Afroféminas

Angélica Dass, capturando la esencia humana

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Kattia Zanetta

Érase una vez una niña preciosa con  pelo de nube, de ese ligero  que crece hacia el cielo. Su figura era ahusada, su piel negra y su  sangre, un torrente de historias y de pueblos. Por eso, para ella no era raro llamar abuela a una señora blanca, abuelo a un descendiente de indígenas, papá a un hombre negro o tía a otra mujer blanca.

Angélica era Brasil y de Brasil.

Creció sabiendo que era afortunada por poder estudiar( primero un bachiller técnico de mecánica, después Bellas Artes y, finalmente, ya en España, un máster de fotografía) observando y absorbiendo las diferencias tremendas que existen en su país. Allí supo que etnia y clase, a menudo, van de la mano y que el guión de tu vida puede estar escrito nada más nacer. O no. “¿Qué etnia y qué clase?” Pensaba ella… Algún día le contaría al mundo lo equivocados que estaban estableciendo unas categorías tan estancas…

Y lo hizo.

Damas y caballeros, con ustedes, Humanae.

Foto: Juan Miguel Ponce
Foto: Juan Miguel Ponce



¿ Cómo nace Humanae?

Vivo en Madrid y estoy casada con u
n español de origen belga. Todos sus parientes son muy claritos, mi suegra es rubia, mi sobrino parece un bebé de publicidad de ojos claros… Nuestras diferencias físicas provocaban que todo el mundo tuviera curiosidad por saber de qué color iba a nacer nuestro hijo. Sinceramente, es algo que a mí no me importa pero a la gente parece preocuparle mucho ese tema. Mi desinterés al respecto, quizá, se deba a que mi familia es muy colorida. El caso es que, a raíz de las reflexiones que me surgieron aquí, nació mi obra: quise crear un árbol genealógico de colores de mi familia. En mi casa todos somos diferentes pero todos nos vemos iguales.

De mi familia, pasé a mi familia política , mas tarde le llegó el turno a mis amigos y acabé por organizar convocatorias públicas.

Mi objetivo era mostrar que lo que nos enseñan de pequeños, que si uno es blanco, otro negro, rojo y amarillo y que, además son antítesis, es algo completamente irreal.  Y pedí ayuda para demostrarlo.

La gente enseguida me decía que sí, que tenía razón. Conectaba con la empatía de otros porque siempre alguien conoce a alguien que tiene una historia y que ha pasado algo que está conectado con esto. Se trata de vestir literalmente la piel del otro.

Lo que tú pretendes con tu proyecto es descategorizar las categorías existentes, entiendo yo… ¿Y cómo se hace eso?

Eso es. Para poder hacer eso, para poder hacer una catalogación universal de pieles y hablar de igualdad de una manera general, lo que hago es hacer fotos de fondo blanco, coger un cuadradito de 11 x 11 pixeles de la nariz y es el color que colocó como fondo del retrato y para el que busco una correspondencia en la escala Pantone. Elijo la nariz de una manera intencional porque es la parte del cuerpo que cambia cuando hace frío, cuando tomamos el sol o bebemos demasiado … Entonces ¿por qué seguimos discutiendo con el color diferente del otro si tú mismo no tienes un único color? Lo que más me llama la atención es que ¡eso que no existe nos hace confrontar con el otro!

Eso es el principio, pero al final, Humanae abre otras muchas ventanas porque las fotos que hago no las hago únicamente dentro del entorno artístico. Por supuesto, las hago en galerías y museos, en la sede la Unesco pero también las he tomado en la favela en Brasil, o entre personas en situación de calle en París, he fotografiado a personas de la lista Forbes y a otros que han llegado en patera a España. Lo grande de esto es que cuando tú ves mis fotos no puedes adivinar quién es quién. Ser juzgado por clase social, raza o religión es imposible en mis retratos y a través de ellos propongo una mirada, sencillamente, sobre la humanidad, sobre las personas, sin etiquetas. Por eso todos merecemos el mismo trato.

¿Qué etiquetas te asignan a tí?

La de exótica. Yo no soy exótica, lo son las bromelias, por ejemplo. Me considero igual al resto.

Humanae no ha dejado de crecer y con ella las historias en tornos a la raza humana…

Eso es y mi motivación fue creciendo confirme fue creciendo el proyecto. Eso es lo mágico de Humanae, al estar online, hay un intercambio constante entre los que lo ven, que no son miembros de galerías, y yo.

La gente me cuenta historias, yo las colecciono y tengo feedback. Cada vez que me canso y pienso en desistir, miro las fotos y leo esas historias que me animan a continuar.

