Si tú hubieras conocido a mi yo del pasado te costaría reconocerme hoy. Te preguntarías cómo una niña tan frágil, callada y encerrada en sí misma, ha podido convertirse en esta feminista negra fuerte y luchadora. Para llegar a lo que soy ahora tuve que cambiar por dentro, no por fuera.
Desearía poder darte un manual de instrucciones de cómo me transformé en lo que soy hoy. Lamentablemente no lo tengo, solo tengo mi voz y testimonio para darte un pequeño empujón si te encuentras en una situación parecida a la mía.
Cuando era niña, me atacaban sin piedad por mi peso y mi piel muy negra. El bullying que sufrí en la escuela fue extremadamente cruel. Cada día durante años sufría insultos, golpes y humillaciones.
Como resultado, mi autoestima se derrumbó y la depresión que sufría era más que evidente. Me odiaba a mí misma y a mi vida. Envidiaba la vida de mis amigas porque les gustaban a los chicos. Necesitaba (como todas las chicas) ser querida y deseada. Quería sentirme bella y me sometía a dietas salvajes que acaban con mi autoestima y mi salud. Odiaba mi cara y mi piel, y solo quería enrollarme como un un ovillo, quedarme en una esquina en algún lugar y desaparecer. Estaba tan mal que estaba contemplando la idea de suicidarme y fantaseaba con la ida del sufrimiento que causaría mi desaparición a aquellos que me despreciaban. En los suicidas la culpa que pueden generar en otros es una motivación.
El único lugar donde estaba a salvo era en mi habitación, escribiendo en mi cuaderno cuadriculado de poesía. Allí estaba mi paz, ahí era donde me sentía hermosa. La poesía me rescató del pozo y me mantuvo viva.
A través de los versos mi confianza comenzó a crecer. Comencé a estar más segura de mí misma y a comprender lo digna de respeto que era. Esto lo llevé otras áreas de mi vida. Empecé a tratar de ver mis aspectos positivos más que los negativos.
Día tras día, el amor por mí misma comenzó a florecer. Entonces encontré el feminismo negro a través de Audre Lorde. Y ese amor se volvió aún más intenso como mujer. Me di cuenta de que no tenía que disculparme por ser gorda, ni por ser negra. Dejé de priorizar lo que los hombres pensaran sobre mí, y me puse por delante de ellos y sus deseos. Dejé de pelear con otras mujeres y empecé a intentar de entenderlas y luchar junto a ellas.
“Nada de lo que acepto sobre mí misma puede usarse en mi contra para disminuirme.”
Audre Lorde
A medida que mi amor propio comenzó a crecer, también lo hizo mi deseo y necesidad de cuidarme. Empecé a comer más saludablemente y a hacer ejercicio, no porque quisiera que mi cuerpo se ajustara a los estándares sociales, sino porque quería sentirme saludable.
Como mujer negra, se espera que sea fuerte, invulnerable y con una enorme tolerancia al sufrimiento. Esto es una herencia terrible de la esclavitud. Tengo que ser así todo el tiempo. No es justo conmigo misma, no es justo con nosotras las mujeres negras. Tenemos derecho a ser vistas vulnerables y necesitadas de ayuda cuando estamos mal.
Es importante que las mujeres negras nos cuidemos y amemos a nosotras mismas. Se trata de una acto subversivo en un mundo que nos odia. Dítelo a ti misma: soy hermosa, soy valiosa.