Difícilmente es secreto a este punto que pienso que la propiedad privada y el capitalismo son un sistema lelo, de legitimidad falsa, alienador y explotador. Su naturaleza inherente es la del binario Ellos y Nosotros, los de Abajo y los de Arriba (la mayoría de veces sólo por nacer), algo que me desagrada. Naturalmente los derechos de autor entran en esta propiedad privada que también rechazo, es entonces normal hacerse la duda de en dónde quedaría mi posición en la apropiación cultural. Bueno, es algo curioso en realidad.
No creo en la apropiación cultural de la manera que se ha venido desarrollando, el concepto de derechos de autor, propiedad sobre una idea, me es algo muy ridículo por sí sólo, sin embargo no significa que no vea algo semejante sucediendo en el día a día.
Yo lo que observo y comprendo lo he denominado «comodificación cultural» en referencia a la comodificación (el convertir en producto comercial, una comodidad, un algo a consumir) de los paradigmas culturales, tal vez se pueda entender como la cosificación de la que se habla en textos marxistas.
El paradigma entendiéndose aquí como equiparable al concepto de pensamiento de grupo –groupthink– o su casi equivalente mindset -mentalidad-, como cuerpos de ideas, métodos y asunciones teóricas sostenidos y validados por una persona o grupo de personas, que incluye una serie de comportamientos, actitudes y creencias.
Por ejemplo, lo más sencillo: las rastas. Lo que he observado y escuchado es que a la persona negra se le castiga socialmente por ello; desde no darle trabajo o incluso ser despedida hasta ser acusada de mala higiene y atarle el estigma de la drogadicción, la pobreza y la falta de educación constantemente. Todos a su vez racismos por sí solos; el que la persona negra entre más cercana a su cultura más estigmatizada es, no es una coincidencia aislada.
En cambio la persona blanca, de clase alta usualmente, se le considera chiq y al filo de la moda, especialmente en las pasarelas del primer mundo. Es también cierto que mucha gente blanca con rastas, usualmente de clase obrera e integrantes de una contracultura capitalista blanca, se les ata algunos de los mismos prejuicios que se imponen sobre los cuerpos negros pero los prejuicios son en resultado de pertenecer a la contracultura, no el de la cercanía a una cultura precolonial y a su vez resistencia a la alienación de ésta.
La persona blanca de la contracultura capitalista ejerce su privilegio de comodificar, bastardizar y desculturalizar este paradigma cultural para su disfrute como producto a consumir, mientras que la persona negra aún sin saberlo se resiste, y por ende se desvía, del orden establecido y los sistemas de dominación
No viene siendo un robo de una cultura como tal pues el concepto de propiedad sobre una idea como lo conocemos es de origen capitalista, sino la comodificación de un paradigma cultural y en consecuencia la asimilación y explotación de, en este contexto, los cuerpos negros por parte de la industria de la moda bajo un interés en función del capital.
La industria de la moda por sí misma es una industria que sigue y simultáneamente moldea el canon de belleza de forma un tanto paradójica. Éste es uno construido en base a las relaciones de poder, los sistemas de dominación y la clase dominante construidos a partir de varios siglos de historia hasta llegar a la contemporaneidad, por ende podemos entender este canon como una construcción histórica y como el aparato de un sistema de dominación más grande.
En especial para regiones postcoloniales pero también para individualidades fuera de la categoría social «blanco» en zonas de cuarto mundo, ésto se construyó a partir del modo de pensamiento, cultural y económico colonial que llevamos cargando desde hace más de 500 años, un momento en la historia que disparó un cambio drástico para la totalidad del planeta que a día de hoy arrastramos.
Al decir cuarto mundo se hace referencia a las condiciones materiales paralelas al tercer mundo en las que vive en especial la gente negra, indigena y racializada en general dentro del primer mundo, o en el caso del tercero viven en condiciones peores a las de la población dominante.
Inclusive el imperialismo sigue corriendo como si nada por medio de la explotación de la clase trabajadora racializada, el sabotaje a través del mercado negro, el fomento y fortalecimiento del capitalismo gore por parte de la clase política y burguesa del primer mundo, invasiones y coerciones a la pobreza y la guerra, etc.
