“No puedes agotar la creatividad. Mientras más la uses, más tienes”, dijo una vez Maya Angelou. Y puede que se estuviera poniendo como ejemplo a ella misma. Angelou fue escritora, poeta, cantante, actriz, bailarina, periodista y activista por los derechos civiles de los afroamericanos. También, conductora y prostituta. Publicó siete autobiografías, tres ensayos y varios libros de poesía. Participó en una extensa lista de musicales, obras de teatro, películas y programas. Obtuvo un Premio Grammy, fue nominada a un Emmy y recibió más de cincuenta títulos honoríficos. Sin duda, en su vida nunca faltó la creatividad. Ni la fuerza.
El pasado 4 de abril se cumplían 94 años del nacimiento de la que ha sido apodada como “mujer renacentista”, en reconocimiento de su versatilidad. Marguerite Annie Johnson nació el 4 de abril de 1928 en Misuri (Estados Unidos) y falleció el 28 de mayo de 2014 en Carolina del Norte (EE. UU.). Más conocida como Maya, apodo puesto por su hermano mayor que viene de My (mío) o Mya sister (mi hermana), además de una reputada artista y referencia clara dentro de la cultura afroamericana, fue una regia defensora de las personas de raza negra y las mujeres. Muchos críticos han calificado sus obras como un intento de renovación de las autobiografías, al expandir el género, puesto que sus libros hablan de temas como el racismo, la identidad o la familia.
Una infancia de luces y sombras
Cuando tenía cuatro años, Angelou y su hermano (un año mayor que ella) viajaron solos hasta Arkansas para vivir con su abuela paterna, Annie Henderson, quien tenía unas mejores condiciones económicas que sus padres. La abuela, encarnación de la garra y la autosuficiencia, fue una gran inspiración para la niña, quien pronto comenzó a ser consciente de la problemática de ser negra en una sociedad racista.
Cuatro años después, su padre los devolvió a Misuri con su madre. A los ocho años, Maya fue violada por el que en el momento era el novio de su progenitora. La niña se lo contó a su hermano y este, a su vez, al resto de la familia, lo que hizo que el hombre fuese juzgado. Pero solo estuvo en prisión un día. Cuatro días después de su salida, fue asesinado, probablemente por algunos familiares de Maya. A raíz de este hecho, Angelou se quedó muda durante casi cinco años. Tal y como relató en su primera autobiografía, Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, creía que su voz había matado a ese hombre: “Yo maté a ese hombre porque dije su nombre. Y después pensé que nunca volvería a hablar, porque mi voz podía matar a cualquiera…”.
Pese a este periodo de silencio, su cerebro nunca se apagó. Desarrolló una gran afición a la lectura además de una habilidad extraordinaria para observar aquello que la rodeaba. Durante estos años volvió a vivir con su abuela y allí conoció a una amiga de ella, la señora Flowers, quien la ayudó a volver a hablar y la mentó durante algún tiempo, conociendo gracias a ella autores como Charles Dickens o Edgar Allan Poe, además de escritoras feministas de raza negra que posteriormente influirían en su andadura, como Frances Harper o Jessie Fauset.
Con 14 años, Angelou y su hermano regresan con su madre, pero esta vez, se mudan a California. Allí la futura artista asiste a la Escuela de Labor Social de California y trabaja como conductora de tranvías, siendo la primera mujer negra en desempeñar esta labor en San Francisco. Tras graduarse, con 17 años, dio a luz a su primer hijo, viéndose obligada a aceptar trabajos a disgusto para poder mantenerlo, como prostituta o madame de un burdel.
Reconocimiento mundial
En la década de los 50, la vida de la autora dio un cambio radical: estudió danza y teatro, lo que le permitió hacer una gira por Europa cantando la ópera Porgy and Bess, y actuó en varias obras tanto dentro como fuera de Broadway. Además, se casó con el músico Tosh Angelos, pero sería una unión corta. Durante esta época también estableció lazos con Martin Luther King y al activista sudafricano Vusumzi Make, hacho que le permitió conocer de cerca el proceso de independencia de los estados africanos. Tras esto, dejó América para trasladarse a África donde ocupó el puesto de editora asociada en el periódico The Arab Observer (El Cairo, Egipto) y también trabajó en televisión de la mano de Ghana Broadcasting Corporation, en Acra (Ghana). Allí conoció a Malcom X y Nelson Mandela.
Todas estas experiencias fueron aprovechadas por Maya, y a mediados de los 60, comenzó a desarrollar su escritura, siempre comprometida con el activismo. De esta manera, dio lugar a su primera autobiografía I know why, caged birds sing (Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado), en la que habla sobre sus primeros años de vida. Esta obra fue aclamada por la crítica, siendo nominada para el National Book Award en 1974 y adaptada a la televisión en 1979. Las ediciones de este libro se siguieron multiplicando hasta 2002.
