Lo que no se nombra no existe, por lo tanto, es de suma importancia visibilizar el racismo y violencia que sufrimos las personas negras, ya que debido a esto existe una brecha profunda que ha permeado en la cultura y sistema en el que vivimos, es decir, está internalizada en la psiquis de la sociedad. Desde hace más de 4 siglos que las personas negras somos sujetos de opresión, exclusión y subordinación, vulnerando nuestra dignidad y derechos.
El racismo nació en Europa occidental, con la intención de justificar la supremacía y relación desigual colonial de las personas blancas, por encima de las personas negras. En los inicios del sistema capitalista los europeos necesitaban personas que realizaran trabajos forzados sin tener que darles alguna remuneración o derecho y es allí, cuando los europeos ejercen su supuesta superioridad e invaden y destierran a mujeres negras y hombres negros de sus tierras como: Reino del Kongo, Sudáfrica, Haití, entre otros.
Una vez los españoles llegan al territorio Abya Yala, lo colonizan tomándose las tierras y comienzan a explotar a partir de la extracción de perlas, antes de descubrir el oro, que da inicio al tráfico de personas negras para generar mano de obra esclavizada o mano de obra africana.
La injerencia y penetración forzosa de la cultura europea esclavista en Abya Yala, aunadas al proceso de desarticulación de la cultura autóctona y la introducción de una cultura foránea racista y discriminatoria, sentó las bases de otra de las formas operativas del racismo. A este nuevo proceder del mismo grupo discriminado, se le ha denominado endoracismo.
El endoracismo es el racismo desde adentro, una autodiscriminación emitida de la persona negra que sufre y experimenta el prejuicio y rechazo por su pertenencia étnico-racial. La violencia y desprecio externo es tan fuerte que hace que las personas negras internalicen ese odio y lo repliquen entre personas de su misma etnia.
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Por otro lado, los microracismos son expresiones cotidianas y sutiles que perpetúan la discriminación y opresión a las personas negras, están tan internalizadas estas conductas, actos que las personas las ejercen a través de frases, gestos, etc. Es por esto de suma importancia repensarse y deconstruir esa conducta colonizadora que se ha normalizado.
Es imposible intentar explicar o recordar hoy el proceso histórico y sociocultural de las personas afrodescendientes desvinculándonos de nuestro pasado.
En nuestras sociedades modernas (actualidad), sin duda, se ha constituido una identidad a partir de la negritud. Lo “negro” como lugar y espacio seguro de reconocimiento, integración, resistencia, reivindicación y visibilización.
La afrodescendencia surge como mecanismo de resistencia frente al racismo y endoracismo esparcidos de las estructuras sociales herederas del pensamiento colonizador.
“La afrodescendencia es un concepto político de significación de la experiencia propia y apropiación de espacios políticos históricamente negados” menciono la activista Esther Pineda.
Por ese motivo podemos distinguir tres tipos de afrodescendencia:
1) La afrodescendencia visible:
Comprende aquellos individuos que por sus características fenotípicas y pigmentación pueden ser identificados y vinculados de forma inmediata con las personas africanas. Estos sujetos pueden o no ser conscientes de su pertenencia étnica-racial, de igual modo puede que se reconozcan o no como afrodescendientes.
2) La afrodescendencia oculta:
Producto del proceso de mestizaje e interracialidad desarrollado en nuestro continente. A pesar de las limitaciones y prohibiciones surgió una cantidad significativa de individuos poseedores de africanidad en su carga biológica, aunque no fuera perceptible en sus facciones y pigmentación. Es afrodescendiente aquel en cuyo núcleo familiar existió un origen, pigmentación o rasgo negroide, sin embargo, este puede no manifestarlo de forma perceptible en su piel y rasgos corpóreos. Este, al igual que el afrodescendiente visible, puede tener o no conocimiento de su herencia, así como reconocerse, negar su afrodescendencia o estar en proceso de reconocimiento.
3) El afrodescendiente político:
Este tipo de afrodescendiente puede ser cualquiera de los anteriores, visible u oculto, pero que decide reconocerse afrodescendiente como forma de vindicación y vinculación a su herencia africana; también como un medio para promover y apoyar los esfuerzos políticos de los movimientos afrodescendientes, por esta razón el afrodescendiente político nace del reconocimiento.
Queda mucho trabajo por hacer en cuanto a los temas políticos, sociales, económicos y culturales, es decir, transformar este sistema hegemónico en el que vivimos por uno donde quepamos todos, todas y todes en igualdad de derechos, mientras nos dirigimos a ese objetivo debemos ser antiracistas e ir deconstruyendo esas conductas y pensamientos que nos quedaron de los colonizadores y nos destruyen entre nosotres mismes e individualmente, seamos conciente de eso o no, queda en evidencia que la educación y la prevención son los pilares fundamentales para erradicar el racismo sin olvidar nuestra historia original, no la historia contada por los poseedores impuestos de nuestras tierras, y malversadores de nuestras tradiciones y creencias.
Nasch Beitia Mercado
Estudiante de la Universidad de Panamá y militante feminista, antirracista.
IG @nasch01
FB @naschbeitia