Ahora mismo contamos en latinoamérica con la herencia cultural colonial de varias formas, una de las más incisivas es la dominación incuestionable y suprema del catolicismo y la Iglesia sobre nuestro diario vivir, los sistemas de valores, el canon social y los discursos predominantes o tan sencillo como la inducida dependencia económica de naciones-estado autodenominadas desarrolladas y el propio menosprecio continuo de la propia cultura y comunidad y en extensión del sí mismo. Son cosas que tienen consecuencias materiales sobre los cuerpos de los sujetos sociales. La violencia cultural, las actitudes, y estructural, el rechazo de necesidades básicas. El poder simbólico.
Este mundo postcolonial pero de pensamiento criptocolonial y de tácticas económicas imperialistas nos da como resultado al Occidente queriendo asimilar todo aquello fuera de él en un sentido ilusorio de superioridad y maña por satanizar aquello que se atreva a resistirse. Se nos enseñó a despreciarnos, odiarnos, alienarnos de nuestra identidad misma, antagonizarnos y aceptar un lugar que se nos impuso hace y por más de 500 años y esto no va a desaparecer por medio de reformas legales de menos de un siglo. O siquiera a través de diez, pues el aparato legal mismo como lo conocemos es una herencia colonial también.
¿Qué es este Occidente de cualquier manera? Bueno, curioso también, pues al ver la historiografía del heterogéneo paganismo clásico, las influencias de Asia occidental y África del norte sobre el pensamiento del mediterráneo antiguo, la cristiandad del medievo, el pensamiento renacentista y de la ilustración para adelante, nos daremos cuenta que de la filosofía antigua, las cruzadas, la ilustración francesa e incluso los movimientos obreros y el posmodernismo que en realidad lo que se entiende como Occidente es dentro de la realidad histórica y material algo inconsistente, en constante desacuerdo y hasta contradictorio.
Es entonces que nos damos cuenta que este Occidente no es más que un imaginario y un actor más del binario Ellos y Nosotros que se ha venido construyendo desde el siglo 8 en Al-Andalus en la escrita al latín crónica de 754, los europenses, el registro más antiguo que hace referencia al pueblo europeo como unidad. La cristiandad y el islam. La inquisición y la herejía. La corona y los pueblos indigena. Siempre un Nosotros y un Ellos. Una construcción social de un imaginario a final de cuentas imperial de propósitos antagónicos y bélicos con los intereses del poder siempre en mente.
No vengo diciendo que las clases altas y políticas de las naciones-estado del tercer mundo no hayan cometido acciones similares a las de nuestros paralelos del primer mundo, o siquiera que la persona civil no haya sido cómplice en la reproducción y naturalización de estas actitudes y estructuras en su proximidad con la blanquitud y el capital.
No glorifiquemos a la clase obrera por el mero hecho de ser la clase obrera, recordemos que las clases son sólo categorías sociales y no realidades ontológicas adheridas a la gente por inherencia, recordemos que hemos cometido actos similares a nuestres semejantes indígenas, afrodescendientes, árabes, asiatiques, de diversidad sexual, inmigrantes, con discapacidad, de neurodivergencia y no creyentes en actos de proximidad o incluso pertenencia a los grupos dominantes. Tomemos responsabilidad por nuestros actos, no juguemos a la hipocresía ni al juego del ratón del poder. Reconozcamos nuestros errores también, recordemos nuestra complicidad con el poder.
Si la colonización, cristiandad y/o el capitalismo hubiesen surgido en África, Asia o las Américas, en las clases altas o bajas, entre cualquier grupo social, el resultado hubiese sido el mismo.
¿A qué vamos entonces? Simple, que la apropiación cultural, o mejor dicho la comodificación cultural, no es más que un accionar colonial en nuestro mundo globalizado y capitalista neoliberal. La satanización y paradójicamente la fetichización de aquello que caiga fuera de este imaginario que llamamos Occidente. Un producto y una herramienta más para la explotación, asimilación y violencia contra la persona no-occidental.