Con este relato la escritora desafió las normas de la autobiografía al incluir técnicas como el diálogo o la caracterización. Ella misma reconoció que en muchos de sus escritos había aspectos imaginados, lo que la llevó a ser clasificada por muchos académicos como una importante voz de la ficción autobiográfica.
A finales de los 60, Maya se dedicó a proyectos de diversa índole: escribió para televisión y cine, estuvo presente en comisiones culturales estadounidenses, fue nominada al Emmy por su papel televisivo en Roots y hasta compuso canciones para la cantante de soul Roberta Flack. En 1973 se volvió a casar, con el exesposo de una feminista australiana, Paul du Feu, lo que le costó las críticas de ciertos grupos de radicales negros. Durante los años siguientes, la creadora entabló una amistad con una joven y desconocida Oprah Winfrey, quien tras su salto a la fama sería un gran apoyo para Angelou. En 1981, se divorció de du Feu y regresó al sur de Estados Unidos, ya que sentía que debía hacer las paces con su pasado. Allí fue profesora en Estudios Americanos en la Universidad de Wake Forest de Carolina del Norte.
En el 93, recitó su poema On the Pulse of Morning en la inauguración de la primera legislatura de Bill Clinton, hecho que aumentó su fama y el reconocimiento a su trabajo anterior. Hasta tal punto que ganó un Premio Grammy por la grabación de dicho poema. Dos años después, ofreció al público sus segundos versos, A brave and starling truth, en el acto de conmemoración del 50 aniversario de las Naciones Unidas. Posteriormente debutó como directora cinematográfica con Down in Delta (1998), escribió cuentos para niños y en 2006 presentó el programa de radio Oprah and Friends, con apoyo de su amiga Winfrey.
Últimos años
En los 2000, Maya fue receptora de la Medalla de las Artes por parte del presidente Bill Clinton. Para 2010, habría donado todos sus escritos personales, entre los que se encontraban las notas a mano de su primera autobiografía y correspondencia personal y profesional, al Centro Scomburg para la Investigación de la Cultura Negra de Harlem (Manhattan). Tres años después, Angelou publicó la que sería su séptima autobiografía Mom & Me & Mom (Mamá y yo y mamá) en la que trató la relación con su progenitora.
A la edad de 86 años falleció. A pesar de que desde hacía un tiempo sufría problemas de salud, la artista estaba trabajando en una nueva autobiografía sobre sus relaciones con líderes nacionales y mundiales. Además, las dificultades respiratorias que la habían perseguido durante la última década precedente a su muerte no habían conseguido mermar su energía: en esos diez años escribió cuatro libros. El pésame por su pérdida cruzó mares y fronteras y las ventas de su primera obra se dispararon en la plataforma Amazon.
Tras su defunción, su amiga incondicional Oprah Winfrey le dedicó unas palabras a través de Instagram: “Lo que más destaca para mí de Maya Angelou no es lo que ha hecho, escrito o hablado, es como ella vivía su vida. Se movía por el mundo con inquebrantable calma, confianza y feroz gracia”. Y puede que haya sido esta confianza en sí misma la que la llevó a fortalecerse a desde joven. A ella y a otros, ya que su legado es considerado uno de los más importantes dentro de la cultura afroamericana, no solo por abrir un nicho para que las escritoras negras aumentaran, sino porque ha funcionado como herramienta sobre el aprendizaje de la multiculturalidad. Además de esto, la vida de la Doctora Maya Angelou, como muchos la conocían pese a que nunca obtuvo un título universitario, puesta por escrito, invita a reflexionar sobre cómo encarar los reveses del destino.
En una entrevista inédita descubierta años después que Maya concedió a la revista Playboy en 1999, la artista dijo que no era capaz de ver la sabiduría que la gente decía que poseía. “Me he arriesgado mucho y he salido adelante. He aprendido de la manera más difícil: si vas hacia la oscuridad, justo más allá del árbol, hay un gran agujero. Puedes caerte en él y romperte el tobillo. Lo he hecho, así que he aprendido a caerme sin romperme el tobillo. Eso es simplemente el resultado de haber vivido y probado y perdido y finalmente, encontrado mi camino”. Además, posteriormente también explicaría que “algunas veces tendremos derrotas en la vida, pero se puede tener derrotas sin ser derrotado, se puede fracasar sin ser fracaso. Los ganadores ven los fracasos y las derrotas como una simple parte del proceso para ganar”.
Tras una historia que la abocó más a sobrevivir que a vivir en sí, Maya supo alcanzar una existencia plena. Descifró cómo dejar de ser el pájaro que canta enjaulado, para ser un ave libre. Aprendió a mantener sus tobillos intactos. Y también, supo ganar.
Nerea de Ara