Este pasado fin de semana se celebró en Barcelona el evento Black Barcelona, el cual podría ser descrito como “un espacio para la visibilización, el reconocimiento y el encuentro de la comunidad afrodescendiente, africana y aliados a través de diferentes actividades literarias, teatrales, musicales, gastronómicas o de moda”.
Tal y como indica la descripción, es un espacio de encuentro de personas afrodescendientes y aliados. No obstante, y por razones que no considero necesarias explicar, hubo talleres que no eran mixtos.
Antes de asistir al último día de Black Barcelona, recibí un comentario de una persona que no forma parte de la comunidad afrodescendiente que dejaba entender que la idea de este tipo de evento no estaba mal del todo, pero que el hecho de que nos quedáramos “entre nosotros” no facilitaba la visibilización del racismo. Supongo que este comentario derivó del que yo había hecho previamente en la conversación sobre la necesidad de hacer talleres no-mixtos, pues son una terapia colectiva necesaria. Se criticó el hecho de que los talleres fueran no- mixtos, porque dejando de ser “exclusivos”, el mensaje llegaría a más personas y sería mucho más concienciador. Asimismo, se añadió la idea de que sería mucho más efectivo el concienciar a la población en lugares como escuelas y demás.
Tras escuchar dicho comentario, mi primer pensamiento fue que la carga de la lucha antirracista recaía en la gente que lo sufre. No niego que sea muy necesario que se hagan talleres y conferencias en escuelas, y si es posible, por gente que ha sufrido racismo de primera mano, pero ¿Por qué tengo que salir yo a concienciar a la sociedad? ¿Por qué tiene que recaer en mí ese peso? De esta manera se justificarían en cierto modo los ataques racistas que puedo llegar a sufrir ya que no habría conseguido concienciar lo suficiente, no habría ido a los suficientes colegios de toda la ciudad de Barcelona para que los ataques racistas cesaran.
Tal y como Frantz Fanon escribió en su obra Piel Negra, máscaras blancas. “El Blanco, incapaz de hacer frente a todas las reivindicaciones, se libera de las responsabilidades. La repartición racial de la culpa”. En este caso las personas que no sufren racismo adoptan una actitud totalmente pasiva en el asunto. ¿Por qué si una persona racializada no te dice que ha sufrido racismo en tu misma ciudad, o en la misma calle en la que vives, no te puedes concienciar? Parecería que si la cuestión no es lo suficientemente cercana, no motiva lo suficiente para actuar. A esto añado, ¿Por qué no nos encontramos en la mitad del camino y te autoconsciencias tú mismx, y de paso, autoconciencias a tu entorno? En definidas cuentas, la escuela es un período bastante corto de nuestras vidas, y el proceso de deconstrucción ocurre solo de motu propio.
Una charla sobre racismo puede visibilizar en cierta manera el problema, pero el verdadero proceso lo tiene que tomar cada persona, y el material para hacerlo no es escaso; libros, documentales, y eventos como el de Black Barcelona, que al igual que muchos otros de los que se celebran en la ciudad condal, son abiertos –y en su gran mayoría mixtos.
Puede ser difícil entender que sea necesario crear una comunidad cuando se habla desde el privilegio, pero desde luego no es tarea nuestra en exclusiva el hacer entender por qué se nos tiene que respetar. Y sí, la celebración de estos eventos no tendría ni debería ser cuestionada, ya que es necesario el que nos reunamos para celebrar, compartir y enorgullecernos de todo aquello que se nos recuerda a diario que está mal.
Paula-Adjo Soli
Española y ghanesa nacida en Barcelona. Graduada en Derecho y Relaciones Internacionales. Escritora ocasional. En busca de mi negritud de la mano de la lucha antirracista y feminista interseccional.