¿Qué se hace entonces? He escuchado que la praxis ideal es la de dejar de utilizar estos paradigmas culturales apropiados, o más bien comodificados, y llamarle la atención a quien lo haga, sin embargo me es una praxis un tanto pasiva e idealista. Lo que se debe de hacer es pelear contra la raíz, no contra el síntoma. De lo contrario sólo se provocará que la matriz de poder se adapte, neutralice, coopte y cree una nueva manera de jodernos, básicamente.
Lo que yo puedo sugerir si no te interesa mucho lanzar botellas en llamas a los bancos o crear comunidades autónomas en medio de Brasil en armas, es crear y participar en la concientización y deconstrucción de este modo de pensamiento colonial y sus tácticas y actitudes sobre los cuerpos de los sujetos sociales, que nos aliena como tercer y cuartomundistas de nuestra propia cultura y raíces, culturizarnos en nuestra regionalidad, normalizar la alteridad, crear discurso público del tema, rechazar y resistirse a la tendencia dominante actual en lugar de permitirnos ser cooptadas y coaccionadas por ella, compartir y si es posible traducir y crear recursos de acceso gratuito y fácil sobre el tema, y si vives en el primer mundo aliarte, deconstruirte, escucha y aprende sobre estos colectivos e igual traducir y compartir recursos de acceso gratuito y fácil sobre deconstrucción y resistencia.
O sea, la decolonización de nuestra mente, cuerpos y de nuestros espacios mediante numerosas praxis reproducibles en masa y la resistencia colectiva en ayuda e interés propio mutuo y cooperación no-jerárquica. Incluso si eres del primer mundo, ¿qué acaso no te gustaría liberarte de esa jaula de oro, poder disfrutar más allá del horizonte occidental? Sobretodo si eres del cuarto o tercer mundo, ¿no te gustaría romper las cadenas por y para ti y tus seres queridos? No más pensar y ser cómplices en los intereses de otros, no más abstracciones por encima de nuestros cuerpos.
Regresando a las rastas. Lo que recomiendo yo es prácticamente lo mismo, decolonizar y deconstruir a ti y tu alrededor, sumergirte más allá de los horizontes del occidente, cristiandad y el capital, retirar y quemar los marcos y estructuras del canon de belleza, los sistemas de ideas y de la estructura económica dominantes actuales. Culturízate y resiste, más que ver si alguien usa rastas o no, comprueba si las utiliza como una comodidad en lugar de como un elemento cultural o como un producto comercial disfrazado de pseudoapreciación en lugar de apreciación genuina por medio de la concientización, la deconstrucción, el estudio y la resistencia aliada.
La única manera que vamos genuinamente a detener esta comodificación cultural será por medio de la decolonalidad, otra cosa es correr en círculos. No reformemos los marcos y cajas que nos limitan y explotan, rompamoslos y quememoslos hasta el suelo.
Más que nada, deconstruye esta cultura de la violencia y poscolonialidad y quémala en gasolina, primero en ti, luego en tus alrededores. Dejemos de pensar en los intereses de una clase a la que no les importamos y empecemos a pensar en nuestro propio interés, en nuestros seres queridos y en nuestro alrededor. Es insurrección, no más revolución, no más que nos reorganice otra gente en estructuras reacomodadas, organicémonos por nuestra cuenta por y para nos. Apoderemonos de lo que siempre fue nuestro.
Recordemos a su vez que nuestro propio interés en función de ideales, creencias y valores no se encuentra por encima de la realidad material ni mucho menos de la integridad misma de otras individualidades, pues ningún imaginario ni abstracción está por encima de un sujeto corpóreo. Ni el Occidente, ni la Felicidad, ni el Bien Común, ni la Tradición, ni el Capital.
¡Descolonicemos!
País: México, región norte
Traductora inglés-español de libre dedicación (freelance)
Soy dos-espíritus, bruja atea que se basa en la religión nahua (azteca), de genérico indiferente (él, ella, elle, cualquiera está bien) y anarcofeminista decolonista
Redes: @jojoalienigena en instagram donde hablo de cosas en relación a la justicia social, jojoalienigena.wordpress.com mi blog donde están mis escritos y traducciones del tema
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