Pensar en la niñez casi siempre significa pensar en deliciosas travesuras, fantasías, risas, piscinas, juegos, dulces… Los recuerdos afectivos que se invocan cuando hablamos de niñez son siempre los más dulces posibles. Pero para algunas personas los recuerdos de la niñez no son tan fáciles de evocar: en la escuela, en casa, en el parque y en otros espacios públicos, muchas personas tienen el recuerdo de haber sufrido la violencia del racismo. Los dolorosos apodos que les deshumanizaron, las frases que siempre evocaban el color de su piel para despedirte, la animalización de los dibujos que lo representaban, las bromas sobre su boca y nariz… El racismo estaba ahí.
El problema con todo esto es que no son sólo recuerdos. Hoy en día, los niños negros están experimentando racismo. Y el racismo no es una broma.
La experiencia del racismo en la niñez repercute en el aprendizaje, se centra negativamente en la construcción de la autoimagen, y tiene una relación directa con los procesos de ansiedad, melancolía y baja autoestima.
Enfrentar el racismo, exige un recorte generacional que nos haga identificar la infancia como un territorio enmarcado también por relaciones de raza, clase y género, entre otros. Hay que percibir que los niños, al comienzo de su vida, conforman una visión del mundo, de sí mismos y del otro basada en las visiones del mundo, de sí mismo y del otro que son operadas por las personas adultas que les rodean, y por tanto el racismo de las personas adultas también estará presente. Y es por eso que hablar de racismo en la infancia no es sólo un tema de niños, necesitamos un análisis más amplio.
La forma en que los adultos actúan y reaccionan ante el racismo, legitiman y estimulan la forma en que los niños se perciben a sí mismos y son percibidos por los demás, y esto involucra a cada uno de nosotros los miembros de la familia adulta, profesores, amigos y vecinos… Las personas adultas juegan un papel clave en este proceso: como persona adulta hay que renunciar a todas las formas de discriminación, asumir la diversidad étnico-racial como elemento positivo, lo que significa de manera práctica: ofrecer muchas referencias multirraciales a los niños, enseñar que hay varias formas de pelo, nariz, boca, etc, más de los que podríamos contar y enseñar a apreciar el valor y la belleza de cada uno de ellos. Hay que estar atentos a la forma en que se cuenta la historia de los pueblos indígenas y africanos. También preocuparse por hablar más sobre el lugar histórico de África que no comienza ni se reduce a la esclavitud.
Conectar a los niños con su pertenencia racial también significa apoyar a los niños negros a reconocer sus rasgos, su biotipo como una expresión de gracia y belleza, ¿eso incluye pensar en cómo enseñamos a dibujar nuestros cuerpos humanos? El diseño es la cita para el niño, el dibujo de los nombres de los niños y pertenece, colorear el niño se conecta con sus colores, ¿Cuándo vamos a enseñar a dibujar narices que no están remachadas? ¿Cuándo tendrá la oportunidad de colorear con un lápiz de color piel que es el color de todas las pieles?
Conectando a los niños con su pertenencia racial significa también apoyar a los niños negros a reconocer sus rasgos, su biótipo como expresión de gracia y belleza, eso incluye pensar en cómo enseñamos a dibujar nuestros cuerpos humanos. El dibujo es la manera de nombrar las cosas para el niño. Dibujando el niño nombra y organiza y se reconoce. Coloreando el niño se conecta con sus colores, ¿cuando enseñar a dibujar narices que no sean eurocéntricas? ¿Cuándo tendrán la oportunidad de colorear con un lápiz color de piel que sea del color de todas las pieles?
Entendiendo que la diversidad étnica racial es positiva, el siguiente paso implica tener una actitud de no aceptación de la discriminación, y eso no significa silenciar las posibles peleas, sino actuar sobre ellas: ante un episodio de chistes racistas, exclusión, intimidación, incumbe a las personas adultas actuar sobre esto: permitir que los niños presenten las nociones que sustentan sus acciones y ayudar a los niños a que se opongan a la noción racista y deshumanizadora y propongan nuevas visiones, nuevas relaciones con la diversidad racial. Evitar la práctica violenta es la mitad del camino, la otra mitad es la oportunidad de construir nuevos conceptos.
Cuanto antes hay que empezar un trabajo para ampliar las percepciones que tienen los niños sobre la raza, la negritud, la participación africana en la construcción del mundo. Cuanto menos actuemos en la ocultación del problema, menos acción adulta será necesaria y las nuevas herramientas dadas a los niños tendrán el poder de prevenir violencia. Cuanto más pronto las personas adultas que miden la relación de los niños con el mundo revisiten sus posturas y prácticas en relación con el racismo y la diversidad racial, más pronto tendremos niños construyendo maravillosos recuerdos de una niñez, marcada por la aceptación, la certeza de pertenencia y afecto.
Todos los niños tienen derecho a una niñez sin violencia. El racismo es una violencia. Es el deber de todos luchar por una infancia sin racismo.
Viviana Santiago
Activista afrobasileña. Creadora del Blog Palavra de Preta