Hace unos meses, con motivo de la Cabalgata de Reyes, en España hubo una oleada de peticiones y firmas en contra del «blackface» o lo que es lo mismo, de pintarse la cara con betún negro para interpretar a una persona de raza negra.
La polémica de la situación en España, comienza con la cabalgata de reyes que se celebra en distintas ciudades el 5 de enero y que es parte de la tradicional fiesta navideña que finaliza con la llegada de los tres Reyes Magos de Oriente el 6 de enero.
En Madrid, más concretamente, la tradición dicta que la cabalgata del 5 de enero que desfila por el céntrico paseo de la Castellana, la presidan tres concejales de la Comunidad.
El problema se sitúa, cuando uno de los concejales a la hora de representar a Baltasar, el Rey Mago negro, se pinta la cara con betún negro.
La alcaldesa de Madrid Ana Botella se pronuncia en 2014 y dice: «Habrá un Baltasar negro, cuando haya un concejal negro»
La prensa internacional no da crédito. Un político europeo se pinta la cara de negro para representar a una persona de raza negra en una cabalgata pública y dirigida a niños.
El blackface se inicia Estados Unidos en el siglo XIX para representar a personas de raza negra en el teatro, cada grupo de inmigrantes fue estereotipado en el escenario durante el siglo XIX, como muestra de los prejuicios, la hostilidad y la ignorancia hacia los negros asegurando la longevidad de los estereotipos, critica la revista digital «BlackFace».
Uno de los personajes del Blackface más conocidos fue Zip Coon, cuyo nombre proviene de «raccoon», que en inglés significa mapache. Esta figura apareció en 1834, se trababa de un actor, que interpretaba a un negro, con ropas ostentosas y una figura arrogante como burla de los pocos negros libertos que existían en la época. Dicha práctica se extendió hasta 1960, cuando el movimiento de los derechos civiles de los Estados Unidos liderado por el Dr. Martin Luther King obligó a prohibirlos, por considerarse un acto racista.
La historia del blackface trata de una práctica racista que tenía y tiene como objetivo ridiculizar a las personas de raza negra, que muchos consideraban gracioso.
Hoy día estos estereotipos se pasean cada año por la Castellana disfrazados del rey mago Baltasar y, que sea una realidad racista a la que están expuestos millones de niños en España, es lamentable.
Un disfraz poco inocente que repercute en la generalización de los prejuicios, siendo común ver a personas en fiestas y celebraciones disfrazadas de negros, indígenas. ¿Y por qué no? Si lo hacen los concejales y les vitorean al pasar.
El origen del blackface es de humillación hacia una minoría racial, en este sentido es discriminatorio y profundamente racista, en muchas ocasiones la falta de información hace que muchas personas lo interpreten como un acto inofensivo y pintoresco, pero nada más lejos de la realidad. Como hemos expuesto antes, su origen es la historia de millones de negros esclavizados, que lucharon y muchos de ellos siguen luchando por borrar el estigma de la esclavitud. Algo que se percibe tan lejano como la esclavitud y que la mayoría de las personas sentencia, se disfraza de una forma no tan sutil.
«Son nociones arcaicas de las personas, de cómo deberían lucir o actuar, que no dejan de ser una mala publicidad hacia las personas de raza negra»; por ejemplo, el disfraz de la mujer negra con un trasero enorme y pechos caídos, o el negro con sombrero de paja y pantalones rotos, entre otros, son manifestaciones racistas, que han ido adoptando varias formas, asegurando la perpetuidad del racismo en la actualidad.
Muchas afroféminas, se levantan cada mañana para dar su mejor cara, en el trabajo, en la escuela, en el supermercado, es una pena que gracias a sendas tradiciones nunca van a dejar de ser un disfraz inocente, un estereotipo.