Esta niña, por ejemplo, es hija de una noruega típica, su padre es negro y ella una diosa pelirroja de cejas rubias y ojos verdes. Es una mezcla increíble. Ella se enamoró del proyecto y con 11 años exclamó “¡es verdad, cada uno tiene su piel!”.

Tras la exposición escribí a su madre y me contó que el fin de semana anterior unas amiguitas le habían dicho que ella no era noruega y que no debía estar en ese país porque no era como los demás. La niña pasó cuatro o cinco días llorando y deprimida. Decidí poner la foto que teníamos juntas en facebook para que supiera que ella era mi motor. Eso le hizo sentirse mucho mejor y eso es importante para mí: pensar que lo que hago pueda tener un impacto positivo en las personas, que sirve para mejorar su autoestima.

Hay más casos que son paradigma de mis ganas de continuar, como en Brasil, que apareció una mujer espectacular que me preguntó si alguna vez había hecho fotos a una transexual. Le dije que yo no preguntaba a nadie si lo era o no porque me daba igual, ella me dijo que seria la primera y que estaba orgullosa de decirlo y estar en ello.

Estuve dos semanas en la exposición de Brasil y la gente la conocía y conocía su transformación. Trabajaba de ascensorista y las personas que subían en ese ascensor vieron en ese espacio cerrado cómo fue cambiando a lo largo de los meses. La gente decía que para ella era muy importante porque nadie la cuestionaba en esas fotos, era como el resto.

¿Por qué buscaste la escala Pantone para colocar tus fotos y numerar el color de cada fotografiado?

 Porque quería buscar una escala neutra, industrial, donde ningún color fuera mas importante que otro. Pantone no se puede organizar de más claro a más oscuro numéricamente porque va incorporando tonos poco a poco. Hay marrones que son el número 60, 300, rosas que son el 90…

En las exposiciones la gente intenta darle un orden y no pueden, ¿por qué? porque los humanos no estamos clasificados por números en la calle para que los de un tono vayan por un lado y otros por otro.

Si usara otras escalas estaría usando aquello que quiero destruir, los colores, el rojo, el amarillo, el negro…

¿Teniendo en cuenta que tú vienes de una sociedad multirracial (Brasil) y que has venido a otra que no lo es tanto (España), qué diferencias observas a la hora de percibir tu obra?

Creo que en brasil la gente siente que necesita discutir esto. Somos una sociedad multirracial, la gente desde fuera cree que es un paraíso y en realidad es una gran mentira. Los que eran esclavos en el s.XIX siguieron siendo sirvientes en el XX. No han cambiado mucho las cosas. Pocos han podido salir de ahí. El s XXI parece que podría limar esas diferencias, pero aun raza y clase van agarradas de la mano. Cada comunidad está llena de códigos negativos, es una sociedad tan voraz en ese sentido que, literalmente, el que es menos negro puede llamar negro a otro más oscuro como si fuera una ofensa. Esa es la realidad de Brasil, una gran mentira en la que escondemos la basura debajo de la alfombra.

Mis mejores experiencias son con la gente de la favela, que no tienen nada en teoría, ellos me decían, “tienes razón , digan lo que digan, si nos cortamos el brazo va a todos nos saldrá rojo. Tienes que contar esto”.

Así pues, creo que en Brasil tiene una connotación más fuerte y más política que aquí porque en España se entiende el mensaje político pero, en ocasiones solo se quedan con la parte estética, con la belleza de los retratos. A mí me interesa más la discusión de la calle porque cambias, de verdad, la vida de las personas.

Así que Humanae no se ha quedado en las galerías o museos, ha salido a la calle y…   ¡ ha llegado a los colegios!

¡Sí! Una de las cosas buenas que me pasaron aquí, en España, es que Humanae encontró un gran amigo entre los profesores y hay un montón de escuelas que lo usan para hablar de igualdad. Cada vez más, España es un país mezclado, afortunadamente hay más colores en las clases y no son sólo inmigrantes sino también niños españoles.

También ha sido muy útil para familias que adoptan a niños de otras etnias.

¡Tu obra ha salido en la revista Foreign and Forbes!

La portada de Foreign and Forbes fue importante porque, en general, mujer negra, latinoamericana y brasileña viene cargada de adjetivos que son siempre negativos. Esa portada fue muy significativa por eso, ¿cuántas mujeres han sido portada de una publicación y con esas características? ¿cuántos latinoamericanos? ¿brasileños? ¿Y negras? Fue la excepción de la excepción.

Me sentí muy orgullosa, la verdad, me asusté, ni creí que era de verdad.

Por muy progresista que fuera la revista,no podemos olvidar que es estadounidense y que detrás habría hombres de mediana edad y blancos, o sea, los que dominan esa sociedad y era con ellos con quien yo tenía que hablar .

