El término MUJER SALVAJE puede sonar ofensivo, pero en este caso tiene una connotación mítica vinculada a lo mágico religioso, a los orígenes; reside en el epicentro de ésta siendo un corazón espiritual que late donde reina el instinto. Cada sociedad le ha otorgado diferentes denominaciones, pero lo cierto es que la mujer salvaje desde este punto de vista, forma parte de todas las mujeres, su principal fuente son los conocimientos más profundos, razón por la cual reside en las entrañas y contiene la función creadora de la psique. En tal sentido, la separación de la mujer de su naturaleza salvaje la desarma, le limita su poder intuitivo y el oráculo que lleva dentro: en este caso, el término salvaje está referido a la naturaleza innata. Precisamente en este contexto, deseo definirme como una mujer salvaje retratada por la catarsis de la escritura y para no ir muy lejos, por la terapia del relato, de la poesía y de los cuentos…
En mi caso, semejante encuentro debe ser compartido como un hallazgo poco común en la sociedad donde hemos nacido bajo el mando patriarcal, con la convicción de que la mujer salvaje forma parte de las mujeres de cualquier origen, y su esencia salvadora contiene todas las respuestas, abunda en poderosos remedios y pócimas para el alma como una fuerza poderosa necesaria para librar cualquier batalla y donde la escritura constituye un vehículo para mostrar este arquetipo, para guiarnos en la complejidad de la vida en una especie de trance que nos relaciona con el pasado, para recordarnos la fuerza que nos caracteriza y que nos pertenece. De tal manera, los portales que facilitan la comunicación liberadora, en una sociedad tan injusta y discriminadora, convocan esa mujer que he tratado de definir.
En este devenir me encontré con AFROFEMINAS, donde no sólo vi muy bien ilustrado el problema de la discriminación, sino los meta mensajes referidos al poder sanador de expresar experiencias y sentimientos que necesitaban un portal para mirarse en otros rostros, compartiendo sentimientos y activando reclamos, alertando a una sociedad ciega que camina sin rumbo en un mundo ficticio, vacío, consumista y tormentoso de innumerables luces y colores confusos, que conspira para sembrar la guerra, la codicia y la deshumanización. Vale decir que se ha desatado en mí como nunca la necesidad de escribir, para sanarme y para sanar, para encontrarme con mis iguales, más allá del color de la piel. Verme reflejada en tan diversos testimonios, me ha llevado a mirar los relatos con alta función terapéutica y a la vez a investigar la relación mujer-naturaleza, mujer-animal, mujer-matriarcal de interesante dimensión en cada realidad.
En este contexto ubico mi poesía y mis relatos, logrando aclarar al mismo tiempo la necesaria conexión con la naturaleza de la mujer, con sus instintos, su inteligencia, como una fuente inagotable de fuerza para salir a flote en cualquier circunstancia, para unir la energía de muchas mujeres del mundo que tienen dentro de sí un gran poder, que debe ser rescatado, sacado a flote, y accionado para salir ilesas en una sociedad como la que debemos confrontar a diario. En este panorama escribí el testimonio “Amina, Las Nana” y numerosa poesía todavía guardada. He decidido repartirla al mundo, obsequiarla, siempre conectada con esa mujer intuitiva y desafiante que llevo dentro, como mi principal aliada.
Gracias, hermanas de Afrofeminas….
Soy escritora de prosa, cuentos y poesía, estoy profundamente identificada con la madre África, y con la lucha contra el racismo y la discriminación de cualquier tipo; mi poesía está identificada con esa lucha y me encantaría compartirla; tengo 66 años, estoy jubilada y me he dedicado más que todo a escribir lo que me gusta, esposa y madre de afrodescendientes. De Venezuela.