El oficial Steven Mills de la oficina del sheriff del condado Lee estaba patrullando una noche cuando en 2013 recibió una llamada sobre un hombre negro que caminaba desnudo en un camino rural en Phenix City, Alabama.
Mills dijo que el hombre ignoró su peticiones de que se detuviera, pero cuando el oficial amenazó con usar su pistola Taser, Khari Illidge de 24 años, se dio la vuelta, caminó hacia él y le dijo: “electrocútame, electrocútame”. En una declaración jurada, el agente alegó que electrocutó dos veces a Illidge porque no pudo sujetar físicamente al hombre “musculoso” con “fuerza sobrehumana”.
Otros oficiales que llegaron a la escena usaron el mismo lenguaje para describir a Illidge quien, de acuerdo al médico forense, medía 1,65 y pesaba 91 kilos. Le ataron las manos y piernas a la espalda en lo que se conoce como «atadura de cerdo» y después notaron que había dejado de respirar. Illidge fue pronunciado muerto en el hospital.
Mills aseguró en su declaración que creía que Illidge estaba “bajo la influencia de narcóticos”. El patólogo dijo que el reporte toxicológico de Illidge resultó negativo para cualquier sustancia “conocida”. Inicialmente dictaminó que no había causa directa de muerte, pero tras revisar los informes policiales y grabaciones de las cámaras corporales la atribuyó al “síndrome de delirio exacerbado como consecuencia de una sustancia desconocida que ingirió”.
“Delirio exacerbado” es un término muy controvertido que se usa con frecuencia para justificar el uso de la fuerza por parte de la policía, según investigadores y expertos en aplicación de la ley. Las asociaciones médicas, incluida la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, no reconocen este término.
Uno de los síntomas asociados frecuentemente al término es la “fuerza sobrehumana”, un calificativo que suele aplicarse a las personas negras. El término crea un obstáculo para exigir rendición de cuentas a los agentes, ya que los tribunales suelen dar la razón a las autoridades policiales a la hora de determinar si la fuerza fue necesaria, afirman expertos jurídicos.
Una revisión de docenas de casos donde hubo fuerza excesiva por parte de la policía, incluyendo documentos judiciales, declaraciones y testimonios de agentes, por parte del Centro Howard para Periodismo de Investigación de la Universidad Estatal de Arizona, en colaboración con la agencia de noticias The Associated Press, encontró múltiples casos en los que los oficiales aseguraron que una persona que murió durante un arresto demostró “fuerza sobrehumana”.
Seth Stoughton, profesor de derecho de la Universidad de Carolina del Sur que sirvió como testigo experto en el juicio por asesinato de George Floyd, dijo que el término “entra en el mito racista” del “temible agresor negro”.
El Centro Howard buscó entrevistas con los departamentos y oficiales nombrados en este artículo. Ninguno respondió.
Un mito recurrente
Aunque la “fuerza sobrehumana” se volvió popular tras la golpiza policial en 1991 de Rodney King en Los Ángeles, California, tiene su origen en la era de Reconstrucción tras la Guerra Civil.
Los sureños blancos difundieron propaganda que caracterizaba a los hombres negros como innatamente salvajes, violentos y con intenciones de violar a las mujeres blancas. Escritores y cineastas perpetuaron el mito. La película de 1915 El nacimiento de una nación mostró a los hombres negros como violadores y bestias y utilizó ese mito para justificar los linchamientos a la vez que glorificaba al Ku Klux Klan.
La visión caricaturesca alimentó una violencia generalizada. Al menos 4,400 afroamericanos fueron asesinados en linchamientos entre 1877 y 1950, según datos de Equal Justice Initiative, una organización no gubernamental que brinda asesoría legal a personas condenadas ilegalmente, sentenciadas o maltratadas bajo custodia. Como no todos los linchamientos eran registrados, es imposible conocer su verdadero alcance.
La era de los Derechos Civiles en la década de 1960 mermó la caricatura del “negro bruto” a medida que los medios de comunicación se enfocaron en los manifestantes pacíficos negros que eran atacados por la policías, pero la “Guerra contra las Drogas” y su enfoque en las comunidades negrs y latinas ayudó a resucitar el mito.
En un caso de 2017 en Arizona, Muhammad Muhaymin, un hombre sin hogar con esquizofrenia y bipolaridad, estaba intentando usar el baño de un centro comunitario cuando se contactó a la policía, de acuerdo a los registros obtenidos por el Centro Howard.
Al hallar una orden de arresto por un delito menor en contra de Muhaymin, los cuatro oficiales intentaron detenerlo tirándolo al suelo y señalaron en sus testimonios oficiales de que el hombre negro de 43 años tenía “fuerza sobrehumana”.
El reporte de la autopsia de Muhaymin indicó que medía 1,65 de alto y pesaba 74 kilos. Su muerte fue clasificada como homicidio y en 2021, la ciudad de Phoenix llegó a un acuerdo con su familia por 5 millones de dólares.
Estudios sobre prejuicios raciales y tamaño percibido, revisados por expertos, han descubierto que los estadounidenses demuestran un sesgo sistemático en sus percepciones de la formidabilidad física de los hombres negros. Uno encontró que los participantes blancos asociaban cualidades “sobrehumanas” a los negros con más frecuencia que a los blancos.
“Superhumanizar es tratar a alguien como si no fuera humano”, afirmó en una entrevista Adam Waytz, autor del estudio.
Entrenando superhumanos
Los instructores policiales dicen que la percepción de la “fuerza sobrehumana” proviene de una resistencia inesperada que usualmente no se ve en los escenarios de entrenamiento.
“Cuando ves algo que es anormal cuando una persona normalmente acataría basándose en una aplicación de la fuerza y no obedece, o parece completamente ajena al dolor, creo que es ahí donde los agentes empiezan a utilizar esa terminología de fuerza sobrehumana”, dijo Spencer Fomby, consultor nacional con más de 20 años de experiencia en aplicación de la ley.
En California, Chinedu Okobi estaba cargando dos maletas negras cuando fue interceptado en 2018 por un agente de la oficina del sheriff del condado de San Mateo. De acuerdo a una demanda federal presentada en nombre de Okobi, el oficial pidió refuerzos y se le unieron cuatro agentes más que le ordenaron alzar las manos.
El agente electrocutó varias veces con un Taser al hombre negro de 1,83 cm y 136 kilos, mientras los otros oficiales se amontonaron sobre él. Uno de los agentes dijo que Okobi tenía “fuerza sobrehumana” pese a que, según los videos de un teléfono móvil y una dashcam, no mostró señales de resistencia. De acuerdo al reporte del forense, Okobi murió de un paro cardíaco tras un esfuerzo físico, una inmovilización y una “reciente disrupción electromuscular”. Su muerte fue declarada como homicidio.
Frank Rudy Cooper, un profesor de leyes que dirige el Programa de Raza, Género y Políticas en la Universidad de Nevada, Las Vegas, asegura que la forma en la que los oficiales son entrenados para defenderse los pone al límite y afecta cómo se dirigen a ciertas comunidades.
Cuando el concepto “fuerza sobrehumana” es permitido como una justificación para el uso de la fuerza en casos judiciales, tales ideas erróneas llegan al sistema de justicia penal general. “Es algo desafortunado y peligroso”, agregó Cooper.
Shahid Meighan, Nathan Collins y Elena Santa Cruz – The Associated Press