Los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos se hicieron mundialmente conocidos al efectuar el saludo del Poder Negro en los Juegos Olímpicos de la Ciudad de México en 1968, hace 56 años. Sin embargo esa protesta tuvo un alto costo para ambos.
El 16 de octubre de 1968, dos atletas estadounidenses negros, Tommie Smith y John Carlos, subieron al podio de los Juegos Olímpicos de Ciudad de México con la cabeza gacha. Llevaban calcetines negros y estaban descalzos; Smith llevaba una bufanda negra alrededor del cuello. Mientras sonaba el himno nacional de Estados Unidos, cada uno levantó una mano enguantada de negro en señal de protesta silenciosa.
Aunque no se pronunciaron palabras, el momento estuvo lleno de significado. Smith, quien había ganado el oro en los 200 metros, estableciendo un nuevo récord mundial, levantó su puño derecho para representar el Poder Negro. El medallista de bronce, Carlos, quien llevaba un collar de cuentas para simbolizar los linchamientos de los estadounidenses negros, levantó su puño izquierdo para representar la unidad negra. La bufanda representaba el orgullo negro y los calcetines sin zapatos, la pobreza afroamericana.
El saludo del Poder Negro, como se lo conoció, fue una declaración desafiante contra la opresión sistémica de los negros en Estados Unidos y marcó un momento decisivo en la historia del activismo por los derechos civiles. Pero su uso el 16 de octubre de 1968 tuvo un gran costo personal para los atletas involucrados. En cuestión de horas, fueron condenados por el Comité Olímpico Internacional. Dos días después, fueron suspendidos del equipo estadounidense y enviados a casa.
John Carlos nació en el barrio de Bronx de Nueva York, el 5 de junio de 1945. Su madre, Vioris, nació en Jamaica y creció en Cuba. Su padre, Earl Carlos, era oriundo de Carolina del Sur, y fue veterano de la Primera Guerra Mundial. Desde muy joven John Carlos fue un talentoso atleta durante la escuela secundaria, y un estudiante sobresaliente que se pasó a la East Texas State University con una beca completa de atletismo. Los Juegos Olímpicos de México 1968 le llegaron a sus 23 años de edad. Para clasificarse a ellos John se destacó en las pruebas selectivas de su país, que tuvieron lugar en el lado californiano del lago Tahoe, que se encuentra a 2.250 metros sobre el nivel del mar, la misma altitud que la Ciudad de México.
Smith nació en la pobreza en Texas en 1944, el séptimo de 12 hijos, y creció viendo de primera mano el racismo del segregado sur de Estados Unidos. A pesar de sufrir neumonía cuando era niño, se convirtió en un atleta talentoso y, en 1968, era el velocista más destacado de la Universidad Estatal de San José en California, donde fue seleccionado para representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de ese verano.
Fue un año de intensa agitación política y social: la guerra de Vietnam y el movimiento contra la guerra estaban en pleno apogeo, y el Movimiento por los Derechos Civiles había hecho de la lucha por la igualdad racial una de las cuestiones definitorias de la época. En abril, el Dr. Martin Luther King Jr. fue asesinado por un racista blanco en Memphis, y el candidato presidencial Robert Kennedy fue asesinado en Los Ángeles poco más de dos meses después. El período previo a los Juegos Olímpicos de 1968 estuvo marcado por un malestar generalizado. Muchos atletas negros sentían una profunda sensación de ira y frustración por las injusticias que enfrentaban todos los días.
A raíz de la protesta, Smith y Carlos fueron vilipendiados por gran parte de los medios de comunicación y rechazados por el mundo deportivo estadounidense. En los años siguientes, fueron objeto de abusos y amenazas de muerte. Smith atribuyó la ruptura de su matrimonio al estrés de lidiar con las consecuencias. Cuando debería haber estado en la cima de su carrera, el comité olímpico estadounidense lo excluyó de las competiciones nacionales e internacionales. En 1972, en lugar de prepararse para los Juegos Olímpicos de Múnich, Smith, quien seguía siendo el hombre más rápido del mundo, se vio obligado a entrenar a escolares en Wakefield, en el norte de Inglaterra, para ganarse la vida.
El precio que tuvo que pagar John Carlos por su acción también fue muy alto. Fue apartado del deporte olímpico por sus posiciones políticas. Tuvo que malvivir jugando al fútbol americano, un deporte para el que no estaba especialmente dotado, y más tarde tuvo que dedicarse a todo tipo de trabajos mal pagados. Y no sólo eso: él y su familia fueron rechazados por buena parte de la sociedad americana. Carlos recibía amenazas de muerte por correo, con balas dentro del sobre, era insultado en ciertos foros…
La prensa americana condenó unánimemente a Carlos y Tommie Smith, y escondió las reacciones internacionales de apoyo a los atletas negros. La revista Time, en portada, mostró el logo olímpico, pero en vez del eslogan «Más rápido, más alto, más fuerte» («citius, altius, fortius»), incluyó «Más rabioso, más sucio, más feo». Durante años el gesto de Carlos y Smith sólo generó rechazo. A Carlos su defensa de los derechos de los negros le llevó a la pobreza más absoluta (tuvo que destrozar sus muebles para hacer leña para calentarse) y acabó llevándole a una tragedia familiar.
A pesar de las dificultades que tuvo que soportar, Smith siguió defendiendo la justicia social y la igualdad. En 1974, obtuvo una maestría en sociología y se dedicó a la docencia y al entrenamiento deportivo, convirtiéndose en un destacado defensor de la igualdad racial en el deporte y la sociedad.
John Carlos, tras pasar tiempos muy duros, consiguió rehacerse. terminó trabajando como educador de jóvenes, una labor que le ilusiona, sino que además recibió muchos reconocimientos por su lucha contra el racismo. En la Universidad Estatal de San José, en California, de colocó una estatua a medida natural que representa a los dos atletas, Carlos y Smith, en el podio, y además, les otorgó un doctorado honoris causa.
En 2008, Smith y Carlos fueron galardonados con el premio Arthur Ashe Courage Award, que se otorga anualmente a personas cuyas contribuciones «trascienden el ámbito deportivo».
En una entrevista con la BBC en 2012 le preguntaron a Smith si lamentaba haberlo hecho y respondió: «Lo único que lamento es que tuvo que hacerse».
Redacción