Personal branding (marca personal), es un concepto de desarrollo personal consistente en considerarse uno mismo como una marca, que al igual que las marcas comerciales, debe ser elaborada, transmitida y protegida, con ánimo de diferenciarse y conseguir mayor éxito en las relaciones sociales y profesionales.
Después de los debates que se han generado en el blog, puede ser que a alguien le desconcierte este artículo. Reconozco que no todas hemos tenido las mismas experiencias. Soy parte de Afroféminas justo por esa razón. Nos queda mucho camino por delante y nuestro principal objetivo es justo ese, acortarlo.
Llegué a España hace ocho años con muchos miedos; entre ellos, el ser afro. No conocía la familia de mi marido. La primera vez que los vi, lo que me vino a la mente fue la pregunta “¿Qué pensarán de esta negrita?”. Pero adelanto que no tengo la mínima queja.
En la familia había niños pequeños, creo que ellos fueron los que peor lo pasaron, no creo que por nada malo, sino por curiosidad. Mis nuevos sobrinos me miraban atentamente, como si acabaran de descubrir un juguete nuevo. Los más grandes y atrevidos, cuando ya tenían confianza, me tocaban la cara y me decían «¡Uy qué labios más gruesos tienes! ¡Y qué pelo tan rizado!». Era todo una novedad, pero me aceptaron maravillosamente bien. A partir de ese momento empezaron a aparecer por sus casas, folios y folios de princesas con labios enormes, narices pequeñitas y pelo muy rizo.
Todos los años viajábamos al sur a visitarlos, a Jerez, ciudad pequeña y bastante convencional. Andar por sus calles era divertido, se parecía mucho a mi país natal, la gente vivaracha, zalamera. Allí recibí mis primeros piropos españoles. Toda una novedad para mí. Sí, reconozco que la gente me miraba al pasar, pero creo que con más curiosidad que desprecio. Visitando otros sitios de España si he podido detectar otro tipo de miradas, más incómodas y desagradables; pero ese será un tema para más adelante.
«Mi color de piel acabó siendo una ventaja»
Comencé a trabajar muy pronto. Mis estudios y mi experiencia profesional lo permitieron. Empecé en una consultora Informática pequeña pero para un cliente muy grande. La única afro de todo el edificio era yo. Para colmo mi sitio estaba frente por frente al despacho del responsable de todo Sistemas del edificio. Por mi lado pasaban las visitas más importantes. Sentirme en ese mundo de «entrajetados» tan pronto me coaccionó un poco, lo reconozco.
Durante cinco años desempeñé ese trabajo, con responsabilidades y personas a mi cargo. Ser mujer, inmigrante y recién llegada, hicieron un poco difícil tomar el control, pero logré hacerme mi sitio. Creo sinceramente que mi forma de ser y mis rasgos físicos me ayudaron muchísimo. Aunque fuera de oídas o de vista, todos me conocían.
Mis aspiraciones profesionales crecieron y cambié de trabajo a los cinco años. Me fui a otra consultora, multinacional, de más de 10.000 empleados. Entré con una categoría inferior a la mía. No se si mi color de piel haya influido en la decisión de quien me contrató, yo no lo vi así, de hecho me lo tomé como un gran reto. Al año volví a ascender y bastante.
Creo que en el mundo profesional y más en empresas grandes, si trabajas bien, tienes deseos y te das a conocer hay mucho terreno ganado para tu superación y evolución. En los tres años que llevo trabajando y viendo a tanta gente, creo que he visto sólo a dos chicas afro, incluyéndome yo en un espejo.
Mi color de piel acabó siendo una ventaja. Ha sido parte de mi marca personal en mi debut profesional en España. Todo el mundo sabe quien soy y se acuerda de mí por donde paso.
«No me doy por aludida”
No voy a decir que todo es color de rosa porque no lo es. Asisto a un promedio de dos reuniones al día donde en el 90% de las cuales soy la única mujer y para colmo «diferente». A veces he presenciado “curiosos” episodios. Puedo estar dando una charla o una presentación y encontrarme con el típico perfil de gomina, joven, traje impecable, lustrosos zapatos, que formula una pregunta dirigiéndose al compañero sentado justo a mi lado. Yo contesto y el sigue haciendo preguntas a mi compañero. Yo solo río y sigo respondiendo porque las respuestas las tengo yo.
Y por supuesto no puede faltar el típico momento incómodo de estar en una reunión de diez, quince personas sentadas en una mesa y que alguien suelte sin querer el viejo dicho «…trabajando como negro». Automáticamente todos te miran y el pobre que ha dicho la frase, cambia de color y se intenta disculpar. Yo simplemente respondo con una gran sonrisa: «No me doy por aludida”.
Quiero aclarar que para nada me siento ofendida por este tipo de frases. No creo que nadie piense en su significado literal cuando se dicen. Creo que lo pasa peor el que la suelta sin pensar y cae de repente en su error.
Si había pasado desapercibida en la reunión hasta el momento, ya no lo era, mis comentarios llaman más la atención, son más tomados en cuenta.
Ser diferente puede ser una ventaja si sabemos aprovecharlo.
Podemos cambiar el mundo poco a poco, trabajando duro con blogs como este, educando a la sociedad con nuestro comportamiento, demostrando con hechos que somos todos iguales; pero eso desgraciadamente será un proceso paulatino y lento; queda fuera de nuestro control.
Lo que sí podemos hacer es sacar partido ahora de lo que tenemos: peculiaridad, diferencia.
Oscar Wilde dijo: «No hay una segunda oportunidad para una primera impresión».
Y sí, reconozco que actualmente tenemos desventajas en las primeras impresiones, pero si nos mostramos como somos y conseguimos esa primera impresión favorable, el hecho de ser diferente y ser recordada te puede abrir muchas puertas en el futuro.