¿Cómo podemos cambiar, dar el salto de una filosofía del ser a una filosofía del estar en clave de negritud?
La emergencia de nuevas prácticas sociales y discursivas en la sociedad global-capitalista ha provocado la necesidad de estudio desde al ámbito de las ciencias humanas y sociales de los nuevos paradigmas de la comunicación, la lingüística y la resignificación del cuerpo, y lo que de ahí deviene. Ya es bien sabido cómo cambió el estilo de vida de las sociedades en la primera década del siglo XXI debido al movimiento masivo y a la migración de una era análoga a la era digital y cómo el acceso a la información se ha hecho más vertiginoso, y con ello también en el seno de varias sociedades se dio “acceso” a la humanidad y “goce pleno de derechos” a hombres y mujeres negras por medio de leyes y decretos. En ese sentido, el paradigma de socialización transformó las sociedades creando “espacios ficticios” en los cuales también es necesario construir y afirmar una identidad —y cabe preguntarnos, aquí como se construye una identidad de lo negro—; es decir, los seres humanos se han visto avocados a la construcción de una dualidad identitaria entre el mundo real y el mundo virtual, debido a la interdependencia generada entre ambos espacios, no solo en la perspectiva identitaria, sino en todas las esferas del devenir humano y del mundo.
Estas nuevas dinámicas han provocado cambios revolucionarios en la sociología del conocimiento y en las demás ciencias debido a la premisa “lo que no aparece en los medios de comunicación no existe”. Nos vemos avocados a un replanteamiento del paradigma descartiano “Pienso, luego existo” para convocarnos frente un “Comunico y comparto para reafirmar mi existencia” en el que ese otro espacio transforma todas las relaciones con el mundo tradicional.
En ese sentido, evidenciamos cómo los aparatos ideológicos del Estado se han visto fracturados debido a la entrada en la escena de la vida pública de lo que Walter Benjamín llamó “los vencidos de la historia”. Las redes han posibilitado un intercambio dialógico, derogando algunas estructuras de poder en el espacio virtual para dar paso a la alteridad, aquellos vulnerados de la historia por su acceso a las categorías no reconocidas de la interseccionalidad.
Ha sido mediante estas redes —tan polémicas y tan edificadoras de problemáticas de diferente índole—, que las mal llamadas “minorías”, grupos humanos no caben en la escena de la inteligibilidad humana o que debido a su vulneración histórica han sido marginados, ignorados e inclusiva satanizados, han podido tener una voz, voz que el discurso de la historia oficial, el discurso de corte eurocéntrico y etnocéntrico hasta entonces no les había permitido. Dichas redes, dichos espacios han posibilita lo impensable. En este sentido, me posiciono como mujer negra, estudiosa de la literatura y desde mi lugar de enunciación, para posibilitar una comprensión, así como una problematización breve respecto a las cuestiones que atañen a la diáspora africana en relación con las redes y la construcción de subjetividad en las mismas.
Ahora bien, hablar de redes y de alteridad negra nos remite al prólogo de la obra de Franz Fanon realizado por Jean Paul Sartre quien sentenció: ¿Qué esperabais, pues, cuando retirasteis la mordaza que cerraba estas bocas negras?(1)
La tienda de Afroféminas
Las redes se han transformado una estrategia de cimarronaje. Las relaciones de poder han sido quebrantadas y hasta cierto punto anuladas, al permitir a los otros contar y validar su ser y estar en el mundo. Ya es bien sabido que, la humanidad negra ha sido aquejada por el peligro que implicó que una sola historia haya sido contada —en términos de Chinua Abeche y Chimamanda Adichie—: les fue arrancado su pasado histórico y el ser negro apareció en la esfera social como un objeto, un ser deshumanizado que solo serviría de fuerza de trabajo esclavizado en aras de la modernidad. Bajo el velo de una empresa evangelizadora, el ilustre proyecto civilizatorio europeo no fue un proyecto filantrópico ni mucho menos un aporte a la disminución de la ignorancia ni a la expansión de Dios; sería una negación hipócrita seguir reproduciendo esta falacia cuando no fue sino la ambición de extender una economía con la explotación de los recursos naturales de Abya Yala y la esclavización y deshumanización de los pueblos africanos(2). Así pues, en pleno siglo XXI los pueblos africanos y su diáspora llevamos a cuestas el peso del legado colonialista; sin embargo, las posturas disidentes del discurso eurocéntrico siguen trabajando para desmontar los estereotipos que se han perpetrado como consecuencia de las estructuras sociales de poder.
En este sentido, los grandes personajes de diáspora y actualmente aquellos migrantes y nativos digitales conscientes de su ser y su compromiso ancestral han visto, desde las diferentes esferas de desarrollo de su devenir, en las redes, los blogs y la amplia gama de experiencias que ofrecen el mundo cibernético una de las formas de contar historias alternas que permiten comprender otras realidades que no han sido reconocidas por la Historia oficial, de marcado corte eurocéntrico, erigiendo estos espacios como herramientas para el conocimiento y reivindicación de las culturas marginadas, invisibilizadas y satanizadas por las dinámicas de poder. Frente a los fenómenos y relaciones sociales, políticas, culturales e ideológicas, ellos han tenido que desarrollar una comprensión ético-cognoscitiva que les ha permitido explorar distintas realidades para plasmarlas estéticamente y entrar a jugar en las lógicas de construcción del imaginario social desde diferentes esferas, sin lugar a dudas sostenidas en la virtualidad.
