Desde la era de la esclavitud hasta la abolición y más allá, Estados Unidos ha enfrentado divisiones raciales sistemáticas que han afectado todos los aspectos de la vida de las personas negras.
Las leyes Jim Crow fue una legislación de los diferentes estados y municipios en los Estados Unidos promulgadas por las legislaturas estatales sureñas, las cuales eran dominadas por los demócratas después del período de Reconstrucción entre 1876 y 1965. Estas leyes propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas por mandato de iure bajo el lema «separados pero iguales» y se aplicaban a los afroestadounidenses y a otros grupos étnicos no blancos en los Estados Unidos. En realidad, esto llevó a que el tratamiento y los alojamientos fueran por lo general inferiores a aquellos asegurados para los blancos estadounidenses, sistematizando un número de desventajas económicas, educativas y sociales. La segregación de iure se aplicó principalmente en el Sur de los Estados Unidos mientras que, en el norte, la segregación fue, por lo general, hacia los negros que vivían en guetos urbanos.
Esto no solo significó una separación entre blancos y negros, sino que favoreció el maltrato y las agresiones a las personas no blancas de los Estados Unidos con grupos violentos como el Ku Klux Klan, que solía contar con la complicidad de las autoridades.
Los blancos consideraban que los negros eran inferiores y no merecían los mismos derechos, llegando a estar mal visto tener como amigos a gente negra o tratarles como iguales, además, a nivel legal, estaban prohibidos los matrimonios interraciales y toda aquella persona blanca que tuviese algún tipo de vínculo con una persona negra, llegaba a ser agredida también.
La segregación conllevó a la creación de escuelas para negros y escuelas para blancos, en la que las subvenciones públicas e inversiones económicas eran bastante inferiores en los colegios destinados a los negros, careciendo de material escolar, profesorado, entre otros.
Los restaurantes y locales que admitían a personas negras tenían dos entradas, para que los clientes blancos no tuvieran que cruzarse con los negros, ya que muchas veces eran tratados como animales o salvajes e incluso en numerosas ocasiones, los clientes negros no podían siquiera sentarse en la barra de cualquier cafetería.
A su vez, al no poder entrar en algunos sitios, había bares, cines y gimnasios exclusivos para negros e incluso existían fuentes de agua para blancos y para negros, tratando de evitar el contacto al máximo con la gente blanca. En estos casos, por lo general se encontraba un cartel al lado de las fuentes en el que ponía “colored”, traducido como “persona de color”, un eufemismo que trataba de evitar la palabra “negro”, ya que esto para la gente blanca era algo ofensivo.
Durante décadas, se trató de desmantelar esta segregación y promover la igualdad de derechos para todas las personas, pero el camino hacia la verdadera integración fue muy desafiante, desde donde surgieron activistas pioneros como Rosa Parks, Martin Luther King o Malcolm X.
No obstante, muchos de los pioneros eran simples niños y/o adolescentes que querían ejercer su derecho a una vida digna como otra persona cualquiera y este fue el caso de Dorothy Counts, una de las primeras estudiantes afroamericanas admitidas en un colegio para blancos en Estados Unidos.
En 1957, cuarenta estudiantes negros solicitaron ser transferidos a escuelas para blancos. Esto ocurrió debido a la aplicación en Carolina del Norte del Plan Pearsall para la integración moderada de estudiantes negros en las escuelas para blancos, tras ser declarada inconstitucional la segregación racial por la Corte Suprema de los Estados Unidos en 1954.
El 4 de septiembre de 1957, Dorothy Counts, de 15 años, llegó a su primer día de clases en Harding High School en Charlotte, Carolina del Norte. Fue recibida por multitudes hostiles de estudiantes y miembros del Consejo de Ciudadanos Blancos local que se burlaron de ella, la escupieron y le arrojaron palos y piedras.
El acoso había comenzado antes, cuando la esposa de John Z. Warlick, el líder del White Citizens Council, una asociación supremacista blanca, instó a los chicos del colegio a “mantenerla fuera” y, al mismo tiempo, imploró a las niñas a escupir sobre ella, diciendo: “escupan sobre ella, niñas, escupan sobre ella.” Dorothy caminó hasta la escuela sin reaccionar a los insultos de la multitud que la esperaba en la entrada del recinto. Según informó la prensa, muchas personas le escupieron y lanzaron piedras. Los abusos continuaron dentro de la escuela, donde le arrojaron basura mientras comía, ante la pasividad de los profesores.
El fotógrafo de Charlotte News, Douglas Martin, hizo una fotografía de de Counts soportando impasible las burlas de una multitud racista que caminaba junto a ella. La imagen se hizo tristemente famosa en todo el mundo y ganó el premio World Press Photo del año.
En su primera semana en Harding, sus profesores la acosaron constantemente y la ignoraron. Los estudiantes escupieron en su comida, le arrojaron borradores y rompieron la ventana trasera del auto de su familia.
Al día siguiente, Count regresó a la escuela e hizo amistad con dos chicas blancas, pero pronto se la retiraron a causa de acoso por parte de otros compañeros de clase. Su familia recibió amenazas telefónicas y la policía les dijo a los padres de Counts que no podían garantizar su seguridad. Sus padres decidieron sacarla de Harding después de cuatro días de incesante acoso, incluido un coche destrozado y su taquilla saqueada, el padre de Dorothy decidió llevarse a la niña de la escuela.
La familia se mudó a Pensilvania, donde Counts acudió sin problemas a la escuela en Filadelfia. Posteriormente regresó a Charlotte, donde se graduó en Psicología en la Johnson C. Smith University y dedicó su vida profesional a cuidar a niños sin recursos.
En 2008, la Harding High School concedió a Counts un diploma honorífico y en 2010, Counts recibió una disculpa pública de un miembro de la multitud que la acosó en 1957, además, la Harding High School renombró su biblioteca como Counts-Scoggins.
A pesar de los avances en la lucha por los derechos civiles, la segregación racial persiste en muchas formas en la sociedad moderna. Las disparidades en el acceso a la vivienda, la educación, el empleo y la justicia continúan perpetuando la desigualdad y la injusticia para la comunidad negra. La brutalidad policial y el encarcelamiento desproporcionado de personas negras son manifestaciones contemporáneas de esta segregación sistémica.
La segregación racial en Estados Unidos es un legado doloroso que continúa impactando la vida de millones de personas en el país. Sin embargo, a través del activismo, la educación y el compromiso con la equidad y la justicia, hay esperanza de que un día, la segregación racial sea solo un recuerdo del pasado, y que la verdadera igualdad y la inclusión prevalezcan en la sociedad estadounidense.
Yovanna Blasco López
Nacida en La República Dominicana. Escritora, activista y luchadora por los derechos humanos. Estudiante de Traducción y Mediación Interlinguisitica.
Instagram: @_melaninwoman_
Email: yovibl@outlook.es Interesada en la igualdad de los derechos humanos y comprometida con la concienciación sobre las personas negras, el racismo y la cultura afro.