarnos como minoría; a raíz de esto se desarrolló una lucha por los derechos, los cuales, gran parte de ellos no están siendo tenidos en cuenta. Muchos se atreverán a decir que las ansias de superación lo pueden todo, pero cuando no se ha tenido una educación para esto, no solo la de las escuelas, colegios, universidades, etc. sino la del entorno, es aún más difícil que alguien surja, no es falta de ganas, a mi parecer, es falta de orientación, sin llegar a excusar la pereza y la patanería de algunos que solo quieren “surgir” haciendo las cosas de mala forma, robando, amenazando, matando.
A pesar de toda esta problemática hemos contribuido satisfactoriamente en gran medida a la historia de este país que tanta veces nos ha abofeteado, con las cantaoras, con Raúl Cuero y sus aportes a la NASA o Josefina Klinger, una mujer del Chocó que ahora es merecedora del premio Mujer Cafam 2015, líder de la Fundación Mano Cambiada, promoviendo el ecoturismo, entre otros personajes que han demostrado de qué estamos hechos nosotros, los negros.
Ivonne Caicedo
Comunicadora Social, Colombia.