No se si estáis familiarizadas con lo que se llama la «política de respetabilidad». Se trata de una regla no escrita que deben seguir las personas marginadas y las minorías (negros, asiáticos, colectivo LGTB, etc) para ganarse el respeto en la cultura dominante.
Si hablamos de mujeres negras, esto significa vigilar nuestra apariencia, manera de expresarnos y conducta sexual, para no ser clasificadas con el estereotipo grupal del que somos víctimas. Ajustamos nuestro comportamiento para evitar el racismo, el clasismo y estereotipos sexistas del grupo privilegiado y dominante.
Demasiado a menudo somos nosotras mismas las que nos autoimponemos o presionamos a otras mujeres con la «política de respetabilidad». Desde luego que el principal responsable es el sistema racista que nos hace de menos como negrxs, pero la consecuencia de vivir con un sistema tan virulento contra nuestra negritud, es que interiorizamos el racismo y nos aplicamos las normas que nos impone a nosotrxs mismxs.
La razón de buscar esa respetabilidad está muy clara: queremos protegernos y mantener nuestra dignidad, no queremos que nos traten como a inferiores. No es fácil no practicar estas reglas y querámoslo o no, afectan mucho a nuestras vidas.
El problema es que esta respetabilidad nos enseña a despreciar nuestra esencia como afrodescendientes o negrxs. Se trata de pretender ser algo que no somos y que nunca alcanzaremos. Por eso además de inútil, es frustrante.
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Cuidado, no estoy diciendo que no haya que ser una persona educada, con valores y solidaria. Estoy hablando de lo que seguro muchas habéis sentido cuando estabas a punto de hacer algo que creías os iba a señalar. Yo por ejemplo he suavizado mi forma de hablar en un local para no llamar la atención. Tengo la voz fuerte y no pasa nada si hablo alto, muchos hombres blancos lo hacen. Pero ellos no tienen miedo a ser tachados de nada ya que son el grupo privilegiado.
Hay muchísimas cosas que entran en la llamada respetabilidad política y que coartan a las mujeres negras. La presión estética sobre su pelo. La presión profesional sobre su capacidad académica, de ahí la obsesión por tener títulos univeristarios como tabla de salvación. La presión sobre su sexualidad que hace que deba mantenerse más recatada para no parecer demasiado promiscua, porque una mujer negra siempre es sospechosa de promiscuidad o incluso de prostitución.
Hay más, como la presión de no parecer demasiado enfadada, la presión de no ser demasiado mal hablada, demasiado étnica, demasiado…
Debemos liberarnos de esta «política de respetabilidad» e identificar cual es el verdadero problema: el racismo. El desprecio de esta sociedad a lo que somos y representamos.
Un paso para vencerlo es salir de esos estándares que nos imponen y que no podremos cumplir nunca. Porque no importa como nos comportemos, nunca seremos como el prototipo.
Así que se tú mismo. En ti no hay nada malo ni pernicioso. Todo lo contrario, llevas a tus espaldas una cultura creadora, positiva, avanzada y llena de amor. ¡¡¡¡Quiérete!!!!
Elvira Swartch Lorenzo
Colaboradora en Afroféminas.