Crecí como hombre negro en un espacio donde los niños y niñas son iguales étnicamente, pero hay cierta predisposición a las preferencias de todo tipo hacia los niños mestizos. Este hecho se ve como algo normal, aceptando todo lo que eso conlleva, a fin de cuentas eres solo un niño y todos se guían por esa “lógica”.
Tu edad va aumentando, al mismo tiempo tu gusto hacia mujeres de tu color de piel va descendiendo, y sigues en esa dinámica, que junto al machismo, ese mismo hijo del patriarcado, terminan por vendarte los ojos evitando percibir por ti mismo una realidad que la sociedad no te ha dejado ver; y no lo harás, morirás con esa concepción hasta que indagues, reflexiones y pienses sobre LA MUJER NEGRA.
Conforme iba teniendo más edad, veía a las mujeres negras como a cualquier otra. Esto era algo que no podía decir en alto entre mi grupo de amigos debido a que en ellos estaba presente (en mí también en cierta medida) el pensamiento del cual he venido hablando, haciendo así que la venda grupal se mantuviera. Entonces me sentía en un mundo en que no podía expresar mis sentimientos, mis gustos, mi posición hacia algo que de hacerlo no me dejaría muy bien parado. Pero necesitaba hacerlo, necesitaba expresar mis pensamientos y aunque no fuese lo común, era una muestra genuina de una percepción en mi que poco a poco iba creciendo más y más.
Cuando vives en Quibdó-Chocó, Colombia, empiezas a ver mujeres negras que se alisan el pelo, otras que usan cabello sintético y extensiones. Aprendes a no juzgar ese hecho, lo que parece un acto de simple elección. Pero es sin duda un acto al cual muchas veces se ven obligadas por encajar en una sociedad que arrincona y ejerce presión sobre ellas, hecho de por sí, nefasto que, hasta nosotros, hombres negros, nos encargamos de perpetuar.
Para mí es perfectamente respetable la decisión de estar con una pareja de etnia distinta, otra cosa es que esa preferencia esté influenciada por el endorracismo, que nos hace sentir inferiores, como gentes de menos valor. Esto lo digo porque en esa dinámica nos vemos inmersos muchos hombres. Creemos que tener una pareja blanca significa un aumento de estatus, allí radica el problema.
Continuando con esta experiencia de vida, me permito decir que las mujeres negras que yo conozco poseen empata sin igual; seres dignos de ejemplo que nosotros debemos escuchar para así construir familias donde exista el respeto hacia cada uno de sus miembros, sacando el provecho de todo lo que son capaces. Mujeres que desde África, madre tierra, han forjado y guiado poblaciones enteras. Mujeres inteligentes que han sabido presidir sus pueblos, y con esfuerzo han destacado en un mundo de hombres, un mundo machista.
Nosotros debemos ir de la mano con las mujeres negras, generadoras de vida. Debemos despojarnos de la prepotencia del machismo, que es un veneno que nos los venden desde niños como recipientes de dulce, nos lo camuflan y terminamos digiriendo tal brebaje, amargo, que nos aleja y nos impide estar en armonía con la mujer negra.
Edinson Moya
Estudiante de Derecho de Quibdó, Colombia