Existe una diversidad de razones, por las que me interesa rescatar esa parte de la historia de nuestros países. Actualmente, se considera a los afrodescendientes como un grupo étnico supuestamente «minoritario» o prácticamente se niega su existencia, tanto para algunos académicos como para el mismo Estado.
En Guatemala, país dónde resido, ni a la academia ni mucho menos al Estado, le interesa reconocer histórica, política y culturalmente a los pueblos afrodescendientes más allá del pueblo garífuna.
Y esto se debe principalmente a que las relaciones interétnicas con las que se constituyó el Estado-nación es eminentemente racista, clasista y patriarcal.
Además, que, dentro del imaginario social, los afrodescendientes son sinónimo de «esclavos»; una etnia que no es originaria de este continente, por lo que no necesita ser nombrada ni mucho menos reconocida por el Estado.
Por ello, hablar sobre la historia de los pueblos afrodescendientes, es hacer memoria de hechos históricos, trascendentales para la humanidad, como lo fue la diáspora africana y el proceso de mestizaje que implicó este hecho dentro de los territorios de los países centroamericanos.
Pero también, reconocer que, dentro de ese proceso de mestizaje, existimos grupos humanos con nuestras raíces africanas que van más allá de la tonalidad de nuestras pieles o nuestros cabellos exuberantes.
Que parte de esa necesidad de revindicar la historia africana en Centroamérica, es para confrontar a ese Estado que niega a los pueblos afrodescendientes.
Y promover dentro de la sociedad, la importancia de reconocer nuestra identidad africana. Que no es argumento válido descalificar a los pueblos afrodescendientes aludiendo al origen de nuestros ancestros.
Negar a los afrodescendientes, es borrar de la historia el impacto que tuvo la diáspora africana en nuestros países, es invalidar nuestro derecho a la autodeterminación como pueblos.
Hablar de los pueblos afrodescendientes en Centroamérica, aún sigue siendo una demanda pendiente. Desde Estados que no les interesa fortalecer una educación que fomente el estudio de la historia de los pueblos afrodescendientes, ni mucho menos el de comprender la riqueza cultural de los pueblos que viven en el istmo centroamericano.
Marylin Guevara Zelada
Profesora de Historia y Ciencias Sociales
Universidad de San Carlos de Guatemala