Un acto de reivindicación por el derecho de la mujer a vivir sin violencia.
Sanpachito en Medellín es un escenario de manifestación artística que durante más de catorce años se ha tomado las calles de la ciudad más innovadora del mundo, evidenciando los procesos étnicos y culturales que se desarrollan al interior de la ciudad.
Esta actividad tiene su origen en la celebración tradicional del Chocó, nombrada oficialmente como la Fiesta de San Pacho o de San Francisco de Asís, dicha festividad tiene sus inicios en el año 1648 con el franciscano Fray Matías Abad, precursor de las misiones religiosas en el Chocó, quien fundó una iglesia que asumió a San Francisco de Asís como patrono y señor del casco urbano, Quibdó; pero fue con el obispo Nicolás Medrano en 1926 que la festividad se convirtió en un espacio de manifestaciones religiosas, paganas, culturales y étnicas, lo cual hizo que se transformara en una distinción socio-cultural del pueblo chocoano, hasta el punto que fue declarado por la ONU Patrimonio Material e Inmaterial de la Humanidad. En la actualidad los chocoanos y chocoanas dispersados en el país replican esa manifestación folclórica, y Medellín fue la primera ciudad en realizar esa replica, nombrada como “Sanpachito en Medellín”, luego las ciudades de Cali y Bogotá, entre otras.
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Aun cuando la ciudad de Medellín se sigue erigiendo como una metrópoli mestiza, cada uno de sus rincones y calles hablan a gritos del multicolor que la viste.
En ese multicolor se encuentran más de doscientos dieciocho mil (218.000) negros afrocolombianos, de los cuales aproximadamente el 60% son de la ciudad, y más del 52% del total son mujeres; por ello escenarios como estos, al igual que muchos otros son reivindicados políticamente por las mujeres negras en la ciudad, para visibilizar la lucha constante de ellas por su derecho a existir y vivir libres de violencias, y que su aporte a la construcción de la ciudad les sea reconocido, más allá de una belleza exótica que con sus cuerpos despampanantes adornan las calles.
Fotos de Nazly Blandón Mercado y Leidys Mena Valderrama
Esa iniciativa fue promovida por la MESA POLÍTICA URAMBA AFRO, que desde el 2012 viene trabajando por la articulación política de las comunidades negras de Medellín y Antioquia, y el empoderamiento de las mujeres negras. Durante la celebración, la Mesa Uramba Afro fue el único espacio de mujeres que llevo mensajes de protesta contra las violencias que aquejan a las mujeres negras en la ciudad, y de esperanza para continuar desarrollando estrategias de defensa del ser mujer, en consonancia con la aceptación de la feminidad sin los estereotipos comerciales que desvirtúan la esencia de nuestro ser.
La Mesa acompaño el desfile de comparsas, el bunde y el rebulú con la mayor arma de defensa que debe tener toda mujer; el amor por sí misma, estas mujeres se llenaron de amor por ellas y salieron a irradiar ese amor a otras mujeres. Además dejaron un mensaje claro para la ciudad, pues evidenciaron la labor que vienen desempeñando para erradicar y prevenir las violencias que padece la mujer negra, el mensaje más evidente fue tal vez la no aceptación de las violencias sutiles que constantemente están flagelando a nuestras mujeres.
A través de expresiones como “las negras bailan muy bien”, “negra que no sepa bailar no es negra”, “para que cabeza con tanta nalga”, “las negras son mi fantasía”, “las negras son calientes” y demás, evidencian los imaginarios errados que la sociedad ha construido sobre la mujer negra, exotizándola y haciendo de ella un fetiche; y por la sutilidad de los mismos al ser disfrazados de “piropos” se implantan fácilmente en el inconsciente de los sujetos, y de la misma mujer quien puede llegar a asumir como galantería esas expresiones de violencia, y esto a su vez contribuye con la naturalización de la violencia, proceso que hace difícil la erradicación de esas conductas dado que ya han sido asumidas como “normales”.
La mujer negra desde su primera aparición en la tierra ha estado al servicio de la humanidad, una muestra de ello es la Eva mitocondrial, madre de todos los mortales.
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Cuando los humanos empezaron a distribuirse en todo el planeta, se fueron construyendo las primeras sociedades, donde básicamente la mujer seguía siendo el eje central. Pero en algún momento, por razones a un no claras, los humanos comenzaron a devorarse, y los pueblos o sociedades que no desarrollaron la idea de devorarse sin razón alguna, sufrieron las consecuencias más atroces de la barbarie humana, esas consecuencias continúan hasta nuestros días y la mujer negra sigue siendo la más afectada, tal como lo dijo recientemente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos – CIDH, dentro del conflicto y la violencia que vive Colombia, la mujer negra es la más violentada, y el Estado no hace lo suficiente para protegerla y garantizarle una vida libre de violencias, y que pueda crecer y desenvolverse en un entorno de dignidad. Por lo tanto el hecho de que la Mesa Política Uramba Afro haya convertido la celebración del Sanpachito en una plataforma política para denunciar y evidenciar los procesos organizativos de resistencia frente a todas las formas de violencia que flagelan a la mujer negra, le da un valor agregado a la festividad, ya que de forma inconsciente esta enviado el mensaje de que la mujer negra no es sólo para bailar y adornar las calles, también, sensibilizaron a la ciudad sobre la necesidad de asumir su diversidad étnica y cultural sin reduccionismos culturales, y dar a la mujer negra el trato digno que merece.
Igualmente esa participación activa de la Uramba Afro es un llamado a la institucionalidad para que desarrolle el enfoque étnico diferencial en la atención de las mujeres negras afrocolombianas de la ciudad, y les posibilite los espacios necesarios para garantizarles el derecho a vivir sin ser estigmatizadas por la forma de sus cuerpos, ni por ninguna otra razón.
Leidys Emilsen Mena Valderrama