Decía un grupo de amigas negras con el que a veces me reúno “no es una victoria tuya sino para todas”..

¿Cómo te hacen sentir todos estos logros?

 Genial. Siento que estoy colaborando para que la sociedad a la que yo traiga a mis hijos sea diferente, para que no sean apuntados como me ha pasado a mí. Humanae no va a cambiar el mundo entero pero estoy haciendo un esfuerzo para contribuir en ese cambio.

¿Tú sientes, entonces, que el arte puede contribuir a transformar la realidad?

Lo creo firmemente y pienso que debe ser una de sus funciones: hacernos reflexionar para cambiar.

En ese sentido, cada vez que hago una exposición intento ligarla a una actividad educativa, voy a la escuela, por ejemplo, y entro con un lápiz de color rosado, les pregunto «¿de qué color es?» Enseguida responden “¡color carne!” y yo les digo «¿sí? ¿todos tenéis ese color?». Evidentemente, contestan que no.

También llevo blanco, rojo y amarillo para que comprueben que nadie es de esos tonos, entonces, ¿qué nos están contando? A partir de ahí los niños hacen sus autorretratos al estilo de Humanae. Tenemos la opción de que expongan donde lo hago yo así ellos perciben que lo que están haciendo es una obra de arte importante y que esta manera de pensar también es importante.

Considero que es con esta edad con la que pueden preguntarme que si cuando tomo el sol me pongo más morena o con la que pueden tocarme el pelo y preguntar si es de verdad. Cuando me lo preguntan con 35 o 40 años siento que algo falla en la sociedad en la que vivo.

Foto: Juan Miguel Ponce

Tú llevas en españa ya casi 10 años, ¿has observado cambios en este tiempo?

Sí. Hace 10 años me sentía como un alien. ¡No había ni un negro a mi alrededor! Busqué un grupo de chicas negras, para mí era importante como forma de encontrar y contar con referencias. Ahora hay más negros, cada vez más.

Por otro lado,a mí no es fácil encajarme. Vale sí, soy negra, pero no coincido con el estereotipo que la gente espera del brasileño, no soy de África, piensan que soy francesa o británica porque mi marido es blanco.

Pierdes tu intimidad porque siempre hay gente que se cree con derecho a preguntarte. Por supuesto, siempre está la del pelo. Entre mis amigos a veces ya avisan, “no le preguntes por eso,”. En ocasiones he llegado a ser grosera, si me preguntan que si pueden tocarme el pelo les pregunto que si puedo tocarle la teta. Para mí es igual de invasivo.

España ha cambiado pero va a cambiar aún más.

Ahora voy a ir a Andalucía a formar a profesores para que ellos puedan hablar con sus alumnos y discutir sobre estos temas.

Hablando de próximos proyectos, desde el punto de vista fotográfico, ¿qué tienes en mente?

La verdad es que, aunque haga otras fotos, invierto mucho tiempo en Humanae. Con todo, he empezado ya con un proyecto, que además, ha sido finalista de la penúltima edición de Photo press la Caixa, versaba sobre el tema del pelo.

Mi madre desrizó mi pelo cuando tenía 6 años y hasta los 30 no supe cómo era mi cabello de verdad. Tenía tan claro que debía seguir unos cánones concretos y ser de una manera concreta que, literalmente, ignoraba quién era de verdad.

Mi idea es explorar España, Brasil y Francia porque creo que son 3 países que tienen una forma de relacionarse muy distinta con su cabello. En Brasil tienen una negación absoluta del mismo, mucho complejo, de hecho, a mí me preguntan que qué me ha pasado y que si necesito dinero para alisarme.

Ahora, cada vez más, existen grupos de chicas que militan en favor del pelo natural, pero la gran realidad no es esa. Al final parecen todas clones, con el pelo liso y escobado. Y el problema no es que quieras alisarte o no, hay chicas a las que les queda mucho mejor liso, el problema es que lo hagas por inercia, el que ni siquiera te plantees no hacerlo. A mí me dicen que qué valor tengo por llevar mi pelo o un pañuelo. ¿Valor? ¿Necesitas valor para llevar tu pelo? Qué carga tiene de adjetivos este pelo para que necesites valor para enfrentarte a él.

Yo estoy husmeando en internet en ese asunto y también en la farsa que es Brasil como paraíso racial y multicultural.

En Afroféminas no dudamos que será todo un éxito, como todo lo que Angélica Dass toca con su varita fotográfica.

Para saber más de Angélica:

Home

http://humanae.tumblr.com/

Foto: Juan Miguel Ponce
Foto: Juan Miguel Ponce

 Lucía Asué Mbomio

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