Me refiero a las palabras, para él supongo que insultos, de un muchacho en una red social, respondiendo a mis críticas por unas declaraciones racistas que insistían en “las lapidaciones y ablaciones que hacen en África, y los musulmanes los peores”…
Le señalé que “esto es un Delito de Odio”, que incluye al Islam y a África en su conjunto, obviando, por supina ignorancia las diversas realidades que se viven en este continente.
Y ahí viene la respuesta de este proyecto de psicópata integrado, que echa un ojo a mi biografía y construye un Mito.
Soy Experta profesional en “Cultura, Civilización y Religión islámica” por la U.N.E.D.
Soy una mujer transgénero.
Vivo en Canarias, África colonial española, uno de los últimos residuos, legitimado por la Unión Europea.
No tengo un “irrelevante infantiloide sentido de la realidad”
La capacidad de síntesis del Racismo es grande, y abunda en la falacia, para construir falsedades, que repetidas y coreadas por una horda, les hace vivir en su “mundo paralelo”-como él describe mi vida sin conocerme de nada- y “sentirse formar parte de”.
El sentimiento de pertenencia a una Comunidad, nos hace gregarios, neolíticos y pastoriles, fáciles de manipular, cuando se basa en la mentira, el odio y el fascismo, verdaderos actores del Racismo, por no entrar en motivaciones económicas que son las auténticas raíces antropológicas de este fenómeno.
Como “mujer exótica”, las mujeres afro, árabes, gitanas y muchas más saben de qué hablo, la tendencia general es a cosificarnos.
Convertirnos en Trofeos Sexuales.
Meras piezas de caza a abatir, mancillar, humillar y desmontar, consumir y destruir.
Tal es el trabajo de un psicópata integrado.
Comencé mi proceso hormonal en 1982.
Yo tenía entre 15 y 16 años.
Llegados los treinta años abandoné esta medicación, víctima de la destrucción de mi sistema nervioso, y una osteoporosis avanzada, que hoy es osteopenia.
Logré parar mi desarrollo masculino y, ¡oh milagro! Mi cuerpo y mi cara fueron aclamados en pos de mi juventud e inexperiencia, consiguiendo un resultado muy deseado por mí.
Nunca estuve muy convencida de mutar mi cuerpo para “satisfacer” a una sociedad inculta que sólo entiende de estereotipos, de muñecas Chochona, y de playmobil de guardia civil.
Hoy, tengo 52 años. No veo mi vida como en un video-clip, ni sé ni me interesa si soy “poco femenina”
El binarismo imperante hace siglos, choca frontalmente con mi personalidad Nómade, tan bien teorizada por Rosi Braidoti en su libro “Sujetos nómades”, filósofa de lo “Poshumano”.
Cada vez que algún hombre alude a mi “poca feminidad”, en base a someterme para su consumo sexual cosificante, me veo en la frontera del nomadismo, y huyo mentalmente a mi tribu, que se reúne alrededor de la fogata planetaria, pues sé que no estoy sola en esto.
Esos nazis disfrazados de “libre expresión”, si que están solos y aislaos de la realidad, por la banalidad de su mal, gracias Hanna Arendt. La Libertad no es un asunto banal, ni puede acoger al racismo ni al fascismo.
Farah Azcona Cubas
sociología arabo-islámica por la UNED. @FarahCubas
Referencias:
Rosi Braidoti, “Sujetos nómades”.
http://bibliotecafeminista.com/sujetos-nomades/
Hanna Arendt, “La banalidad del mal”.
https://es.wikipedia.org/wiki/Banalidad_del_mal
“Psicópatas integrados”, Iñaki Piñuel.