El cuidado del cabello es un rito de iniciación para las mujeres negras. Pasamos de sentarnos entre las piernas de nuestras madres mientras nos trenzan, la silla de una peluquería después de esperar horas para nuestro turno. Trenzamos nuestro amor e historia en diseños intrincados que invitan a comentarios no deseados de nuestros compañeros de trabajo y de extraños que pasean por la calle.
Estamos en un momento en que el conocimiento del cabello negro alcanza su punto álgido: hay innumerables tutoriales de YouTube sobre el lavado y el peinado de diferentes tipos de cabello negro, reseñas y vídeos de casi todos los productos y accesorios para el cabello en el mercado, y una serie de blogs, foros e hilos de Twitter sobre el cabello de las mujeres negras. Incluso hay empresas propiedad de negros que venden los productos que nuestro cabello necesita. Si bien las conversaciones sobre el cabello de las mujeres negras siguen siendo interminables.
Pero quizás debamos empezar a ver la problemática sobre nuestro cabello desde otra perspectiva.
En mi experiencia el cabello ha sido un medio de formación comunitaria y me brindó un espacio para procesar los momentos difíciles de la vida. Gracias a mi cabello empecé a sentirme negra, negra del todo. El cabello me ha ayudado a relacionarme con otras mujeres negras, de una manera compleja, difícil en ocasiones, pero siempre creciendo y aprendiendo.
Hoy está creciendo una literatura para niñas (también en español) sobre el pelo afro, su cuidado y valor. Es aquello que yo no tuve y que hizo que mi viaje al reconocimiento de mi misma fuera más largo, desde aquel día que quemé por primera vez mi cabello buscando parecer lo que no soy, nunca seré, y ahora se, que no quiero ser.
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Mi historia, como la de muchas otras mujeres negras, refleja las formas en que transitamos en muchas ocasiones sin denunciar los abusos por aliviar las ansiedades cotidianas. En demasiados momentos dejé que me tocaran el cabello, a pesar de mi incomodidad, para satisfacer su curiosidad y aliviar las tensiones sociales resultantes que me habrían impedido trabajar cómodamente si hubiera protestado.
Cuando decido usar mi turbante, ya sea como expresión cultural o simplemente por la comodidad, se interpreta de manera diferente según la situación: me convierte en extranjera cuando viajo en el autobús, o en una curiosidad que invita a la disección cuando simplemente me lo he puesto para bajar a comprar el pan, no para buscar público. También se analiza como un toque étnico/exótico y profesional cuando se usa en el lugar de trabajo. Si cambias turbante por pelo afro los resultados son los mismos.
Quizás no todas las mujeres negras han experimentado lo mismo que yo, pero la mayoría han recibido o reciben microagresiones. Porque no se trata solo del cabello, sino de todo lo que sucede a su alrededor, desde conversaciones sobre el colonialismo, el paso de niña a mujer y la admiración a menudo fuera de lugar, que raya en la fetichización, de la versatilidad de nuestro cabello.
Y hemos descubierto que todo esto agrede la salud psicológica de las mujeres negras. Por primera vez estamos hablando de autocuidado, de protegernos y darnos el cariño y cuidados que necesitamos. La importancia de la salud mental se ha convertido recientemente en una conversación pública en las mujeres negras, muy castigadas por el estereotipo de la mujer negra fuerte.
A medida que avanzamos por los sistemas sociales y culturales diseñados para oprimirnos, las mujeres negras también estamos procesando el trauma que almacenamos dentro de nuestros cuerpos y de nuestro afro. Y ahí la maternidad ocupa un lugar destacado. ¿Dónde van a llorar las madres negras? Cuando se nos dice que seamos pilares fuertes en nuestro hogar, ¿cuándo y dónde podemos sentirnos mal? Las lágrimas reprimidas durante mucho tiempo y la ira explosiva de las madres negras se liberan en los bancos de los parques y en las salas de estar, en presencia de otras mujeres que sufren el mismo dolor. El cuidado del cabello negro sirve como terapia y autoexpresión, alegría y supervivencia.
Por eso elegí el título de este texto, porque mirando atrás, y a pesar de todo el dolor, injusticias y problemas que ha podido traerme mi cabello, también ha sido el catalizador de mi cambio y empoderamiento. Hoy soy una mujer negra que se ama, gracias a mi cabello, que me hizo dar el primer paso para conocer otras mujeres negras.
Un día introduje en el buscador de Google el concepto “pelo afro”.
Ahí empezó todo.
Elvira Swartch Lorenzo
Colaboradora habitual en Afroféminas. He trabajado de todo. Hija de migrantes afrocolombianos.