Cuando todavía era una niña, en entrevista a Trans World Sport, al ser preguntada cómo quién le gustaría jugar tenis, la pequeña Serena Williams no imaginaba que una película sobre su trayectoria junto a su hermana Venus obtendría seis nominaciones en la 94.ª edición de los Premios Óscar en un todavía lejano año de 2022. “Me gustaría que la gente quisiera jugar como yo”, fue su respuesta.
En El método Williams, Demi Singleton y Saniyya Sidney, representan a Serena y a Venus, y, en consecuencia, a un sinfín de jóvenes negras en todo el mundo que, al identificarse con estas actrices en roles protagónicos, probablemente verán más cercana la posibilidad de actuar en cine e integrar el reparto de una gran historia algún día. ¿Por qué no? Cabe mencionar que, de las seis nominaciones, una es para Mejor actor (Will Smith) y otra para Mejor actriz de reparto (Aunjanue Ellis).
En América Latina, la representatividad en los medios audiovisuales es un tema que ha llevado a colectivos antirracistas como Poder Prieto (México) a proponer un diálogo con diferentes plataformas de streaming, como lo expresó un comunicado de prensa publicado el pasado 28 de febrero de 2022:
“De acuerdo a estudios recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más de 75% de la población de México es racializada, es decir, Indígena, Afrodescendiente o de piel morena. Sin embargo, en los medios audiovisuales (cine, series de televisión, plataformas digitales, etc.) esta población tiene muy poca representatividad (casi ninguna si se trata de roles protagónicos) y cuando son incluidos lo hacen representando a personajes que replican prejuicios y estereotipos degradantes y criminalizantes.”
La actriz mexicana Talia Loaria, también integrante de la asamblea de dicho colectivo, compartió que para que este tan esperado giro en las propuestas de las plataformas suceda, “es necesario una toma de conciencia en cuanto a los privilegios que gozan las personas en el poder de decidir, ya que, si esta lucha no les atraviesa, seguirán reproduciendo lo que les ha beneficiado toda la vida. Además, es importante aprender qué es el racismo y el daño tan profundo que hace en las personas en una sociedad como la nuestra, donde el mismo empieza en una representación en una pantalla y termina cobrando vidas. Tener una representación digna en lo que vemos todos los días contribuye al ejercicio de nuestros derechos.”
El comunicado también manifiesta la urgencia por narrativas más dinámicas y complejas, ampliando el panorama de tales medios hacia “otras historias que merecen ser contadas.”
“Las personas racializadas en México somos la mayoría, y sigue sucediendo que solo vemos las historias interesantes, divertidas, contadas por personas blancas y a nosotros nos han tocado los personajes que tienen que ver con lo negativo, lo cual tiene un impacto en el inconsciente colectivo, repercutiendo incluso en la forma en como nos vemos a nosotros mismos”, expresó Loaria.
De las canchas a la gran pantalla, la historia de las famosas hermanas Williams es una de las recientes excepciones en una industria que se ha encargado de reproducir estereotipos y que en las últimas décadas se ha visto confrontada a cuestionarse en cuanto a sus discursos y prácticas racistas en diferentes latitudes.
¿Qué historias queremos contar, entonces? De entrada, las vividas y creadas por nosotros, famosas y anónimas, tan profundas, ligeras o complejas como nuestra condición humana, libres de la usual traducción impuesta que ha insistido en decirnos cómo somos y tenemos que ser para seguir perpetuando una narrativa histórica vertical bajo una única y conveniente mirada. Después de todo, tenía razón la joven Serena: ¿para qué jugar como alguien más si era capaz de hacerlo como ella misma?
Alessandra Grácio
Actriz, escritora y columnista