Sin embargo, el encuentro con diversos tipos de alteridades en el espacio virtual, ha provocado una desvirtuación de los diferentes procesos sociales e históricos, así como de las prácticas sociales y discursivas en torno a temas polémicos que tiendes en ser relativizados. En ese sentido y en virtud de toda la polémica que suscita hablar de raza en el espacio virtual, cabe preguntarnos: ¿es válido seguir hablando de raza en el siglo XXI?
A menos que la humanidad empezara a adquirir un grado de daltonismo fenotípico, el reconocimiento racial y étnico como herencia colonialista son factores determinantes, puesto que el cuerpo, como territorio político, es portador de múltiples significaciones que están ligadas a conceptos que pueden parecer retrógrados en nuestro tiempo, tales como las dialécticas: civilización vs barbarie, negro vs blanco, colonizador vs colonizado, entre otras. No obstante, el cuestionamiento y teorización de temas sociales e ideológicos referentes a la raza y la etnicidad son complejos porque es el imaginario de la victimización el que prevalece frente a cuestiones sustanciales como el racismo, la segregación y los etnocidios; ya Judith Butler mencionaba que el cuerpo es un fenómeno social y está expuesto a la violencia, uno de los peores rasgos de la humanidad, y que tal vulnerabilidad del cuerpo se acrecienta bajo ciertas condiciones sociales (2006).
Así pues, la raza sigue siendo un tema vigente en nuestras sociales, al igual que lo es la segregación por clase social y por género. Pensemos que las luchas que nacen en seno de estos movimientos solo están propendiendo por la vivencia en entornos sanos y fraterno por fueras de las exclusiones sistemáticas. Ahí la razón de politizar varios aspectos y entre ellos el cuerpo. Para un hombre o una mujer racialmente diferenciados, la connotación social e histórica que portan sus cuerpos no puede ser modificada, ni alienada debido a que los factores biológico inherentes sin inmutables, por lo tanto, debe buscar una forma de ser y estar en el mundo y que la exposición de estas crudas realidad y su crítica y posterior sensibilización ante el ojo crítico y de credibilidad de los otros han afirmado estas peticiones.
También, es necesario poner la inapelable cuestión de la otredad como parte fundamental y determinante en la propia construcción, visibilidad y vulnerabilidad como sujeto y que las redes son justamente los aparatos reguladores que han abierto las posibilidades de existir por fuera de una normatividad frente al ser y habitar el cuerpo.
De ahí que, considere desde mi ser y estar en el mundo, que la resignificación del mundo en las primeras décadas del siglo XXI en torno al paradigma tecnológico y de expresión en el mundo virtual, así como de habitar en mundo real, si bien ha trastornado todos los imaginarios de la cultura y del mundo también ha abierto la posibilidad de pensar otro tipo de entornos que evidencian múltiples espectáculos del yo.
Por lo tanto, hay una suerte de eliminación de las barreras del ser y en el caso de las comunidades negras puedo apelar a la construcción de identidad que se evidencia en la serie “Querida gente blanca” de la productora Netflix. Una serie en la cual, a partir de una fiesta racista organizada por los estudiantes de la élite, salen a luz pública todas unas formas de ser y habitar el cuerpo diferente a nivel de las interseccionalidades, con diversas conjugaciones que nos lleva a pensar nuevamente el paradigma del ser negro en el siglo XXI, así como otras cuestiones vitales.
Así pues, este pequeño esbozo me ha permitido concluir y coincidir con la doctora Paula Sibilia quien afirma que “las subjetividades son de época” y, por lo tanto, su construcción depende del pensamiento y los imaginarios culturales que primen en dicha época. Y, en segundo lugar, “las tecnologías no son neutrales, no son ni buenas ni malas, solo son históricas”; irreductiblemente, somos hijos de nuestro tiempo y hemos de luchar por encontrar cada vez mas condiciones que nos permitan habitar este pedazo de tierra con dignidad, siendo reconocidos, valorados y dignificados por nosotros mismos, pero también por los otros, puesto que así es el movimiento oscilatorio de nuestra construcción.
Sin embargo, una cuestión que aun me deja pensando es respecto al ser, como decía la doctora Sibilia. Siempre nos preocupamos por el ser, hemos erigido una filosofía del ser; pero y ¿el estar? Siendo conscientes de esa dialéctica que solo es posible diferenciar en unos cuantos idiomas, ¿por qué no pensar una filosofía del estar? ¿por qué no pensar en el estar? Mi respuesta aun en ciernes creo que aun obedece a otro imaginario y es que estamos siempre es búsqueda de lo eterno y lo permanente, y estar es efímero, es un proceso constante, pero que implica cambio y el cambio constante aun es sinónimo de miedo.
Yo me pregunto ¿puedo no ser negra sino estar negra?
1-.Frase introductoria de Jean-Paul Sartre en el prólogo de Los condenados de tierra de Frantz Fanon.
2.-Cfr. Aimé Césaire. Discurso sobre el colonialismo.
Referencias citadas
Fanon, Frantz, 2009 Piel negra, máscaras blancas. Madrid: Akal.
Butler, Judith 2006 Deshacer el género. Barcelona: Paidós.
Eliana Guerrero Manzano
Afropatoja, hija performativa de la diáspora africana
Profesora de Literatura y Ciencias Humanas
@eliigmanzano